—Debiste dejarme caer por las escaleras, quizás sería mejor acabar con este suplicio de una buena vez por toda— Dijo Aurora mientras aún permanecía en los brazos de William.
—Dejarte caer sería muy fácil para ti, si te mueres no podré hacerte pagar cada lagrima derramada— Le respondió, seguido de eso la soltó bruscamente.
Aurora continuó su camino, fue hasta la cocina, y después a un cuarto secreto, el ama de llaves se lo había cedido.
—Lo único que me consuela es estar en esa habitación sola, no sabes cómo te lo agradezco Vicky— Decía Aurora mientras tomaba una manzana de la mesa.
—Me alegra poder ayudarle un poco, recuerde tener cuidado para que su esposo no se dé cuenta, porque si no estaríamos las dos en problemas— le solicitó Vicky.
Aurora salió de la cocina mientras le daba algunos mordiscos a su manzana, después de observar un poco, caminó hasta un pasillo que la llevaba a una puerta debajo de la escaleras, donde supuestamente ese guardaban cosas que no tenían sentido.
Pero al entrar lo único que se podía apreciar eran los cuadros pintados.
Aurora había estudiado pintura humana y ahí había descubierto cuánto amaba sus creaciones, era lo único que la mantenía ocupada en esa gran mansión durante los tres años que ha estado allí.
Aurora tomaba sus instrumentos de pintar y plasmaba ahí en una hoja blanca un rostro.
—No se como puedo amarte tanto William, no sé cómo puedo puedo hacerlo aún— Decía.
William había sido pintado sin ni siquiera saberlo, Aurora mostraba en cada pintura que era un hombre Perfecto escultural.
Después de durar horas en aquella habitación, Aurora podía sentirse más aliviada y regresar a su vida imperfecta.
Había llegado el momento de la cena, Aurora va como una esposa obediente a sentarse con su esposo, sin embargo William no está en la mesa.
—¿Dónde está William?— Le preguntó a Vicky.
—Aurora el señor pidió que le lleve la cena al despacho, ya sabes que no da explicaciones pero pidió cena para dos— Le dijo un poco avergonzada.
—Entonces iré hasta allá, seguro debe estar esperando por mi—
—No lo creo Aurora— Respondió Vicky algo dudosa.
—¿Por qué dices eso?—
—Porque hay otra mujer con él, lo supe cuando fui a dejar la cena, yo al igual que tú pensaba que era para ti también.
Aurora no podía creer lo que estaba escuchando, sin decir una palabra más, se dirigió hasta el despacho.
Antes de abrir la puerta, escuchaba risas, William parecía sentirse a gusto con aquella mujer, Aurora decidió interrumpir abriendo la puerta bruscamente.
Una mujer rubia estaba besando a William y ambos estaban cómodos, los dos sostenían una copa de vino.
—Parece que interrumpo— Fue lo único que se le ocurrió a Aurora decir.
—Por supuesto que si querida, ¿Es que no ves que estamos ocupados?— Preguntó aquella mujer, mientras que William con la mirada desafiaba a Aurora.
—Está es mi casa y ese hombre que está ahí es mi esposo— Reclamó frunciendo los dientes.
William se levantó del asiento, tomó la charola en manos y caminó hasta Aurora, la observa un poco con una leve sonrisa llena de maldad.
—¿Por qué haces esto? ¿No tienes otro lugar a donde irte con tu amante?— Le preguntó Aurora tan pronto William se detuvo frente a ella.
William no devolvió respuesta alguna, simplemente tiró al piso la charola que contenía los desperdicios de la comida
—Ahora recógela—Le exigió William.
—No lo voy a hacer, no merezco esto— respondió conteniendo las lágrimas.
—Querida recógela, no tienes opción— Dijo aquella rubia.
Aurora se disponía a salir del despacho pero William la agarró fuertemente del brazo e hizo que cayera al piso.
—Te dije que lo recojas, de aquí no sales hasta que esté todo limpio— Le insistió una vez más, pero esta vez fue muy brusco.
William se sentó en el sofá para ver cómo Aurora recogía los desperdicios de la comida, la mujer rubia que lo acompañaba se sentó sobre él.
Mientras Aurora tenía la cabeza hacia abajo recogiendo el desastre, podía escuchar el sonido de los besos de William con aquella mujer.
Se sentía humillada, William estaba realmente decidido a acabar con todo su ser.
Aurora recogió todo lo más rápido que pudo, una vez lo había hecho, salió corriendo hasta la cocina.
No podía aguantar más las lágrimas, se acurrucó en los hombros de quien se había convertido amiga.
—Vicky fue horrible, tiró la charola al suelo y me hizo recogerla, me humilló delante de esa mujer, incluso se besaban— Decía entre llanto.
—Lo siento tanto Aurora, no debiste ir— Le respondió Vicky apenada.
Aurora se sentía muy mal por todo lo que le había pasado, así que, decidió que era mejor ir a la cama.
Mientras Aurora intentaba dormir algunas horas después, sintió como la puerta de su habitación se abrió, el perfume de William llegó hasta su nariz.
—Levántate Aurora— Le gritó mientras le quitaba la sábanas.
—¿Qué quieres ahora?— Preguntó abrumada.
William se había vuelto de pocas palabras, simplemente empezó a desvestirse y en un abrir y cerrar de ojos estaba sobre el cuerpo de Aurora.
Lo único que le interesaba a William era que hubiera una impregnación y así poder mirar la cara de insatisfacción de Aurora.
Unos pocos minutos después, William se detuvo, Aurora permaneció inmóvil aquellos minutos.
—¿Ya terminaste?— Le preguntó Aurora con un sabor amargo.
William solo se sonrió, sabía que había mucha furiosa en Aurora, y lo disfrutaba a la perfección, es decir, se había casado para torturarla una y otra vez.
—¡Que duermas bien Aurora— Dijo en tono de burla antes de marcharse por completo de la habitación.
Aurora se sentía atrapada en un lugar sin salida, solo esperaba quizás la muerte para ser liberada.