Estoy muy sacada de onda por la actitud de César. Decido llamar a Arturo, esta noche veré películas sola en mi apartamento.
—¡Arturo!
—¡Hola fea! ¿Vienes llegando?
—¡No voy a ir por ti! Surgió algo.
—¡Qué mal! No me digas eso, ¿En serio?
—¡Si Arturo! Quizás mañana nos veamos.
—¿Te sientes bien?
Cierro los ojos, y niego con la cabeza con el teléfono al oído.
—¡No! —suspiro.
—¿Qué pasó? ¿Paso algo con César?
—¡Tenías razón! Sobre él.
—¿Intentó algo contigo? Puedo ir contigo, solo hablar si no quieres hacer nada más. No quiero que mi horrible jefa esté sola, después se pone de un humor peor.
Río y pienso que sí, que ¿Por qué no?
—¡Te recojo en 10!
—¡Ya te estoy esperando!
Me pongo en marcha a buscar a Arturo, comienzo a pensar que debió ser obvio para mí que César pudiera int
