Recuerdos tormentos.

1322 Words
Prácticamente voló a la cárcel, paso todos los protocolos. Una vez adentro se sentó frente a Vivían. El la miró de forma compasiva; tenía enfrente a una mujer tan frágil cuando de enfrentar al honorable juez se trata, y que sin embargo, estaba aparentando fortaleza para luchar por la custodia de su hija. Tendrá que demostrar que es una buena madre y buena cuidadora para su hija, y para ser sincero, no sabía si lograrían traspasar el muro prote Tor levantado alrededor del juez, el poder judicial se había vuelto tan corrupto, que olvidaron el juramento que un día hicieron. —¿Cómo fue que acabé aqui?—pfeguntó a su primo —No lo sé, pero lo averiguo en unos días. Ella le comienzo a relatar su detención. Hace un alto par preguntar,—esto es real, esta es la realidad, por favor…dime qué es una pesadilla, dime qué Ariel está bien, dime qué pronto estaré con mi hija. El la miró con tristeza, está era su realidad, no hay otra. Ángel tenia el corazón apretado, cómo podría ayudar a su prima. La batalla aún no comienza y se siente derrotado. Andrés es un tipo implacable, malvado, cruel y vengativo. —Saldremos de esta, daremos la pelea. Si sabes que Andrés está detrás de todo esto, ¿Verdad? —Lo sé. —Estas pálida, ¿te sientes bien?, ¿has comido? —Me he sentido un poco mal del estómago, estoy con un poco de náuseas, creo que debe ser por los nervios y la preocupación. —Bueno, iré trabajando par sacarte de aquí, y luego recuperar a Emilia. —Gracias primo, eres todo para mí. Se despidieron con un abrazo. Ángel quiere ser todo lo bueno para ella dentro de todo lo malo que le está sucediendo. Mientras sube a su moto, se pregunta, ¿Por qué la enviaron a la cárcel y no quedó detenida en la comisaría?, ¿y como fue que hubo testigo que la acusa, tan pronto? Se fue al lugar donde reposa el cuerpo de Ariel, al entrar miró la hora e informó que el cuerpo seria trasladado al Jardín de responso a las 16 horas. Al día siguiente comenzó con los trámites para sacar a Vivían de la cárcel. —No hay acusación aún, solo las declaraciones de los supuestos sicarios pagado por Vivian—informo Natalia, asistente del fiscal— Lo que significa que la puedes sacar a cambio de una fianza, demoraré la acusación, no hay nada claro y es muy sospechoso todo esto. ¿Qué razón te diría tu prima, como par mandar a asesinar a su novio?, me huele más a las manos de Andrés— dijo, mientras tomaban un café en un lugar del centro de la ciudad. —Mi prima ama a Ariel, ¿porqué lo mandaría a matar?, y concuerdo contigo, las manos de Andrea deben estar metidas y no descansaré hasta desenmascararlo. —Va a ser un poco difícil, el siempre cubre todos sus lados. —Ariel decía; debe tener una debilidad, debe tener algo que lo haga vulnerable, un talón de Aquiles, recuerda que la debilidad de Aquiles era su talón, y eso que tuvieron involucrados los dioses, entonces Andrés no es más que Aquiles. Buscaré su debilidad, la encontraré y entonces haré que pague por lo que le mando hacer a Ariel. Me rompe el corazón ver cómo sufre mi prima y que se le haya negado el poder asistir a su funeral. —Te ayudaré, y ayudaré a que puedas sacar a Vivían de aquel lugar. Nada me causaría más placer que ver caer al honorable juez Canessa, vil y corrupto. Terminaron de tomarse el café y se fueron por caminos separados. Ángel llegó al juzgado para pedir la libertad de su prima y Natalia se fue a la fiscalía para indagar sobre el proceso de esta. Luego de los trámites correspondiente y del p**o de fianza, ella fue liberada, la recogió Ángel y la llevo hasta su departamento, la dejo allí, en tanto va por Emilia. Arrastra sus pies al llegar al departamento de Vivían, no lleva consigo a Emilia. —Lo siento, no pude traer a Emilia, Andrés no la dejara salir ahora que la tiene en su poder, es su moneda de cambio. Vivían se echó a llorar, no solo por Emilia, le duele el pecho por la pérdida de Ariel. Ángel la envuelve en un abrazo, siente compasión por ella, no imagina el dolor que debe estar sintiendo. —La sacaremos de ahí— sentenció, el pero era, que no sabía cómo lo haría. Al llegar la noche, Vivian salió al balcón y desde allí observo la luna, recordando a Ariel, y que muchas veces la observaron juntos. A su lado está Ángel sosteniendo en su .ano una taza de café. —La luna se ve diferente, está en su mayor plenitud, es luna llena y se ve tan grande y la noche encierra un misterio. La luz de aquella luna llena se mezcla con la luz artificial que emiten los faroles de la calle. —¿Que está pasando?, dime qué mañana será diferente—dijo ella, en un acto desesperado, mientras las lágrimas mojan su rostro. —Sabes que no sucederá. —Si solo Ariel se hubiera quedado…—no alcanzó a terminar. Ángel no la dejó continuar al decir—el hubiera no existe, esta es la realidad, y Ariel no está en ella, se lo mucho que duele, pero debes aceptar que el se ha ido de este mundo. Vivian tenía la mirada fija en la luna, la que parecía brillar con intensidad aquella noche, y se preguntaba si luna, ¿Entendería su dolor?, ella era una mujer que creia en Dios, pero está vez su dolor sobrepasaba a toda creencia. Ángel se despidió con el corazón destrozado al ver sufrir a su prima y no poder hacer nada que pueda ayudar aliviarlo. Vivían se metió en la cama en posición fetal. Agarro su teléfono y comenzó a mirar las fotos que tenía junta a Ariel, lloró con cada vibra de su cuerpo rogando que aquel dolor disminuyera, le pregunto a Dios una y otra vez, el porque de lo sucedido, porque se llevó a Ariel y porque nuevamente sufría por la pérdida un ser amado. Cuanta tristeza y cuánto dolor había en ella. Se abrazo a la almohada y después de llorar al alero del dolor, se durmió, dormir era la única manera de escapar del dolor. Se despertó repentinamente con un aroma familiar que la brisa de la noche le trajo hasta ella, le gustaba dormir con la ventana entreabierta, excepto en invierno. Al abrir los ojos vio Ariel parado a los pies de su cama y detrás de él había un lobo con la vista fija en ella, el color de los ojos del lobo se le hacia familiar, luego recordó los ojos de Ariel, y hubiera jurado que eran iguales. Sin poder conciliar el sueño, fue en busca de block y lápiz para dibujar la imagen de Ariel y el lobo. Sentada a la mesa, con los ojos nublados por las lágrimas fue delineando el rostro de él, sus ojos, luego su cuerpo y a cada línea trazada rodaba una lágrima por su cara hasta caer en la hoja, y así fue cayendo una tras otra hasta mojar la parte baja. Había amanecido y ella sin haber dormido, se preparó par enfrentar el día y todo lo que traía consigo, arrastra sus pies, su ánimo por el suelo, sin poder abrazar a su hija; tal vez si estuviera con ella, la pérdida de Ariel, dolería menos. Sentia que no podía comer bocado alguna, su estómago no lo tolera, hasta el olor del jabón le provoca rechazó. Cuestiona su vida, cuestiona sus decisiones, cuestiona su matrimonio, lo único que jamás cuestionará, será haber traído a este mundo a Emilia, su mayor tesoro.
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