Capítulo XII

568 Words
Christhop. Krystine. Christhop. Krystine. Esos dos nombres eran gritados con fuerza en el denso bosque, una cabellera negra y un par de paramédicos eran los que claman por ellos. Ada la señora que siempre ha cuidado de los Hoffman era la más preocupada. Y al momento en que los encuentra su rostro demuestra la angustia que tiene. Christhop Hoffman. Luce ansioso y muy nervioso, todo su cuerpo tiembla mientras tiene la mirada perdida y en sus brazos la frágil joven. Krystine. -Krystine- susurra la señora con tristeza. Observa como su abdomen tiene una gran herida la cuál ha derramado mucha sangre. -Ada…lo siento…no quería…no quería que esto pasará…no era mi intención que la lastimaran- habla desesperadamente aquel joven. Aquella señora nunca había visto así al menor de los Hoffman, no lo reconocía. Con ninguna de las muertes de sus enfermeras o cuidadoras había estado tan atormentado. Solo con esta. Solo con la bella y dulce Krystine. -Te entiendo…déjame verla- le dijo con cautela intentando quitarla de sus brazos. El joven niega mientras la sostiene. -Inténtalo- le dice suavemente. En eso aparece uno de los paramédicos y con temor busca el cuello de la joven, tratando de sentir su pulso. Suspira…ella respira, pero esta muy débil . Sin pensarlo, el la levanta en sus brazos. Alexander intenta trabajar lo más rápido que puede intentando salvar a la joven. Christhop Hoffman. Siente desesperación al ser separado de la joven, temor a que no reviva. Sentimientos que habían permanecidos congelados y guardados por muchísimo tiempo y que no quería tener. Alexander intentaba hacer lo posible por detener la hemorragia pero esta parecía no querer cesar. La frágil joven, dependía de eso para poder vivir. Empezó a limpiar la herida y luego procedió a saturarla. Perdió muchísima sangre en el proceso, tenía pocas posibilidades de vivir. Al terminar el paramédico estaba algo feliz con el resultado, necesitaba no, quería salvar a esa joven. Quería tener la oportunidad de conocer a la dulce Krystine. -Alexander, gracias- dijo Ada soltando un suspiro. El joven sonrió y agarrando con mucho cuidado el cuerpo de la joven, y empezó a caminar. -Debemos seguir el bosque y llegar a la casa…nadie debe ver a Krystine y mucho menos al joven Christhop- informó Ada, mientras observaba al joven que tenía herida en los nudillos y su ropa estaba manchada por el líquido carmesí. La sangre de Krystine. -Caminen con cuidado…Alexander cuida de el y más de ella- pidió Ada, antes de regresarse con su esposo y analizar todo lo que pasó. Los dos jóvenes partieron en busca de su camino, Christhop sumergido en sus pensamientos y Alexander pensando en que necesitaba cubrir a la joven de la fría noche. Se detuvieron y con cuidado la puso sobre el suelo, buscando algo con que cubrirla. Christhop es conocido ante toda la sociedad como el segundo Demonio. Y entre tanto pensar, se agacha en busca de una gran roca mientras observa como el otro joven sigue en la búsqueda y sin darse cuenta o tiempo para reaccionar, le da con la piedra en la cabeza al joven. Alexander cae de golpe, con un gran charco de sangre alrededor. Christhop observa el cuerpo sin ningún remordimiento. -No le harás daño, no a ella, no como a las demás- dijo en un susurro, tomando en sus brazos a la frágil Krystine y adentrándose en lo más denso del bosque. Con un objetivo.
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