CAPÍTULO 3

4094 Words
Desperté un poco agitada de aquel confuso y loco sueño. Desde que supe y estuve al tanto que existía este mundo sobrenatural, venían sucediéndome extraños sucesos en mis sueños. Recordaba como mi madre me decía que nunca debíamos de ignorarlos, pues estos nos avisaban cosas que pasarían o que estaban sucediendo. Derrotada y con un gran suspiro me levante de la cama. Una idea llego a mí haciéndome apurar para arreglarme. Hoy no era la excepción, hacia igual o aún más frio que ayer. Pero sabían quién me mantendría cálida. Gabriel. Ya lista, y con una gran sonrisa, salí del cuarto dispuesta a encontrar a Gloria. Después de varios minutos y de estar a punto de darme por vencida, encontré la sala, así que realicé mi pose ridícula de victoria. Una pequeña risa se escuchó logrando sorprenderme. Me voltee viendo a Gloria sonriendo ampliamente. —Se supone que nadie debió de a ver visto eso —dije, haciendo referencia a mi actuación de hace segundos —Tranquila, será un secreto entre las dos —agarró mi mano dándome un leve apretón.  —El primero de muchos —reí, pero al ver su semblante serio me detuve de inmediato—. ¿Sucede algo? Ella cerró sus ojos. Su mano se soltó de la mía y la coloco en mi pecho, la otra fue a mi espalda. Su entrecejo se arrugó mientras comenzaba hablar en griego. Lo sabía porque mi madre había insistido tanto en que aprendiera ese idioma, que solo lo había hecho para complacerla, ahora agradecía haberlo hecho. Pero, hablaba tan bajo, que no lograba entenderle. Dioses…Maldición…Sangre…Luna…Mates ¡Que mierda! Intenté salir de su agarre, pero no podía, la fuerza con la que me sostenía era impresionante, el pánico empezó a recorrerme cuando vi que de sus ojos salía sangre. ¿Acaso era posible? Bueno si, lo estaba presenciando. Grité pidiendo ayuda. Rogaba por todos los cielos que Gabriel apareciera y retirara a Gloria de mi lado.  —Gloria, ¿Qué pasa? Dime —mis nervios me traicionaron haciendo quebrar mi voz. ¿Estaría siendo poseída? — ¡Emm! —escuché el grito de Gabriel. —Gabriel —suspiré aliviada—. ¡Aquí estoy! — ¿Estás bien? —preguntó llegando a nosotras—. ¿Gloria? De un jalón la quito de mi lado, agradecí internamente y fui hacia sus brazos sintiéndome a salvo. —Tenía mucho miedo —sus brazos me rodearon mientras susurraba que todo estaría bien—. Empezó hablar griego y lágrimas de sangre salieron de sus ojos. —Ven a sentarte mi Luna —me llevó al mueble más cercano y fue hasta donde Gloria, quien recién parecía estar volviendo en sí—. ¿Qué sucedió? Su voz salió gruesa y fuerte, era su voz de Alpha. El rostro de ella paso por todas las emociones posibles, pero ninguna positiva. —La maldición de los dos mates —su mirada viajó a mí, para después volver hacer contacto visual con él—. Ella es la descendiente de Nalu. Mírelo por usted mismo Alpha. Gabriel se quedó estático, su mirada era tan profunda. — ¡NO! —un gran rugido junto con una voz distorsionada salió de él. Abrí mis ojos sorprendida—. Debe de haber un error. ¿Por qué ella? ¿Por qué mi mate? ¿Por qué diosa luna? ¡Maldita seas Neos! Gritaba a la misma vez que acaba con todo a su paso. Estaba furioso…demasiado, tanto que temí por mí en un segundo. Pasaron varios minutos hasta que se calmó. Cayó arrodillado en el piso y su cuerpo empezó a convulsionar del llanto haciendo mi corazón encogerse. Ohh mi lobito. —Gabriel —dije llegando a su lado—. Todo estará bien, sea lo que sea lo solucionaremos. Limpie todo rastro de lágrimas en él mientras sentía su pesada mirada en mí. Algo dentro de mí se quebraba al verlo en ese estado, aún más con esa mirada de impotencia y pánico que tenía. —Nada estará bien de ahora en adelante Emm —su voz aún seguía distorsionada. Sus ojos cambiaban constantemente de colores—. Pero haré que sea lo mejor posible. Me dio un beso lento, esos que congelan el tiempo y hacen que no puedas pensar nada más que en ellos, y en lo bien que se siente junto con los tuyos. No sé en qué momento sucedió, pero al abrir los ojos ya me encontraba en mi habitación. — ¿Cómo? —pregunté aturdida, él sonrió e involuntariamente también lo hice. Como no hacerlo si tenía la mejor sonrisa de todas. —Me tengo que ir. Gloria estará aquí y te cuidará mientras vuelva. No pude responder, el salió rápidamente del cuarto sin ni siquiera dejarme decir algo. Y así como lo había dicho, gloria entro apenas segundos después de que se había ido. —Dímelo todo —exigí.  —Es una historia muy larga. —Tengo todo el tiempo del mundo —negó levemente. No quería aprovechar mi situación, pero no me había dejado otra opción—. Te lo ordeno como tu Luna. Nos sentaremos y me contaras toda la verdad. Fuimos hasta los asientos que se encontraban cerca a la chimenea. Espere paciente a que empezara hablar, necesitaba saber lo que había ocurrido minutos antes. —Todo comenzó hace miles de años, cuando solo existían los Titanes, quienes dieron vida a los Dioses, y los Dioses a los humanos. Los Titanes Hipernon y Nalosne tuvieron 3 hijos, 2 de ellos gemelos: Nilos, el Dios del sol y Nalu, la Diosa de la Luna, la menor, Neos Diosa de la Aurora. Se respiraba armonía y paz en ese tiempo, pues no había caos alguno, todo estaba perfectamente controlado, cada uno en sus labores. Era una noche como cualquier otra, cuando la Diosa Luna hacia su recorrido habitual por el mundo, vigilaba que todo estuviera bien, ya que era su deber como madre de toda la naturaleza y criatura que en esta habitara. Eran pocos los humanos que en ese tiempo moraban, cada uno con un don excepcional, entre ellos se destacaba uno que sin duda llamo la atención de Nalu, un hombre llamado Dimión, de 25 años, alto, musculoso y con unos ojos azules como el mismísimo océano que hacían resaltar aún más la extraordinaria belleza que poseía aquel mortal, su don, manejar cualquier tipo de magia que existiera. Nalu cautivada por aquel mortal, rogo a sus padres que le permitieran el poder de convertirse en humana todas las noches para visitarlo, ellos al ver lo emocionada que su hija se encontraba, no dudaron en concedérselo. Su encuentro fue el más hermoso e inocente de todos. Desde que sus miradas se encontraron, supieron que estaban destinados a estar juntos. Sensaciones de cosquilleo se hicieron presentes en cada uno de ellos, y cierta atracción que tenían hacía de sus cuerpos buscarse mutuamente, eran como el imán y el metal. Siguieron en sus encuentros nocturnos un poco más de un año, cuando una noticia los hizo rebosar de felicidad, esperaban un hijo, mitad Dios y mitad mortal. Para sus padres la noticia no fue tan bien aceptada, pero tiempo después añoraban con conocer ya a su nieto. De regalo, un gran trono lo esperaba siendo el Dios de los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y viento, cortesía de sus abuelos y tío. Fue tanto el tiempo que Neos soporto guardando en silencio sus sentimientos, que al enterarse del embarazo de su hermana, cinco meses después, explotó contando su mayor secreto. Amaba a Dimión con la misma intensidad que lo hacia su hermana, era el amor de su vida, él se había metido en su piel de una manera inexplicable. Lo amaba tanto, que en el día se hacía pasar por una mortal la cual era la mejor amiga de él, tener que soportar como hablaba maravillas de su relación con su Nalu, y escuchar las miles de sensaciones que esta le hacía sentir, eran como puñaladas directas a su corazón, con el tiempo aprendió a controlar las inmensas lagrimas que querían salir cada vez que escuchaba sus aventuras. Pero se conformaba con ello, con ser su amiga, pues era la única manera en que lo tenía cerca. Su presencia alborotaba todo su ser, sus labios cosquillaban con poder tocar y probar aquellos carnosos y grandes labios que Dimión poseía. Lo más triste, mucho antes que su hermana lo viera por primera vez, ella ya lo conocía, estaban en el principio de una bella amistad que con el tiempo deseaba que se volviera algo más. Su hermana fue más rápida o estaban destinados a terminar juntos sin importa qué, pero no le importaba y no aceptaba que Nalu quedara con el amor de su vida, nunca lo haría. En el fondo su ser entero envidiaba el amor que ambos se tenían. Deseaba un amor como ese, lástima que con la persona que quería fuera él, solo él. Cegada por la ira, el desamor y la tristeza, les lanzó una maldición a ambos. Dimión fue convertido en lobo y a toda su descendencia junto con él bebe que Nalu llevaba en el vientre, no le importo que fuera su sobrino, no lo pensó dos veces para hacerlo.  Nalu inundada en la tristeza, decepción y traición por parte de su hermana. Condenó a la mitad de sus hijos en vampiros, pues aurora era la madre de la humanidad, haciendo de ellos demonios bebedores de sangre con una incontrolable sed que, al no ser controlada, hacía de ellos acabar con casi toda la humanidad. Nilo, al saber el acto tan atroz por parte de su hermana menor, la condenó por el resto de la eternidad a ella y a sus hijos ya convertidos en vampiros, en no poder salir a la luz del sol, serían quemados y rostizados por el sin ninguna piedad si lo hicieran. Al ver y sentir el sufrimiento de su gemela, hizo de los lobos, hombres. Sesenta por ciento hombres y cuarenta por ciento lobos, llamándolos hombres lobos o licántropos, teniendo la posibilidad de convertirse en lobos siempre que quieran, lo único malo, su lobo se descontrolaría cada luna nueva, recordando así, la fecha de aquel suceso tan desastroso que fue un antes y después para la vida en la tierra. La Diosa Luna queriendo remediar un poco las cosas, hizo que sus hijos obtuvieran una pareja eterna llamada mate, el cual sería su complemento, su otra mita y el amor de su vida, solo a esa persona amarían por el resto de su vida, vivirán por y para ella, sería escogida por ella misma para que así no se volviera a repetir la misma historia. La historia que tanto dolor y felicidad le hicieron dar, pero no se arrepentía ni un segundo, volvería a vivirlo aun sabiendo cual sería el final de tan hermoso amor. Pero su hermana tenía otros planes al notar que no fue suficiente lo que hizo, saboteo los planes de su hermana estableciendo que cada dos siglos, alguien descendiente de la Diosa Luna tendría 2 mates, un lobo y un vampiro teniendo como resultado un total caos, quiso que pasaran por lo mismo que ella pasó. Dos personas enamoradas irrevocable y completamente de la misma persona siendo esta la única capaz de decidir. Fue un golpe muy duro para Hipernon y Nalosne ver como sus tres hijos se destrozaban con maldiciones unos a otros, era el dolor más grande que jamás habían sentido, tratando de establecer de nuevo el orden y la tranquilidad del mundo, prohibieron a sus hijos volver a bajar a la tierra y tomar forma humana. Los 3 fueron separados. El único momento en que los dos hermanos se llegan a ver por algunos minutos, es cuando el sol abre paso para la noche, así Nalu sale para cuidar a sus hijos. Una vez cada siglo es el único día en donde se reencuentran y el único en donde Neos sale de aquel mundo oscuro donde fue desterrada por sus padres. Con el tiempo su furia desapareció, aunque el dolor del desamor siguió intacto, pidió perdón a sus padres y hermanos. De rodillas pidió por el perdón de Nalu, esta no era capaz de retener ira y rencor contra su hermana menor, así que lo hizo. Quisieron deshacer las maldiciones, pero era imposible, los únicos con el poder quizás de deshacerla eran sus padres, quienes se negaron rotundamente. Algo que Neos pasó por alto, fue que el destino siendo un poder sobrenatural inevitable e ineludible, nos lleva a un fin no escogido por nosotros, algunos dicen que estamos ligados desde que nacemos a nuestro amor verdadero, por medio de un hilo rojo, y que sea cual sea nuestros caminos, siempre estaremos destinados a estar con él. Nosotros creemos en nuestra pareja eterna escogida por nuestra Diosa Luna, y ningún factor lo hará cambiar ni siquiera una maldición tan poderosa como la que lanzo ella. Si dos almas están destinadas a estar juntas lo estarán, sin importar las consecuencias u obstáculos que la vida les presente.  […] Me tome mi tiempo para procesar todo lo contado por Gloria. Era un tema muy complejo que hacía que mi energía se agotara, estaba tan cansada mentalmente. Quería pensar que estaba en una pesadilla y que tarde o temprano despertaría por el llamado de mi padre en donde me abrazaba y me susurraba que todo estaría bien, pero no, esta era mi realidad…tenía que enfrentarla, aunque no quisiera. Era demasiado injusto que mi vida estuviera escrita y no tuviera una opción, más que aceptarla, tener que llevar una maldición que alguien sin escrúpulos te hizo a ti y a tus anteriores y futuras generaciones hasta la eternidad, era una completa agonía. —Soy una descendiente de Nalu —susurré incrédula, no era algo que se podía aceptar rápidamente. Nunca en mi corta vida me hubiera imaginado que me llegaría a suceder algo como aquello. —Si Luna — afirmó Gloria. —Y tengo dos mates —agregué con mi ceño fruncido. Recién aceptaba el hecho de que tenía una pareja eterna para darme cuenta que ahora no era uno, sino dos. Era mucho lo que tenía que procesar. Lleve mis dedos a mis cien, en donde empecé a masajear la zona por el dolor que amenazaba en aparecer. No creía poder sobrellevar todo lo que se venía. —Si. —No puedo. No quiero esto, tienes que hacer algo —dije desesperada, estaba entrando en crisis—. Por favor. Yo no decidí esto, solo quiero llegar hacer alguien normal, sin tener que cargar con una maldición que cambiara radicalmente mi vida. —No está en mis manos —bajo su cabeza consternada—. La única con el poder de hacerlo eres tú. —Yo —me señale—. ¿Cómo? El brillo de esperanza en mis ojos no pasó desapercibido por Gloria. —Eligiendo a uno de ellos —respondió simple, alzó su rostro viéndome fijamente. Esa mirada me daba escalofríos. — ¿Y eso es todo? —pregunté anhelante. Algo muy dentro de mí me decía que no sería así de fácil. —No, pero más adelante te enteraras. Es mucha información que digerir por un día —asentí un poco enojada, quería saberlo ya, pero ella tenía razón…era mucho por un día. —No quiero conocer a mi otro mate —aclare inmediatamente—. Difícilmente admití esto de seres sobrenaturales, además recién aprendo a convivir con ustedes los hombres lobos y sería mucho para mí si tendría que hacerlo con vampiros. —Gabriel no te dejaría ir. Los destinados por la Diosa Luna son ustedes dos. Tu otro mate solo lo es por una maldición, el amor verdadero siempre gana —sus palabras eran como un bálsamo para mí… por ahora. —Quiero descansar —suspiré. Caminé a la cama para acomodarme mientras mis ojos se cerraban poco a poco. Que descanses Fue lo último que escuché cuando Morfeo me recibió en sus brazos.   "Oscuridad… Es lo único que me rodea. A lo lejos puedo escuchar claramente el sonido del agua corriendo, no debo de estar tan lejano del rio. Quisiera moverme, pero temo que al hacerlo pueda golpearme o caer. El viento me sacude amistosamente dándome cierto toque de tranquilidad que en estos momentos estaría necesitando. Se respira aire puro, algo que solo lo consigo cuando estoy en el bosque, en medio de la madre tierra. Unos pasos me sacan de mi observación. Me quedo paralizada en mi lugar esperando un movimiento cercano a mí, por parte de lo que sea que se esté aproximando. “Ya casi te tendré en mis brazos Emma”  escucho… Esa voz. — ¿Eres tu otra vez? ¿Déjate ver? —Ordené—. Está muy oscuro aquí.  — ¿Para qué quieres verme? —me ericé al sentir un aliento cálido golpeando en mi cuello. — ¿Para qué te metes en mis sueños?— pregunté volteándome. —Touche —carcajeó. Su risa es ronca, grave y linda. Me gusta—. A mí me gustas tú. Algo frio se instaló en mis brazos, fue ahí donde me di cuenta que me estaba tocando, su tacto era muy distinto al de Gabriel. — ¿Cómo? ¿Cómo supiste? —Una de mis habilidades es leer mentes Emma, no veo porque sorprenderse cuando estas conviviendo con un hombre lobo… por ahora El tono de su voz cambio a una dura y llena de odio cuando nombro a Gabriel. — ¿Por ahora? ¿Qué quieres decir? —pregunté, aunque por dentro sabia la respuesta. —Muy pronto estarás conmigo, como debe de ser Emmi. “EMMI” Alguien me llamaba así, ¿Por qué no logro recordar quién?  — ¿Y si no quiero irme? —cuestioné con un poco de altivez. —En caso de que no quieras aunque dudo, te llevare a la fuerza —de nuevo su voz había cambiado, pero ahora era más fuerte y autoritaria—. Eres mía y siempre lo serás. De un momento a otro la oscuridad empezaba a desvanecerse dando paso a la luz. —Tú  —susurré pasmada, mi cuerpo empezó a temblar. Lo último que alcancé a ver era una de las tantas sonrisas que siempre me regalaba." Abrí mis ojos de golpe encontrándome a Gabriel sentado en el borde de la cama. Me miraba fijamente. Algo me decía que no estaba de buen humor. —Gabriel —estaba tenso y su respiración era irregular— ¿estás bien? —pregunté con cautela. —Por qué no me dijiste que habías soñado con él. Sí, no está de buen humor. Estaba utilizando su voz de Alpha. — ¿Con quién? —inquirí. —Por qué no me lo dijiste —un gruñido animal se escuchó por toda la habitación—. Responde Emma, no tengo mucha paciencia en estos momentos. —Pensé que era una pesadilla la primera vez, no le di mucha importancia. —Me pensabas contar el sueño de ahora. —Sí —mentí, no se lo diría. Lidiaría sola con ello. — ¡Mentirosa! —Gritó causándome un salto de la impresión—. ¡No pensabas contarme nada! ¿Acaso te quieres ir con ese chupasangre? Abrí mis ojos con asombro. ¿Cómo podía pensar algo como eso? “Irme con él” ¡Nunca! — Claro que no, ¿Por qué piensas esas cosas? No te dejare…. Nunca. Mis palabras lo tranquilizaron de inmediato, su cuerpo había dejado de estar tenso y su ceño de estar fruncido. — ¿Enserio? —sus ojos, esos ojos que me permitían saber cuándo era quien, ahora mismo estaban de dos colores.     — ¿Por qué no me creen? —Soñaste casi toda tu vida con él, es normal sentirme así. Han pasado más tiempo juntos, aunque sea en sueños lo han hecho, no me conoces tanto como lo conoces a él… ¿Acaso miento? —No deberías de meterte en mi mente —lo reprendí— ¿acaso te gustaría que yo lo hiciera contigo?  Claro si pudiera hacerlo— resople molesta. —Lo puedes hacer, solo es cuestión de práctica —tendré que pedirle a Gloria que me enseñe—. No te oculto nada, hazlo cada vez que quieras. Nos sumimos en un pequeño silencio donde tratábamos de poner en orden nuestros pensamientos, al menos por mi parte. Era algo difícil por lo que estábamos pasando, pero sabía que ambos lo arreglaríamos y sabríamos sobrellevarlo. —No me has respondido —Insistió Gabriel. —Siempre pensé que era una persona la cual yo había imaginado en mis sueños…hasta ahora. Aun no consigo creer que no era una imaginación, es real, todo es real. Son muchas cosas que asimilar para un día. Es mucho — cerré mis ojos agobiada. El dolor de cabeza había empezado y muy fuerte, sentía como si me estuvieran martillando—. Estas en lo cierto pero, nunca me iría con él, recuerdo acciones y sucesos que no me gustaban para nada pero aparte de eso, te di una oportunidad Gabriel —sonrió—. Estoy ansiosa por saber que sucederá más adelante con nosotros. Respondí sinceramente.  —Yo igual Emm. Como me encantaba que me llamara de esa forma. — ¿Ahora soy tu Emm? —pregunté fingiendo indignación—. ¿Por qué antes no? La habitación se llenó por esa hermosa melodía que era su risa, nunca me cansaría de escucharla, simplemente era perfecta. —Siempre serás mi Emm —una de sus manos recorrió mi cintura para jalarme y pegarme a su firme y musculoso pecho. Mis manos picaron por tocarlo, pero me contuve—. Perdóname por cómo me comporte hace unos minutos, fui un completo imbécil pero tuve miedo.  —No tengo nada que perdonarte. Es normal tu reacción de hombre lobo celoso con temor a perder a su mate —susurré mientras escondía mi rostro en su cuello, su olor era único y adictivo, no me sorprendería si me volviera adicta a él. Necesitaré todos los días mi dosis diaria de Gabriel—. No te dejare, grábatelo. —Y yo nunca te dejare ir, siempre luchare por ti mi Luna. —Lo sé, sé que lo harás. Alce mi rostro para encontrarme con esa mirada tan penetrante capaz de ver hasta mis más oscuros secretos. Sus ojos viajaron a mis labios, inmediatamente sabía lo que quería, yo también lo deseaba. Sin pensarlo uní nuestros labios fundiéndonos en un beso intenso. Nuestras lenguas llegaron a su encuentro proporcionándonos una explosión de cosquilleo y electricidad que recorrió mi cuerpo entero, un gemido brotó de mí, siendo apaciguado por la deliciosa boca de Gabriel. Nos separamos jadeantes por un poco de aire para nuestros pulmones y deseosos de algo que aún no estoy dispuesta a dárselo. —Yo también necesito mi dosis diaria de ti Emm. Tus besos son mi dosis de heroína, droga que con cada segundo que pasa aumenta mi sed por tenerla, a tal punto de necesitarla como al aire que respiro. —Ha-Haces que mi corazón lata a un ritmo anormal, que mi estómago tenga sanaciones de cosquilleo que jamás en mi vida había sentido, solo tú haces de mi cuerpo un mar de pequeñas corrientes eléctricas Gabriel — sonrió—. ¿Por qué eres tan tierno? —Solo contigo, nunca nadie ha visto esta faceta mía —su mano acarició mi espalda, sus caricias eran fuego en mi piel—. Eres privilegiada, Luna. —Sí que lo soy —levante un poco mi mano y empecé a caricia su cabello, tiempo después escuche un pequeño ronroneo—. Gabriel fuiste tú —reí. —Fue Owen. Él es el animal aquí —rio— ¡Auch! Está bien, fuimos ambos. — ¿Qué pasa? —curioseé, al ver como su gesto se contrajo. —Owen es un salvaje y me golpeo —gruñó. —Creo que ambos son salvajes. Pero no se pueden estar golpeando —regañé, cual madre. —Los sentimos mi Luna —me erice al escuchar esa voz distorsionada que tenían ambos cuando hablan al mismo tiempo. —No quiero que se priven de ronronear como perros, me gusta escucharlos— admití. Era como tener un par de cachorros. —Hombres lobos —corrigió arrugando su ceño. — ¿Cuándo conoceré a Owen? —Mañana. Estas agotada y necesitas descansar —asentí, porque tiene razón. — ¿Qué pasara de ahora en adelante? —pregunte, era una pregunta que me vena rondando en mi cabeza desde hace rato. —Todo seguirá igual. Aumente el número de hombres para vigilar la manada en las noches. Tendrás tres hombres de mi total confianza que estarán cuidándote siempre. Nada me hará cambiar de decisión. No dejare que te lleve, primero me tiene que matar. Tanta era la confianza en su voz, que era imposible no creerle. —Prométeme algo —pedí con un poco de angustia. —Dime. —Prométeme que si el viene por mí y tu vida peligra, me dejaras ir —al ver como estaba a punto de negar y hablar, continúe rápidamente— No he terminado. Somos almas gemelas, no importa el rumbo que tome la vida o la situación, siempre estaremos destinados a estar juntos, al final del día estaremos juntos. Así que promételo Gabriel, sé que correrías a buscarme hasta el fin del mundo si es necesario, lo sé y confió en ti. —Iría hasta el mismísimo infierno por ti Emma, únicamente por ti —susurró a milímetros de mis labios. Algo se apretó en mi pecho amenazando con cortar mi respiración. Inhale profundo, mientras trataba de calmar la cantidad de emociones que se desataron por esa declaración. Gabriel había cambiado absolutamente todo, puso de cabezas todo mi plan con el cual llegue aquí. Nunca me hubiera imaginado que sería así de tierno, cariñoso, atento, amoroso, sexy y no acabaría hoy si continuo describiéndolo, él era perfecto. —Promételo —susurré. Cerró sus ojos debatiendo internamente con Owen en si hacerlo o no. Lo sabía porque siempre que hablaba con Owen, su cara pasa por adorables muecas, creo que no se daba cuenta que lo hacía. —Emma —mi nombre en su voz, era como una dulce y delicada caricia—. No puedo, simplemente no. —Gabri… —No —me corta—. No lo entenderías. Eres mi Luna, no soportaría ver cómo te quitan de mis brazos…Nunca.          
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