Zeynep hacía lo posible por no soltarse a reír cada vez que recordaba la cara que había puesto su querida suegra cuando su marido ordenó que se dividieran los días de la semana para ordenar en la casa. Neylan era una mujer de baja estatura, de tez robusta, bastante pasada de peso, aparentaba tener un carácter tranquilo, pero era meticulosa, planeaba muy bien las cosas antes de hacerlas. Al otro día, a Kerem le pareció extraño que decidió por propia voluntad dejar la cocina en manos de Zeynep, tal vez su madre había decidido llevar la fiesta en paz para no tener más problemas. Kerem subió a la habitación para hablar con Zeynep en cuanto su madre le dijo la decisión que había tomado. —Mi madre ha decidido dejar en tus manos por hoy la cocina, debes encargarte de que todo esté preparado,