Hace varios minutos había despertado, más sin embargo mis ojos aun seguían cerrados, no quería abrirlos. No quería saber quién era el dueño de aquellas caricias que estaba recibiendo justo en este momento. —Estas despierta, lo se Kalil —detuvo sus caricias y por un instante me vi extrañando su toque en mi piel. ¿Kalil? Abrí mis ojos y lo primero que vi fue su rostro a milímetros del mío, ahogué un gemido. Me separé y me levanté lo más rápido posible. —Tres cosas —señalé, apuntándolo—. No me vuelvas a tocar Aren. Dos, mi nombre es Emma, no Kalil. Tres y más importante, déjame volver con mi prometido. No dijo nada, solo se quedó ahí sentado observándome por completa, me miraba como si fuera lo más hermoso que sus ojos habían visto. Debía admitir que su mirada me intimidaba...m
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