Capítulo 2: Lo Descubriremos Juntos (Parte 2)

3820 Words
«¡Oh, Dios!», exclamé en mi mente. No permitas que sea grave. Las noticias exageran, Ken te dijo que inventan tantas cosas por vender. Tranquila Tiara, eso debe ser inventos y si fuera algo grave estuvieras al tanto. Las noticias malas son las primeras en volar, pero no tengo su número. Me arrepiento de no apuntarlo. ¿Qué hago? Llamaré a Fabi, él debe saber. Pero está trabajando, además, él no tiene una alerta de su amigo. No importa, lo llamaré, suena y suena, pero no contesta. Debe estar limpiando un carro, bueno, pues, a comer y luego ver que sucede. La comida huele bien, pero mi apetito está perdido. «Así quieres cuidar tu salud, vamos a comer», me sermoneé a mi misma. La comida no tiene culpa, al probar esta delicia fue fácil comer. En eso entra Raúl, el encargado de entregar la ropa y se sienta conmigo en la mesa. Terminé de comer, dejé bien poco y estoy tomando agua. Lo observo, esperando sus estúpidos comentarios. Siempre está tirando labia, invitándome a comer y salir. —¡Hola, bella! ¡Buen provecho! Aunque ya comiste. Sonrío a medias, estoy preocupada para estar con este mujeriego. Es alto, moreno, calvo y tiene sus labios bien gruesos. —Gracias, iré a trabajar. —Me levanto y agarro el plato para botarlo. —Espera amorcito, ¿cuándo irás a comer o bailar conmigo? Luego de echar todo al zafacón, agarré mi celular y lo guardé en el bolso. Para no verlo cada cinco minutos pendiente de Kendrick. Guardo todo en el locker sin mirarlo, bloqueé la puerta y contesté. —No tengo tiempo, estoy muy ocupada con el estudio y el trabajo. —En eso entra mi hermano y sonríe. —Nunca te cansas Raúl, déjala en paz. Camino hacia la puerta, sin mirar su cara de baboso. —Algún día te arrepentirás, nena. Continúo mi camino, espero que ese día nunca llegue. Al pasar las horas fue una tortura, pasaron tan lentas y ganas, no faltaron de buscar mi celular. Lo logré, aguanté. Bajamos la ropa y entró mi hermano. —¡Buen trabajo! Vete ya, es todo por hoy. Te veo el lunes, que tengas buen fin de semana —dijo mi hermano alegre y mis ojos se van al reloj, son las 5:00 de la tarde. Él siempre cierra a las 6:00 de la tarde, si nos queda algo para adelantar nos quedamos y a veces salimos a las 7:00 pm. En cambio, agradezco salir ahora, no puedo con estos nervios y además, tengo que ir a ver a titi. —¡Gracias, hermano, no te canses mucho! —Me acerco y beso su mejilla. Camino hacia el locker, me suelto el moño y me lo pongo de pulsera. Saco mis cosas, camino hacia mi carro y casi voy corriendo. Estoy loca por ver mi celular, pero lo haré en el carro y al llegar respiro profundo. Coloqué el seguro del carro, busqué en mi bolso y saco el celular. Veo la pantalla, tres llamadas perdidas de Fabian y un mensaje. Le doy para ver el mensaje: Estaba lavando un auto. ¿Qué sucede Tati? Rápido llamo a mi primo, al contestar se escucha música y me pidió que esperara. Se escucha menos ruido y la música a distancia. —¡Hola, prima! ¿Ocurre algo? Escucho que hablan con él, le dicen: Toma está fría, te espero en el estudio. Mi primo contesta: Voy ahora Kendrick, no se escucha bien allá. Me molesto, mientras estaba preocupada todo el santo día y ellos dándose unas frías. —Estás ocupado, hablamos después. —¿Para qué llamaste? Estoy con la pandilla escuchando música y pasándola bien. —Estaba en mi break, quería ver como le había ido a Timoteo. —Está bien, prima, no fue nada grave. Únicamente rasguños, las noticias exageran. —No sé, ¿qué hablas? Estaba trabajando. —Sabes bien prima, primita de mi alma. Estaban probando la motora, perdió el control y por eso estamos en su casa. Para estar con él, pero está más que estupendo. Me deja ahí con la palabra y cuelga. Me recuesto en el volante, nunca puedo engañar a Fabi. Me arreglo el cabello con la mano, me veo en el espejo y enciendo el carro. Voy de camino para casa de mi tía, tanta preocupación para que ellos estén de fiesta. «¿Para qué Tiara?», peleé conmigo. Él como si nada, pasándola bomba. Llegué en quince minutos a casa de titi, me estacioné y en ese justo instante se bajó del carro Facundo, mi tío. Se ve cansado, lleva el dolor grabado en su semblante y no es para menos. Es el amor de su vida, debe ser tan desesperante. Ver como se va tu alma, sin poder detener su sufrimiento y aun así apoyarla. Respiro y exhalo. Respiro, vamos, sé fuerte. Al bajarme, mi tío se percata y abre sus brazos. Me lancé a sus cálidos brazos, me rodeó y besó mi cabeza. Siempre los he amado como padres, son tan unidos y me he sentido amada. —¿Estás preparada Tati? —Eso creo, aunque nunca se está preparada. Entramos a la casa y quedé en shock al verla desorganizada. Mi tía es maniática con la limpieza, ver esto es la prueba de cuán mal es su estado. Mi tío me acompaña hacia el cuarto, me quedo helada en la puerta y mis lágrimas se me escapan. Alargó su mano esperando por mí, caminé lentamente y trato de esconder mi rostro. Verla tan demacrada es doloroso, su cabello no existe. Tiene un pañuelo rojo en su cabeza, sus ojos con sombras negras, se ve tan delgada y seca. —No escondas tu cara, Tati —su voz es débil y tose. —Perdón, por mis lágrimas. —No aguanto más y me lanzo a sus brazos. Ella gime, se me olvido y debí lastimarla. Mis sollozos son desde lo más profundo, ella acaricia mi espalda y me despego. Veo por el rabillo del ojo que mi tío se marcha, no estaba preparada para verla así. —Suéltalo todo cariño, me alegro de verte. —No puedes estar sola tanto tiempo. En eso escucho que alguien carraspeó detrás, me volteo y veo a una señora mayor con uniforme de enfermera, se ve humilde y me mira con amor. —Te presento a Juanita, mi enfermera. Estaba en el baño cuando llegaste. —Mi tía empieza a reír con dificultad. —¡Mucho gusto, jovencita! —La señora me ofrece la mano y antes de saludarla me limpio las lágrimas. —Es mi sobrina Tati, la que tantas veces te he hablado. —¡Es hermosa, no se equivocó en describirla! —¡Gracias, el placer es mío, Juanita! —Te puedes ir Juanita, llegó mi esposo. Si Dios quiere, nos vemos mañana. La señora se acerca, le acomoda la almohada y le da un beso a mi tía. Se despide, luego nos deja sola y me siento en la cama. —Te prometo que vendré a verte más seguido. No dejaré que pase tanto tiempo. —No te preocupes, estoy feliz de verte. Sé que hoy diste un gran paso y estoy muy orgullosa de ti. —Fabian te contó todo. —Estuvo aquí antes de irse a casa de su amigo. Por cierto, también vi la foto del beso y eso fue tan hermoso. —Empezó a toser y agarró un vaso con agua de la mesita. Ella da un sorbo grande, me da el vaso y lo coloqué en la mesita. —No te mentiré, ese beso fue magnífico. Sentí mariposas, peces y hasta petardos dentro. Nos sonreímos ambas y agarra mi mano. —Me alegro, ese chico se ve bueno, arriésgate a vivir. Me recuerdas tanto a mí, cuando luché por ser independiente y vivir. No me arrepiento de nada y eso quiero para ti. —Me da tanto miedo, me siento tan sola en casa y si me equivoco. Si abro mi corazón demasiado rápido y me pierdo en el camino. —La vida es sin manual, te sentirás así y perdida muchas veces. Pero no dejes de luchar, vive a pesar de todos. —La vida es injusta, a la gente buena le sucede esto. —No podemos entender las cosas, pero todo tiene su propósito. Necesito que cuando no esté, cuides a Fabi, aunque no lo creas eres su sostén y por un tiempo estará perdido. Sin embargo, con tu apoyo volverá, me iré tranquila sabiendo que el uno al otro se cuidará. —Soy débil, mi sostén es él. Nunca he sido de su ayuda, siempre con mis problemas y él escuchando. —Lágrimas ruedan por mis mejillas y mi tía llora conmigo. —Sin darte cuenta siempre has sido su fuerza, créeme. Recuérdale que viva sin miedo. —Se limpia las lágrimas y sonríe. —Lo cuidaré siempre, somos hermanos y seré su apoyo. —Estoy muy orgullosa de ustedes. Ve, busca a Facundo y no más llanto por hoy. —Me da unas palmadas en la mano. Me levanto, voy hacia la cocina y veo a tío sirviendo una ensalada. —No te sentí llegar Tati —dice cuando se voltea y me encuentra en la cocina. —Se ve bien la ensalada, titi te espera. —Es nuestra cena, quédate veremos película y no acepto un no. —No diría que no por nada. ¿Qué película veremos? —La preferida de Betsy, “Más barato por docena”, necesita reír. Está en la mesa, ve, ponla e iré ahora con los platos. —¡Me encanta esa película! —Sostengo la película y me voy hacia el cuarto. Al entrar sostengo en alto la película, mi tía sonríe y grabaré por siempre esa sonrisa. Llega mi tío con la bandeja, puse la TV con la película. Me siento en la butaca, mi tío al lado de mi tía y empezamos a verla. Ver su amor incondicional vale oro. Aún veo esa chispa en ambos. Son los tesoros que guardaré por siempre. Mi tía se reía débil, pero estaba feliz y mi tío al pendiente de ella. —Saben nunca quise más hijos. Decía: Fabian da por veinte. Pero ahora me lamento, no haber dejado más compañía para mi hijo. —Mi corazón, no te equivocas, Fabian da por veinte. Así estamos bien y más. —Mi tío la besa y ella lo corresponde. Al terminar la película, me despido y veo la hora, son las 9:00 de la noche. Estoy en el carro, pongo seguro y verifico mi celular. No quise interrumpir mi momento en familia, tengo diez llamadas perdidas de mi madre. Dos de mi hermano, una de Fabi y un mensaje de voz. Le doy a escuchar el mensaje y dice: Así quieres que confié en ti, no contestas las llamadas y menos avisas. ¿Dónde estás? Mi madre histérica, no estoy para ti y peleas. Abrí los mensajes de texto, uno de mi hermano y otro de Fabi. Te llamé, comunícate con mamá. Me ha llamado tres veces. No me importa si estás de fiesta, pero llámala. ¡Besos, Rodri! Prima, le contesté a la loca de titi. Le dije que estás en casa y habló pestes. Pero nada raro en ella. ¡Tqm! Tu primo, salva tu culito. Me empiezo a reír, le envié un texto a Fabi. ¿Dónde te encuentras? Salí ahora de tu casa. En vez de enviar texto, me llamó y rápido contesté. —Fabi, tan mal estás que no puedes escribir. —No soy Fabi, pero es mejor escuchar tu voz que escribir. Mi corazón se emociona, su voz es más ronca que en persona. —Ahora eres secretario de Fabi, no conocía ese trabajo. Su sonrisa suave me enamora más, nunca imaginé que fuera posible, pero estoy emboba. —Estoy loco por verte, por ti hago cualquier oficio. Ven a casa, me imagino que sabes cuál es mi casa. —Sí, sé tu dirección, pero no estoy de ánimo de fiesta. Mi día fue agotador, emocionalmente no soy la chica que necesitas y sería aguafiestas. —Nunca serías aguafiestas, contigo me perdería fiestas y todo por verte. Ven, tengo de invitado la luna, tranquilos bajo su firmamento y apartados. ¡Acepta, por favor! —Con semejante propuesta, es imposible negarse. Nos vemos luego. —Te llamaré desde mi celular, para que me llames cuando llegues. —Sale y vale. —Te esperamos la luna y yo. Me marcho, estoy emocionada por verlo y nerviosa. Suena el celular, número extraño y coloqué el altavoz. —Ya tienes mi celular, te veo pronto. —Tengo una duda, ¿los periodistas molestarán? Porque no tengo un carro lujoso con tintes. —Créeme, te puedo regalar uno. —De ninguna manera aceptaría un regalo así. —Fue relajando, sé que no aceptarías. Por otro lado, si me diera la gana de hacerlo es porque puedo y deseo. —Hablemos de la entrada y de los periodistas. —Cuando veas la entrada principal, pasas el redondel y verás una verja. Ahora mismo mi padre espantó a los periodistas. Así que no creo que tengas problemas. —Cuando esté ahí, te llamo. Él vive por el salón la Rosa, unas casas gigantes y con terrenos. Una vez estaba con mi madre y me enseñó su casa. El viaje es relativamente cerca, en veinte minutos estoy pasando por casas hermosas, con fachadas elegantes y marco a Ken. —¿Llegaste? Estoy saliendo hacia el patio. —Pase ahora mismo la entrada principal. Paso el redondel y estoy frente a la muralla del castillo. —Ya abro, mi doncella. Al abrir el portón eléctrico, entré a su casa y es literalmente un castillo. Me quedo anonadada viendo a Ken, con una camisa roja “Volcom”, pantalón de traje de baño n***o y tenis. Él camina hacia el carro, va por el lado del pasajero y trata de abrir, pero está cerrado. Suelta el celular Tiara, me percaté de que aún tengo el celular en la oreja y lo suelto en el posavasos. Me suelto el cinturón, me estiré por encima del asiento y quité el seguro. Él rápido entra con su mirada de pícaro, trágame tierra y me sonrojo. —Pensé que nunca me abrirías. Cuánto te extrañé. —Se me acerca y me besa al lado de los labios. Me pongo a mil, creo que se escucha el tambor de mi corazón y suspiro. Roza mi mejilla, me quita un mechón que tapa mi ojo y acaricia mi lóbulo. Todo es tan íntimo, tan increíble y se aparta de un cantazo. —¡Hola, Ken, también te extrañé! —Formular palabras fue difícil y me dio su sonrisa. —Es bueno saberlo. Continúa directo, pasa la casa y llegaremos a nuestro sitio. Al fijarme bien, la casa es hermosa y su fachada imponente. Es de dos pisos, su color gris y azul claro le dan un toque elegante. Hay varios carros al frente, su jardín de película y es inmenso el terreno. Me señala una pequeña loma, me deleito con tanta belleza y al final veo el bohío de madera. Está oscuro, se ven las estrellas tintineando y la luna redonda de testigo. Es maravilloso vivir aquí, estoy impresionada. —Llegamos, es mi lugar favorito. Sin esperar me bajo del carro, subo la cabeza y respiro libre. Escucho la puerta cerrarse del auto. No lo esperé, entré al bohío y se encendió un foco. Al voltearme veo a Ken recostado en mi carro con sus brazos cruzados, se ve acorde al paisaje y hace ver lindo a mi carcacha “Mirage”. Nunca creí posible que alguien fuera tan hermoso y lo tengo a pasos de mí. —Sin palabras estoy. Se acerca callado, mis nervios aumentan y me volteo. Me acerqué al barandal para ver el paisaje, el aire dándome en mi rostro y siento su brazo rozando con el mío. —No hacen falta palabras cuando tu rostro habla por sí solo. Me encanta que disfrutes esta maravilla al igual que yo. Nada de los lujos que tengo se compara con este paisaje. —Es increíble, lo ocupado que vivimos y nos perdemos los detalles simples. Olvidamos respirar. —La noche es nuestra hoy. —Debo admitir que me asustaste hoy. No puedes andar dando esos sustos. ¿Estás bien? —¿Te preocupaste por mí? —¡Claro, que sí! —lo admití. —No fue más que un resbalón por así decirlo. Estábamos probando la motora, perdí el control y me barrí en el cemento. Solo fueron rasguños insignificantes. —Muéstrame lo pequeño que fue. Se mueve más hacia el foco, me muestra su brazo todo raspado, señala su pierna, ambos lado derecho y se voltea alzando la camisa. Se me escapa un gemido, me tapo la boca y él se giró. Es mucho para decir insignificante, están pelados y en carne viva. Qué ardor debe sentir y molestia. —No te hagas, te debe arder. Es un tajo pequeño y duele como loco. Se acerca a mi lado, me siento cómoda con él y me agrada su cercanía. —Son consecuencias de la adrenalina, así que las acepto con orgullo y arden, pero pasará. Así es mi vida, son cantazos de experiencias y unos duelen más que otros. —¡Me alegro de que estés bien! —¡Gracias! Me alegro de estar aquí contigo. Vamos a sentarnos fuera del bohío. Nos sentamos, se ve mejor la vista y la brisa mueve nuestros cabellos. —Vamos, valiente, ¿por qué no te acuestas? ¿Estás tiquismiquis? —dije bromeando. —No seas cruel, otro día me acuesto a contarte las estrellas. Nos reímos, me sostiene la mano y me sonrojo. Porque mi cuerpo es tan delator, pero así soy, ni modo. —Después de un día tan emocional, esto es lo mejor para terminarlo —comenté en paz. —¿Cómo te fue con tu tía? Me sorprendo, él ve mi confusión y aclara. —Nos contó hoy Fabian. Fue muy duro para él, pero lo apoyaremos. Hasta llamé al médico de cabecera de mi familia, pero se comunicó con el médico de tu tía. Está muy regado el cáncer, va más allá del dinero y duele tanto ver a mi mejor amigo sufriendo. Mi primo habló, estoy muy orgullosa de él. Lo mejor es que sus amigos lo apoyan. Saber que Ken intentó ayudar con su dinero, es valioso. —¡Gracias por todo! —Sollocé como si no hubiera derramado lágrimas en el día de hoy. Me abraza, me dejé consolar y me recuesto de su pecho. El que un día toque sin nada de por medio, el que anhelaba volver a tocar y ahora estoy llorando a moco tendido. —Llora, saca tu dolor y te sostendré. —Verla, tan demacrada fue… un impacto. Siempre estaba retrasando… la visita y al encontrarla en ese estado, me partió el alma… —me ahogué en llanto y tomé aire—. No dejaré que el miedo me impida visitarla. Ella es mi madre y saber… que se está apagando duele. La vida es injusta. Fui una inmadura. Me limpié molesta mis lágrimas, Kendrick subió mi mentón y quedamos mirándonos. —No te eches la culpa. —Es que aún no sabes por qué lo digo. —Pues cuéntame y yo decido. —Tengo hipotiroidismo, todos tenemos la glándula tiroidea, pero la mía no produce bien por explicar sencillo. Desde los trece años me la descubrieron, mi madre se obsesionó y me volví rebelde. Le hice la vida imposible en los análisis, las pastillas tengo que tomar una diaria, no me la bebía, en fin, jugué con mi salud. Cuando te sientes bien… —sorbí por la nariz— aunque digan que estás mal te crees la mujer intocable. Quería llevar la contraria a todos. No quería aceptar mi enfermedad, quería ser normal, sin pastillas y sin mi madre encima. Todo por querer molestar. Ahora veo que hay gente que anhela más tiempo para vivir. Me hace ver lo insensata que fui. Bajé la mirada, pero me hizo enfrentar sus ojos hipnotizadores. —Todos nos equivocamos en la vida, tú aceptaste tu error y es lo que vale. Debe ser difícil tener a tu leona madre encima todo el tiempo. Me empiezo a reír al escuchar su apodo de sus labios. —Siempre me sacas una sonrisa con el apodo. —Sus dedos limpiando mi rostro y ese gesto me cautiva. —Es una leona. En fin, lo importante aquí, ya no jugarás con tu salud. Además, tengo una idea para que la molestes sin afectar tu salud. —¿Se puede saber cuál es esa súper idea? —La súper idea es que te dejes ver conmigo en público —con su dedo índice me toca la nariz. —Debo admitir que es una buena idea, pero sería perjudicial. —Si es perjudicial para mí lo acepto, pero si es para ti, me niego a que sufra mi Sirena. —¡¿Sirena?! —interrogué curiosa. —¿Lo dije en voz alta? —Se me acerca más al rostro y respiramos el mismo aire. Sus ojos miran mi boca y los míos observan sus perlas marrones con toques de verde. —Escuché sirena —dije y me muerdo el labio por nerviosismo. —Pues debiste escuchar esto también. Antes de que pudiera preguntar, me besó y me rendí a su boca. Loca por sentir sus labios y su posesión. Mis petardos explotando dentro de mi estómago. Estoy viviendo el momento, nuestras lenguas acoplándose y al despegarnos me relamí los labios. —¿Qué dijiste? —pregunté en un hilo de voz. —Sirena. —Después. —Mi corazón al ritmo del tambor. —Muero por probar tus labios —su voz se puso ronca y tragó duro. —Definitivamente, no escucho bien —dije decidida a vivir. Lo abrazo por el cuello, me lanzo por sus labios y nos besamos. Estoy probando, degustando y perdiéndome en él. Si esto que siento por Kendrick (lo que está creciendo dentro de mí) se llegara a acabar, lo acepto. Me hago responsable del dolor porque nunca olvidaré estos petardos dentro de mí. Vale la pena arriesgarse. —¡Sirena! —¿Qué nos depara Kendrick? —Lo averiguaremos juntos de la mano, paso a paso buscaremos juntos la libertad. Quería contestarle que seremos novios y te ayudaré en el camino. No obstante, sé que tan solo al oír la palabra novios se asustaría y alejaría de mí. Así que poco a poco le enseñaré a ser libre y que mi amor por ella es real. Esto que siento por Tiara es valioso, le enseñaré cómo protejo lo que es mío y ella es mía.
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