Brooke Pov:
Me siento un poco rara.
Muerdo disimuladamente mi labio al sentirme un poco incómoda, pues este vestido no es algo que normalmente usaría. En realidad, fue un regalo de mi madre en uno de mis cumpleaños y lo tuve guardado, porque, aunque no era de mi gusto totalmente, era un regalo de mi madre así que no podía desecharlo. Dudé mucho en llevarlo conmigo cuando me mudé a la mansión de Elliot.
Estuve meditando por horas sobre qué debería ponerme ya que toda la ropa que tengo es el último espanto de la moda. La belleza y la moda son alérgicas a mí y es por ello que no acostumbro a usar ropa “bonita” ya que me siento más segura en las ropas holgadas que ocultan la figura, pero pensé que no se vería muy bien que yo asistiese a una reunión de la familia con esas fachas.
Tengo que adaptarme mejor a este mundo.
Ahora que lo pienso; no he hablado con él sobre ese tema.
—Por cierto, Elliot…—recuerdo de repente y me giro a verlo—Mis padres…Ellos, pues…Quieren conocerte…
Balbuceo un poco nerviosa, pero claramente entendible. He hecho hasta lo imposible por atrasar lo más posible esto, pero ya siento que no puedo, las excusas ya se me están acabando y mi mamá sigue insistiendo.
Elliot frunce el ceño sin apartar su mirada de la carretera y es que hace algunos minutos que salimos de casa y él maneja tomando la dirección hacia la casa de la señorita Odette. Ahora mismo nos encontramos en uno de sus tantos vehículos, él manejando y yo de copiloto. Hemos estado hablando de cosas triviales desde que salimos y eso es bueno, pues hace que el silencio deje de ser incómodo.
Pero volviendo al tema importante.
—¿Ellos no saben de nuestro matrimonio?—cuestiona él sonando sorprendido, pero con el mismo semblante frío de siempre.
Creo que ya me estoy acostumbrando a mirar más allá de su capa de frialdad.
—Pues…Ellos tienen sus propias ideas al respecto— me río nerviosamente y jugueteo con mis dedos sobre mi regazo, sin atreverme a mirarlo.
—Explícate, por favor— me pide sonando calmado, pero esa calma anuncia tempestad y yo no puedo evitar tragar en seco, ya que es un poco complicado.
—Ellos saben que existes, pero piensan que eres mi novio y que…Nos vamos a casar—expreso con sumo cuidado y es que esa es la verdad, mis padres no saben que me casé y ya ha pasado un mes desde que eso ocurrió.
Vaya, el premio para la mejor hija sin duda no es para mí.
—¿Cómo?—se gira en un momento para mirarme y en sus ojos puedo ver perplejidad completa. Es comprensible; soy la peor hija del planeta —Pensé que habías hablado con ellos sobre nuestro matrimonio…
—Sé que debí hacerlo, pero no tuve el valor— muerdo mi labio y me siento avergonzada. Elliot enfrentó una multitud entera al momento de decirle a todos que nos habíamos casado, y también enfrentó a su familia, pero yo ni siquiera puedo enfrentar a mis padres ¿Se puede ser más cobarde? No lo creo—Mi mamá alteró un poco la verdad y asumió que tenía un novio con el cual tenía planes de casarme, pero ellos no saben que, de hecho, ya me casé y que mi esposo…Eres tú.
Me encojo levemente de brazos y agacho la cabeza sintiéndome algo avergonzada. Ya ha pasado un mes desde que nos fuimos a vivir juntos y desde entonces he retrasado la reunión de mis padres con Elliot, pero ya ellos se empiezan a sentir preocupados por mis insistentes negativas a que ellos conozcan a mi novio y mis limitadas visitas solo los ponen más nerviosos de lo que deberían. Ya no puedo más con todo esto.
—Entiendo—dice después de un breve silencio y de reojo lo veo girar su rostro para mirar de nuevo hacia la carretera—Será complicado, pero de alguna manera saldremos bien de esto—expresa él en tono tranquilo y no puedo evitar mirarlo sorprendida por su reacción tan calmada—Avísame cuando tengamos que ir a verlos, espero no se lo tomen mal.
Yo también espero eso.
Sería comprensible que se molestasen, pues su única hija se casó hace un mes y ellos no lo sabían. Espero poder mentir bien delante de ellos, pues aún me falta mucho para mejorar mi actuación. Odio las mentiras, no me gustan y sé que suena ridículo que yo lo diga ya que Elliot y yo estamos engañando a todo el mundo con este supuesto matrimonio, pero nunca me ha gustado mentir y, si lo hago ahora, es porque decidí por mí misma arrojarme a este profundo abismo de mentiras que siento que cada vez se hace más y más profundo con forme pasa el tiempo y la mentira crece atrapándonos a los dos.
Solo espero…Que podamos escapar.
—Por cierto, hay algo que quería preguntarte—habla él luego de un breve silencio llamando mi atención— Anoche vi en tu habitación que hay ciertos objetos envueltos en una esquina— frunzo mi ceño ¿Objetos envueltos? ¿Qué quiere decir…?—¿Qué es eso? Si son objetos importantes no deberían estar tirados de una manera tan descuidada.
No sé de lo que está hablando, yo no tengo…
En ese momento caigo en cuenta sobre lo que se está refiriendo ¡Ah! ¿Cómo pude olvidarme de eso?
—Esas son…Mis pinturas—murmuro yo con un leve rubor adornando mis mejillas.
—¿Pinturas?—cuestiona él y yo asiento, a pesar de que sus ojos como cristales no se encuentran en mí y no mi silenciosa afirmativa— Es cierto, en algún momento me comentaste que te gustaba dibujar y pintar.
Mi entrecejo se frunce al tratar de recordar cuando fue que le dije yo tal cosa, hasta que una chispa se enciende en mi mente. Recuerdo que fue cuando él se encontraba de viaje de negocios en Puerto Rico y, entre una de las largas charlas nocturnas que tuvimos, yo le mencioné vagamente que me gustaba dibujar y pintar, pero me parece sorprendente que él lo recuerde, pues yo ni siquiera lograba recordarlo. También recuerdo que, en ese entonces, él también me dijo que tocaba el piano y que le gustaba leer libros clásicos de autores reconocidos. Eso de cierto modo me resultó fascinante…
—Si son tus pinturas no deberían estar tiradas tan descuidadamente en una esquina. Son valiosas—murmura él más para sí mismo que para mí y yo me quedo un momento en blanco ¿A qué se refiere con eso?—El arte merece ser reconocido como tal en cualquiera de sus expresiones.
—No creo que sea lo suficientemente hermoso para ser llamado “arte”—expresó yo cabizbaja, pues esas pinturas las hice hace tiempo y duré sin poder pintar bastante tiempo y, cuando pude volver a pintar, lo que plasmé en el lienzo me dejó sin aliento—Como sea, las tengo ahí mientras les encuentro algún lugar después…
—Si esos lienzos fueron pintados con tus manos no hay duda alguna de que serán hermosas obras de arte, Brooke. De eso no tengo ni una sola duda—comenta cortando mi hablar en seco y yo me giro a verlo con los ojos muy abiertos—Dicen que en cada expresión de arte, el artista deja un pequeño fragmento de sí mismo, así que esos cuadros deben ser hermosos.
Elliot siempre consigue sonrojarme con sus palabras.
Siento como un suave calor toma el control de mi rostro debido a sus palabras, pero él parece no ser consciente de que todo lo que dice causa en mí tantas cosas. Quizás lo ha dicho por nada, pero no puedo evitar sentirme así por lo que él me ha dicho.
Mi corazón no para de latir con gran fuerza dentro de mi pecho y me inquieta el pensar en las razones por las cuales mi corazón se altera así, por eso es mejor no pensar demasiado en ello.
No me atrevo a decir nada más y permanezco en completo silencio solo mirando por la ventana y preguntándome una y otra vez el porqué reacciono así cada vez que Elliot me dice esas cosas. La verdad, sigue siendo un misterio para mí.
Por cierto…
En algún momento mis ojos miran a Elliot discretamente y me quedo fascinada con la visión que tengo. A diario veo a Elliot y siempre tiene puesto algún traje o ropa muy formal, pero ahora mismo se encuentra vestido de una manera muy diferente a la que acostumbra vestir. Trae puesta una camisa de lino color azul oscuro manga corta y unas bermudas de color marrón claro, todo esto con unos zapatos casuales hacen que Elliot se vea más joven e informal, pero irresistiblemente más atractivo.
Trago grueso al ver sus brazos tan musculosos y fuertes, con las venas marcadas en sus antebrazos y sus masculinas manos, adornada con dedos elegantes y largos que agarran firmemente el volante.
Esas manos...
Mi diablesa interior toma el control de mi imaginación y empieza a jugar conmigo imaginándome cómo se debe sentir esas manos recorriéndome y asfixiándome con su suavidad. Su toque es cálido, así que asumo su tacto también debe ser igual de cálido y esos brazos tan fuertes deben actuar como barrotes impidiéndome escapar de su cuerpo.
Relamo mis labios al sentirlos resecos y me remuevo un poco en mi asiento, sintiendo una sensación extraña recorrerme de repente. Nunca fui una mujer que pudiese darse el lujo de desear algún hombre para mí, es más, nunca me interesaron las relaciones y nunca esperé estar con algún hombre hasta que apareció aquel hombre hace 5 años y me tomó entre sus brazos por primera vez. A ese hombre no lo puedo recordar, solo soy capaz de recordar la primera letra de su nombre “E”, pero más de allí no puedo recordar por más que me esfuerce.
Siendo así no puedo decir que a ese hombre lo deseé y si sí lo hice, pues no logro recordar cómo se sentía ¿Se sentía así de ardiente? Es como un fuego que poco a poco quema un más y más, siento como mi piel cosquillea aclamando en ruegos silenciosos que esas manos me toquen. Yo…Deseo a Elliot, pero…
No puede ser mío.
Esa es una triste verdad a la cual debo acostumbrarme tarde o temprano. A veces quisiera que todo fuese diferente a como es ahora, pero creo que las cosas no pueden cambiar ya ¿Verdad? Solo espero que en esa fiesta no pase nada fuera de lo común…