—¿Mason dónde esta Max?
Mason se ahogó con el agua cuando escuchó la pregunta de Jessica al teléfono.
—¿Max?
—Mi perro—respondió ella y su mal humor era claro.
Mason miró al interior de la casa donde Ada dormía. Simplemente no podía estar en el mismo lugar que Ramses sin desear arrancarle la garganta. Estaba pensando seriamente dormir en el auto cuando Jessica llamó.
Desde el accidente no habían tenido oportunidad de aclarar algunas cosas.
El accidente del pequeño compañero de Jessica era una de esas cosas.
Aún que para ser honestos Mason y Ada habían evitado intencionalmente el tema. Ninguno había tenido el valor de decirle a Jessica lo que le había sucedido, el estado en el que lo habían encontrado.
Parecía que el destino quería que Mason lo dijera.
Maldijo interiormente mientras buscaba las palabras adecuadas.
—Jessica… lo siento mucho.
El otro lado de la llamada de quedó en silencio varios minutos. Mason pensó por un momento que Jessica había colgado.
—Dilo claro o no lo creeré— dijo ella después de un rato.— ¿Qué sucedió con Max?
—Lo encontramos muerto en la sala, le dispararon dos veces— respondió Mason sin rodeos.— probablemente… probablemente intentó defenderte.
—Hay manera…— la voz de Jessica se rompió al hablar pero su voz estaba cargada de rabia— ¿Hay manera de saber quien fue? ¿Quien fue el hijo de puta?
—Intentaré averiguarlo.
—Dime lo que sea que averigües, cualquier sospecha sirve.
—Lo haré.— una vez que Mason lo prometió Jessica colgó.
Mason esperaba en verdad que esta fuera la última vez que daba la noticia de la muerte de alguien.
—¿Ocurre algo?— le preguntó Ramses a Ada mientras se arreglaba frente a su espejo de cuerpo entero a la mañana siguiente.
Ada mostró una cálida y perfecta sonrisa al responder.
—No, solo estoy un poco resfriada, no me he cuidado mucho del clima.
Ramses asintió sin darle mayor importancia.
Afortunadamente para ella Ramses se fue pronto y no tuvo que seguir fingiendo que nada ocurría.
Salió de la casa y encontró a Mason dormitando en el auto.
Cuando ella entró al asiento del copiloto Mason despertó de un sobresalto como si estuviera listo para ser atacado en cualquier momento. Se calmó en el momento en que la reconoció.
—Ada ¿Qué ocurre?— a diferencia del tono indiferente de Ramses, la pregunta de Mason sonó honestamente preocupada. Sus ojos oscuros la miraron con angustia.
—Vamos al hospital— le dijo ella y su tono de alarma resultó extraño en su voz siempre tranquila y modulada.
Mason asintió y arrancó el auto sin preguntar mas.
Cuando llegaron al hospital que era un hospital muy alejado de su zona y muy pequeño para lo que acostumbraran, Ada ya tenía los nervios al mil por hora, simplemente no podía controlarse más, sentía que en cualquier momento enloquecería.
Sintió una presión en su pierna y se encontró con la mano de Mason, al levantar el rostro este la miró profundamente. Estaba claro que él entendía que algo no estaba bien.
—Vamos— le dijo y esa mirada atenta y la mano en su pierna fue todo lo que necesitó para darse el valor que le faltaba.
Ambos entraron al hospital, Mason hizo el papeleo necesario para no llamar la atención. Cuando preguntaron el área al que se dirigían Ada respondió por Mason.
—A ginecología— dijo y el nervio fue creciente en su voz. La recepcionista no mostró mayor reacción mientras terminaba de rellenar sus datos.
Pero Mason no pudo mostrarse tan indiferente, en cuanto escuchó sus palabras su rostro se llenó de asombro.
Ada bajó la mirada para evitar la de Mason.
Finalmente los dirigieron al área de ginecología. Ada le insistió a Mason que se quedara afuera y ella entró al consultorio.
La ginecóloga era una mujer mayor sentada tras un escritorio con un semblante cálido y amable.
—¿En qué puedo ayudarla?
Ada tomó aire y se sentó sin tanto cuidado en la silla acolchada al frente de la doctora.
—Creo que estoy embarazada.
La ginecóloga asintió sin cambiar su expresión.
—De acuerdo, la haremos los estudios correspondientes. La prueba de sangre tardará de un día a…
—Por favor haga la prueba de orina, me gustaría obtener los resultados lo mas pronto posible.
La doctora pareció sorprendida por su pedido pero al notar que la elegante mujer frente a ella parecía saber de lo que hablaba asintió.
—Bien, tendrá que venir mañana en ayunas para que podamos…
—Vengo en ayunas, por favor haga la prueba ahora.
La ginecóloga casi pareció reír por la insistencia de la mujer.
—De acuerdo. Debo preguntar ¿hizo alguna prueba casera antes?
Ada negó con la cabeza.
—Vine directo al hospital en cuanto lo sospeché.
La ginecóloga asintió.
—De acuerdo, pasé por aquí.
Mason realmente se sintió nervioso mientras formaba un surco con su caminata al frente del consultorio.
Ada salió junto a la mujer. No le dió ni siquiera una mirada a Mason.
La gente al rededor miraban a Mason con extrañeza y cierto temor a excepción de algunas enfermeras que lo miraban con claro deseo, en su mayoría no eran muy discretas pero parecían también demasiado atemorizadas por su imponente presencia como para hacer algún movimiento así que se limitaron a mirarlo a la distancia.
Mason lo agradeció, no tenía la cabeza en ese momento para lidiar con cortesías.
Pasó un buen rato antes de que Ada volviera. Sus ojos azules se encontraron con los oscuros de Mason un segundo antes de que ella volviera a entrar al consultorio.
La ginecóloga, sin embargo, notó el intercambio y se acercó a Mason sorprendiendo a ambos.
—¿Viene con ella no es así?— preguntó con calidez. Mason apenas atinó a asentir con la cabeza.
—Por favor acompáñela, estoy segura que se sentirá mas tranquila con su esposo a su lado.
A Mason se le atoraron las palabras en la garganta al oír a la anciana mujer y Ada estaba demasiado anonadada para decir algo.
—Vamos pasa— insistió ella. Mason apenas atinó a mover los pies y obedecer.
Ada entró primero queriendo evitar a Mason por completo.
Ada se sentó y Mason se quedó de pie justo a sus espaldas. Ada comprendía que con esa actitud protectora de Mason sin duda parecían una pareja casada.
—Los resultados tardaran en salir al menos un dí…
—Pagaré lo que haga falta para que mis resultados sean prioridad en el hospital, ¿pueden estar para esta noche al menos?
La mujer no pareció molesta por la prisa de Ada, incluso sonrió como si estuviera viendo a una madre primeriza.
—De acuerdo, la llamaré en cuanto estén listos así sea media noche. ¿Eso esta bien para usted?
Ada asintió rápidamente.
La mujer anciana se volvió hacia Mason.
—Cuida bien a tu esposa, esta muy alterada.
—Lo haré— respondió Mason casi de inmediato. Ada pensó que a esas alturas era demasiado tarde para aclara que no eran esposos.
Ambos salieron del hospital con Mason pisándole los talones como siempre.
El silencio se instaló en el auto tan pronto como se quedaron solos, esta vez Ada se fue al asiento de atrás con la intención de evitar las interrogantes de Mason pero estaba claro que él no lo dejaría pasar tan fácilmente.
—¿Estas embarazada?
—Es probable.— dijo ella mirando por la ventana.
Mason suspiró por su seca respuesta.
—¿Es de él?
Ada apretó los ojos ante la pregunta que ya esperaba. Ella respondió con honestidad.
—No lo se.
Mason apretó con fuerza el volante, su autocontrol se estaba llenado a la mierda con cada segundo que pasaba.
—¿Entonces cabe la posibilidad de que sea mío?
Ada no respondió pero para Mason esa fue respuesta suficiente.
—¿Qué harás?— preguntó Mason después de un tiempo largo de silencio.
Ada ya sentía la desesperación acumularse en forma de lagrimas en sus ojos pero lo contuvo.
—No daré a luz a ningún hijo de Ramses. No le daré a mi padre otra arma para atarme a la correa que tiene envuelta al rededor de mi cuello.
Mason miró hacía afuera también. Ninguno de los dos se miró a los ojos en toda la conversación.
—¿Y si es mío?— dijo finalmente. Ada se mordió la lengua para controlarse. Las lagrimas ya bajaban por sus mejillas.
—¿Y si no lo es?— respondió ella.
—Ada… esto es mi culpa en gran parte, realmente siento ponerte en esta situación y nunca te obligaría a tener un hijo que no deseas. Solo te pido que lo pienses… si ese hijo no fuese de Ramses ¿aún querrías deshacerte de él?
Ada finalmente se giró para mirar a Mason a los ojos. Este la observaba a través del retrovisor.
—Si la respuesta es que si yo mismo me encargaré de encontrar al medico y el lugar adecuado para llevar a cabo todo el proceso de aborto de la manera más segura para ti… pero si la respuesta es no… quemaré el mundo para ti. Por favor solo… sólo piénsalo un poco.
Ada ya no intentó detener las lagrimas silenciosas mientras le sostenía la mirada a Mason con intensidad.
—Tengo miedo, Mason.
Mason se giró en el asintió del copiloto y extendió sus manos hacia ella.
—Lo se, ven aquí.
Ada se levantó y dejó que Mason tirara de ella al asiento del conductor. Mason se la sentó en las piernas y la envolvió en sus brazos con fuerza. Ada enterró su rostro en su pecho y apretó su camisa con fuerza.
—No te dejaré en ningún momento, te prometo que no se repetirá la misma historia, nadie te tocará… ni a ti ni a tu hijo. Mucho menos te lo arrebataran de los brazos. No lo permitiré.
Ada lloró con mas fuerza ante sus palabras pero no dijo una palabra.
Era ya de noche cuando Ada volvió al hospital, ella entró al consultorio de la ginecóloga pero para su sorpresa ya había alguien más ahí.
Ramses.
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