Bienvenid@s a esta historia: POR SIEMPRE, HASTA EL FIN
Espero que la disfrutes.
Sinopsis
A Ana Sofía Andrade, la noche de su fiesta de 15 años, le cambió la vida para siempre con la muerte de sus padres en un accidente de tránsito. Solo le queda como recuerdo un delicado collar con una inscripción especial “por siempre, hasta el fin”, como muestra de su amor eterno por su hija, el cual adquirieron en el anticuario de su abuela, quien queda a cargo de ella y a la que Sofy acompaña hasta el último día de su vida.
Su cumpleaños por muchos años dejó de ser recordado como algo bello y especial, pero como si fuera un plan del destino, años después del suceso, en la misma fecha, conocerá al hombre de su vida, Jorge Contreras, y quién le dará motivos para sonreír y ser feliz nuevamente.
La vida le da una segunda oportunidad, al reencontrarla con sus amigos, darle una familia, nuevas oportunidades para superarse profesionalmente y vivir un amor como de cuento de hadas, pero todo esto se verá truncado, cuando alguien misterioso aparezca amenazando su felicidad y con arrebatarle todo.
¿A qué estará dispuesta con tal de no perder lo que más ama?
¿Cómo luchar contra algo que no entiende?
¿Puede el amor vencer los obstáculos?
¿Qué relación tiene lo que está pasando con su pasado?
Sofy recorrerá un camino de misterios, engaños, obsesión, amor, deseo y pasión, en busca de la verdad.
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HISTORIA REGISTRADA EN SAFE CREATIVE CON EL CÓDIGO No. 2101256701807.
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Deslizo mis dedos suavemente por la cadena que tengo en mi cuello hasta llegar al dije en forma de gota con unas flores rosadas pintadas a mano sobre un fondo blanco y por el revés tiene una leyenda que dice “por siempre, hasta el fin”… no puedo creer que hoy esté cumpliendo un año más sin mis padres a mi lado; ya son trece años en los que la noche que cumplí mis 15 años no se borra de mi mente y no precisamente por las razones bonitas que cualquier quinceañera quisiera recordar.
*Flashback:
—¡Hija, apúrate que vamos tarde para tu fiesta!
—¡Ya voy, mamá! — contesté un poco agitada ya que estaba terminando de ponerme los zapatos elegantes, pero el vestido largo y lleno de capas de tela no me dejaba agachar fácilmente.
—Tu padre ya está haciendo muecas desde el carro debido a tu demora — dice mi madre un poco estresada.
Bajo corriendo las escaleras de la casa tan de prisa que casi me caigo en los últimos escalones, provocando que mi mamá se asuste un poco y me mire de mala manera. Volteo los ojos y salgo de la casa corriendo al carro y mi papá me señala el reloj en su muñeca a lo que prefiero no decir nada, ni amargarme el feliz día de mi fiesta. Mi mamá llega detrás de mí y se sienta junto a mi padre, este enciende el auto y antes de arrancar rumbo al salón de recepciones se dan un beso corto, pero cargado de amor. Yo los observo desde la silla de pasajeros y me encanta que tras tantos años juntos, aún siga existiendo tanto amor entre ellos… eso no quiere decir que no me sienta un poco incómoda con mis padres besándose.
—Que hermosas están hoy las mujeres de mi vida — dice mi padre mientras coge la mano de mi madre y me observa por el espejo retrovisor. Ante eso sonrío tímidamente.
—Tú no te quedas atrás, amor — le dice mi madre.
Llegamos al lugar de la ceremonia, yo estaba muy feliz porque era MI DÍA, estaban mis amigos del colegio, algunos compañeros del trabajo de mi padre, amigas de mi madre y mi abuela materna (mis otros abuelos ya habían fallecido años atrás).
La pasé increíble, las lágrimas de emoción y nostalgia de mi madre no faltaron, las felicitaciones fueron abrumadoras, las risas, los abrazos de corazón, el brindis cargado de sentimiento de mi padre, mis pocas palabras de agradecimiento a los presentes, el hermoso collar en plata pintado a mano y grabado que me regalaron mis padres… el baile, las carcajadas y el juego con mis amigos fueron momentos para recordar por siempre, pero que se verían opacados dentro de poco.
Después que se acabó la fiesta y todos los invitados de habían ido a sus casas, salimos de vuelta a nuestra casa, habiendo llamado un conductor elegido ya que mi padre había bebido un poco. La calle estaba mojada ya que un fuerte aguacero había caído mientras la celebración por lo que el conductor iba cuidadosamente. Nosotros hablábamos y nos reíamos recordando algunos sucesos de la noche, cuando de repente una fuerte luz nos cegó al mismo tiempo que sonaba fuertemente la bocina del carro en el que íbamos. Un fuerte golpe me dejó sin poder entender lo que sucedía y por momentos escuchaba ruidos que se desvanecían a mi alrededor.
Lo siguiente que recuerdo fue despertar en un hospital, me dolía todo el cuerpo, estaba envuelta en una bata de tela blanca, con una abertura a lo largo de toda mi espalda. Observé a mi alrededor y vi a una señora de edad muy parecida a mi abuela, pero que se veía mucho más anciana y acabada que la mujer alegre y enérgica que siempre había conocido. Sentí una angustia indescriptible y de mi interior salió un sollozo que despertó a mi abuela, la cual al verme se levantó de inmediato y al dar un paso hacia mí empezó a llorar a mares, dio media vuelta y salió de la habitación a llamar al doctor.
Yo no sabía qué hacer, las palabras no salían de mi boca, aunque por dentro no dejaba de gritar y preguntar ¿QUÉ HABÍA PASADO? El doctor me saludó de forma tranquila y me revisó para ver si todo estaba bien.
—¿Sabes cómo es tu nombre? — me preguntó, a lo que respondí solamente asintiendo. — Necesito que me respondas hablando — dijo de forma suave y muy paciente.
—Ana — dije en forma casi de un susurro — Ana Sofía Andrade Camargo.
Después me hizo varias preguntas de rutina; de esas que uno ve que hacen en las películas cuando alguien despierta en el hospital después de haber tenido un accidente.
—¿Qué fue lo que pasó? — Miraba a mi abuela, al doctor y la enfermera que se encontraban conmigo en ese momento y que tenían una cara de malas noticias. Se me hacía raro que mis padres no estuvieran ahí conmigo o que en este tiempo no los habían nombrado.
—Ana… después de tu fiesta de 15, cuando iban de vuelta a casa un conductor ebrio chocó el carro en el que ibas con tus padres…
*Fin del flashback
Así fue como mi vida cambió de un momento a otro; mis padres fallecieron, duré en coma dos semanas, mi abuela y yo perdimos mucho, quedamos solamente las dos. Mis padres no eran ricos, solamente tenían la casa, la cual me quedó a mí y mi abuela se trasteó conmigo, nuestro ingreso fue el arriendo del apartamento donde vivía mi abuela y el pequeño negocio de antigüedades que ella dirigía. Me dio todo lo que pudo y procuró que no me faltara nada.
Acabé el colegio y gracias a haber sido una buena estudiante toda la vida, me gané una beca completa para estudiar en la universidad diseño gráfico, al igual que mis padres. Era una profesión que siempre me había llamado la atención, pero que con la muerte de mis padres la sentí necesaria para sentirlos más cerca y no olvidarlos.
Cuando terminé la carrera, decidí presentarme en la empresa donde por tantos años mi padre había trabajado, vagamente recordaba al señor Contreras, un hombre de al menos sesenta años, quien era el dueño de la empresa de publicidad más reconocida en la ciudad y una de las más importantes del país y quien había sido jefe y amigo cercano de mi padre. Tristemente cuando mi padre falleció yo aún era muy pequeña como para verme interesada en el mundo laboral de él por lo que era muy poco lo que conocía al respecto.
Cuando llegué a la oficina y me anuncié en la recepción no esperaba que me recibieran de forma tan amable, la secretaria me llevó hasta la oficina del dueño y este me recibió con una gran sonrisa y un saludo muy cordial. Me sentí un poco extraña, pero no incómoda.
—Señorita Ana Sofía, bienvenida a mi empresa, es todo un placer tenerla por acá. Perdón, pero no la veía desde su fiesta de quince años — al decir esto cayó en cuenta que esa fiesta no traía consigo los mejores recuerdos — siento mucho lo sucedido con sus padres — dijo esto en tono un poco melancólico.
—Muchas gracias, señor Contreras.
—Por favor llámame, Daniel — esbozó una sonrisa cálida — ¿y finalmente a qué debo tu presencia en esta empresa?
—Señor Cont, perdón, Daniel, vengo a presentarme a la vacante de diseñador gráfico que tienen en el momento.
—Oh, que bueno… ¿traes tu hoja de vida? — preguntó de forma profesional y seria.
—Sí, acá la tengo junto con mi portafolio — se lo entregué y mientras lo revisaba detenidamente yo observada nerviosa la oficina. Noté que en una esquina había una biblioteca y una pequeña colección en la que el mismo libro “María” de Jorge Isaacs, se repetía al menos 6 veces, pero en diferentes ediciones, lo que me hizo pensar que este hombre tenía una leve obsesión con ese libro y sonreí.
—Tienes el perfil que estamos buscando y tienes excelentes recomendaciones — me sacó de mis pensamientos al decir esto. Sonreí y escuchaba atenta — Si me permites, quiero darte la bienvenida a esta gran familia publicitaria, sé que serás una excelente parte de este equipo de trabajo y también es una deuda que tengo con tu padre ya que fue un gran amigo y sé que si estuviera vivo querría compartir su pasión con su hija.
—Muchas gracias, Daniel, no se va a arrepentir de esta decisión — contesté emocionada y con la voz un poco entrecortada.
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Han pasado 5 años desde ese día y Daniel en ningún momento se ha arrepentido de su decisión, ni yo tampoco ya que he crecido profesionalmente, hasta me he convertido en una diseñadora reconocida en el medio y he logrado excelentes contratos para la empresa.
Mi vida completa se volvió el trabajo; cuando estaba en el colegio, todo era estudio y gracias a eso gané la beca, la cual conservé a lo largo de toda la carrera, porque como se podrán imaginar todo era estudio, consideraba que esa era la mejor forma de ayudarle a mi abuela ya que era mi aporte a la reducción de costos y gastos para mantenernos, el arriendo del apartamento daba para sostener apenas la casa y el negocio de antigüedades hace unos años no se movía como antes.
Mi abuela estuvo conmigo, dándome todo su apoyo hasta hace dos años, cuando un fuerte dolor de cabeza se convirtió en una trombosis y una hemorragia cerebral y nuevamente la vida me arrancaba la única familia que tenía. Ahora sí estaba completamente sola en este mundo.
Solo mantenía contacto con tres de mis amigos del colegio, aunque hace unos años nos habíamos alejado mucho debido a nuestros estudios. Alejandra se había ido al exterior a estudiar ingeniería química con una beca a la que aplicó por la embajada de España, Nathalia se había ido a otra ciudad porque su tío se había ofrecido a pagarle la carrera que siempre había deseado y ahora era una abogada que hasta salía como asesora informativa en el noticiero y Andrés ahora era un exitoso arquitecto en la ciudad, con él me hablaba más “seguido”, pero nuestras vidas habían tomado rumbos diferentes. Sin embargo, los tres me habían tomado por sorpresa un día al hacerme una videollamada para saludar e invitarme oficialmente a salir y celebrar mi cumpleaños número 28 y el reencuentro después de tantos años.
Aunque mi cumpleaños no es una fecha alegre hace trece años, esta vez tomé la decisión de aceptar salir con ellos, realmente los extrañaba… no podía creer que hace más de 9 años no nos veíamos los cuatro. Me llenaba de emoción pensar que Alejandra y Nathalia volvían del todo a la ciudad ya que cada una había recibido una oferta laboral muy buena en su campo. Y por otro lado estaba consciente que necesitaba cambiar un poco de ambiente, porque me estaba saturando con solo trabajo.
El día de mi cumpleaños cayó en viernes por lo que estuve en el trabajo y esto me ayudó a alejar un poco el sentimiento melancólico y de tristeza que siempre me da en esta fecha. Daniel en un momento de la tarde me mandó llamar a su oficina.
—Ana, feliz cumpleaños. Sé que esta fecha trae duros recuerdos, pero de todas formas pienso que deberías celebrar porque es un año más de vida. Quiero que te relajes esta tarde, has sido muy trabajadora y te agradezco completamente por todos los logros que le has traído a la empresa, pero no estamos acá para hablar de negocios, ni trabajo. Perdón si te incomodó que te llamara — me dijo con voz preocupada.
—Tranquilo Daniel, no me incomoda — me daba un poco de pesar ver a este hombre que siempre se ha mostrado fuerte, con la cara triste, pero sabía que desde la muerte de su esposa hace más de seis años, se había quedado solo. Tenía tres hijos, pero todos habían hecho su vida fuera de la empresa y debido a sus compromisos no compartían mucho tiempo juntos.
Estuvimos toda la tarde hablando, me contó de su esposa y la batalla que tuvo contra un agresivo cáncer de seno que finalmente le ganó la guerra. También me contó que sus hijos eran su gran orgullo, pero que no habían querido seguir sus pasos con la empresa. No me pude aguantar más las ganas de saber sobre su colección de libros “María” y me contó que gracias a ese libro había conocido a su esposa, la señora Clara, mientras él lo leía en la biblioteca de la universidad, ella se había acercado a preguntarle de que stand lo había sacado… ese fue el inicio de su historia de amor, la cual duró treinta y seis años y si no fuera por el cáncer que se la llevó, seguirían sumando años de amor. Me dio risa y ternura al saber que su hija mayor se llama María, el hijo del medio, Jorge y el menor, Isaac… definitivamente ese libro para él significa todo.
Ya estando en casa me empecé a alistar para la salida de esta noche, me metí a la ducha y al recordar a mis padres lloré bajo el agua, tomé fuerzas para contener las lágrimas y decidí que hoy era el día de celebrar literalmente un año más de vida porque en el accidente casi muero, pero tuve una segunda oportunidad.
Nota de la autora: Muchas gracias a ti, que lees mi historia dentro de la plataforma Dreame y sueñovela.
Esta historia es producto de mi esfuerzo y es un gran logro para mí, así que a quien lo sabe valorar, le estoy eternamente agradecida.
Ya a quienes leen por fuera de la plataforma, solo me queda decirles que hacen algo ilegal y ojalá su trabajo jamás sea robado como sí lo estarían haciendo con el mío.