Capitulo 10

3484 Words
Sintió un golpe. Se volteó y miró el reloj sobre la mesa de noche. Volvió a cerrar los ojos, tenía mucho sueño. Su cerebro procesó la información. ¿7:15? Abrió los ojos de par en par al mismo tiempo que otro golpe provenía de su puerta. En treinta minutos debería estar en el colegio. Y anoche no se había duchado. Salió corriendo de la cama, al abrir la puerta se llevó por delante a Ian que intentaba volver a golpear. Cayeron al suelo, ella sobre el cuerpo de él, con sus rostros a escasos milímetros, con esos ojos grises muy cerca. Y ese olor... Olía bien. Y los labios... Su corazón dio un brinco tan fuerte que se puso de pie abruptamente. —Perdón. —volvió a meterse en la habitación. ¿Qué le estaba pasando? ¡Mierda! Debía bañarse. Sujetó el uniforme de la silla del escritorio, no vio a Ian en su corrida al baño. Se duchó y se colocó el uniforme en menos de diez minutos. Salió en busca de su mochila y se encontró con un desayuno listo sobre la mesa. Su taza con café con leche y pan con queso crema y mermelada de durazno, la mezcla que ella solía hacer. Había hecho esto para ella. También estaba el túper. Llegaría tarde, pero iba a comer todo ese desayuno. Se bebió el café a sorbos largos y comió la tostada en el ascensor. Las horas hasta el almuerzo se hicieron eternas por el cansancio, se había dormido ya entrada la madrugada, y también, porque odiaba matemática y física y era todo lo que había tenido durante la mañana. Iba de camino al comedor con Mei, para calentar la comida. Joaco se les unió y le pasó el brazo sobre los hombros. Solía hacer eso con frecuencia, pero hoy se sintió incómoda. —Llegaste tarde por mi culpa. Perdón. No podía estar más equivocado, no había sido su culpa, pero no lo iba a corregir. —¿Tú culpa? ¿Qué me perdí? —preguntó Mei. —Pupi, anoche te fuiste sin saludar. —Hernán se unió con Camila. —Me perdí algo anoche. ¿Qué fue? ¿Por qué? —Una cena política. Pupi me hizo el favor de ser mi acompañante, o tenía que ir con una cita a ciegas. Mei los observó, Joaco seguía abrazado a ella. Luego agitó la mano con despreocupación. —Ah, no me perdí nada importante. Tenía razón, ella se había aburrido mucho. Ingresaron al comedor. Sus amigos se fueron a hacer la fila para comprar el almuerzo mientras que ella se dirigió al microondas que estaba a unos pocos metros. Mientras esperaba que su comida se caliente, su mirada se topó con la de Ian, le asintió y le envió una sonrisa de agradecimiento de la forma más discreta posible. Obviamente, de su parte no hubo reacción. Regresó con sus amigos que aún esperaban. —Estamos a finales de mayo, podríamos mudarnos al comedor, me muero de frío en el patio. —sugirió. —Le acabas de sonreír al becado— dijo Camila de golpe. Casi deja caer el táper por el sorpresivo comentario, no había sido muy discreta entonces. —¿Qué? ¿Por qué haría algo así? —Eso pareció. —No. Los espero en el patio. Cobarde, se escapó, pero no iba a mentir, bueno lo había hecho, un poco. Se sentó en el lugar habitual y aprovechó su soledad para probar la comida. El pollo tenía un leve sabor a hierbas y algo más, mostaza tal vez, estaba delicioso. ¿Había algo que este chico no sepa hacer? —¿Por qué sonreís como idiota? —Mei se unió a la mesa con el resto. —Está muy rico. Hernán la observó divertido. —Ésta es mi Pupi. La que disfruta de comer. No esa que una vez me dejó una bandeja casi sin tocar. Déjame probar. En un movimiento instintivo y egoísta corrió el táper, pero inmediatamente se dio cuenta del error que acababa de cometer al notar la forma en que la miraban sus amigos. ¿Qué diablos estaba pasando con ella? Finalmente cedió, muy a su pesar y le acercó el recipiente a Hernán. Gracias a Dios el resto no intentó robarle el almuerzo. —¿Notaron algo raro? —Preguntó Mei, y todos interrumpieron su comida para mirarla, pero ella tenía la mirada en el patio, iba recorriendo todas las mesas alrededor. —Tiene que ser una broma. —susurró Camila cuando siguió la mirada de Mei, ella sentía la misma sorpresa. La mayoría de las mesas, tenía, por lo menos, dos estudiantes con táper. Se miraron con Mei, Ninguno era becado. Hernán comenzó a reír. —¿Somos conscientes que Pupi acaba de cambiar la historia del colegio? —No exageres. —No exagero, Pupi, en unos cuantos días, mira... —elevó los brazos para que se fijara en las mesas que los rodeaban. —No fui yo. Es imposible. No le iba a dar crédito, no podía hacerlo. —Ay por favor, chicos, esto no va a durar. —dijo Camila con tranquilidad. —Pupi generó una curiosidad, pero no va a durar. —Tiene razón. —Coincidió con Camila. El parlante del patio hizo el característico sonido al encenderse, lo que generó que todos los alumnos dejaran de hacer lo que estuviese haciendo, y prestaran atención. "Señorita Carrizo cuando termine de almorzar, por favor, presentarse en dirección." Sintió como la mirada de todos se enfocaba en ella. —Debe ser por el evento de mitad de año, no me miren así. Se apresuró a terminar el almuerzo y fue directo a la oficina de la directora. Se encontró a Ian parado a unos pocos metros, mirando una de las carteleras de avisos, se miraron un instante y luego ella golpeó la puerta esperando la autorización para ingresar. —Buenas tardes, Señorita Carrizo. —la saludó la directora sin sacar la mirada de la computadora. —Cierre la puerta y tome asiento. Hizo como le indicó, dejó el táper sobre el escritorio y tomó asiento frente a la directora. En sus cincuenta y pocos, se ocupaba de tener su rubio cabello tintado prolijamente peinado. La miró por sobre los oscuros marcos de sus anteojos y luego miró el táper sobre el escritorio. —¿Qué necesita? Dejé el cuaderno del comité en su escritorio esta semana. —Lo recibí, gracias. El evento parece marchar bien. La llamé por otro asunto, ¿Qué problema tiene con la comida que se sirve en el comedor? —¿Cómo? —La pregunta la descolocó por completo, era el planteo que menos se esperaba. —¿Por qué? —Puedo observar que decidió traer su propia comida. —volvió a mirar el táper. —Sí, ¿no puedo? —Claro que puede, pero queríamos saber si tenía algún problema en particular con el almuerzo que se sirve en nuestro comedor. ¿Su padre no se siente conforme? Entendió de inmediato lo que estaba pasando, no le importaba si el colegio servía comida de mierda, le importaba saber si su padre estaba disconforme con la comida. Se sintió asqueada, y muy enojada de solo pensar el motivo por el cual había tomado la decisión. La actitud del colegio había puesto en peligro a Ian. —Es una decisión personal. Los menús que ofrecen son bastante caros. —Por la cara de la directora, supo de inmediato, que no esperaba un planteo así. —Sigo sin comprender el motivo por el cual me llamó a su oficina. —Su actitud ha llevado a que otros estudiantes decidan hacer lo mismo. —¿Y es mi culpa? No quiero ser mal educada, pero deberían fijarse porqué tienen estudiantes que ni siquiera pueden comprar los menús que ofrecen. —¿Por ejemplo? —Los chicos que ingresan con becas, les resulta muy caro comer, ¿eso no debería estar contemplado en la beca? —Eso no le incumbe. Guadalupe comenzó a reír sin diversión, los becados no eran contemplados. — Esa es mi razón, tengo compañeros que no almuerzan porque no pueden comprar la comida que ofrecen. —No hay becados en su aula. —Los hay en el colegio. Si le molesta mi táper, se va a tener que quejar con mi papá. Esperaba que no llamen a sus padres, pero si lo hacían, no tenía miedo de enfrentarlos, estaba segura de lo que estaba diciendo, y esperaba que su padre la apoye. La directora pareció muy confundida. —Puede retirarse. —Le aconsejaría que se fije cuántos alumnos se quedan sin almorzar, antes de molestarse por mi táper, por lo menos yo almuerzo. Buenas tardes. No esperó una respuesta, salió de la oficina, Ian seguía en el mismo lugar. Sus miradas se encontraron y parecía como si quisiera preguntarle qué había pasado dentro, probablemente tenía miedo de que el secreto salga a la luz. —No pasó nada. — lo tranquilizó. Siguió caminando, no espero una respuesta, Camila se había dado cuenta de su pequeño gesto, no se iba a arriesgar a tener una charla, y menos para decirle el motivo ridículo, por el cual la habían llamado. Sentía vergüenza ajena que el colegio haya visto en ella un problema, y no en Ian, que llevaba años sin comer algo relativamente normal dentro de la institución. Cuarenta y ocho horas después del llamado a dirección, el colegio le entregó a cada alumno una hoja en la cual debía expresar su opinión en relación al menú ofrecido por el colegio. —Les moviste el cerebro. —susurró Mei. —Esto es estúpido. Es obvio que solo los becados se van a quejar del precio. Esto —agitó el papel con su mano. —No soluciona nada. Mei tenía la atención en su celular. —Pupi, estas a punto de cambiar algo en un colegio que se niega al cambio. —observó a su amiga que no sacaba los ojos del celular. Le extendió el aparato y comenzó a leer lo que había en la pantalla, parecía un grupo de estudiantes del colegio. "Deberíamos pedir un menú vegetariano" "Yo tengo celiaquía y no tengo opción dentro de los menús" "Era hora que se dieran cuenta la mierda que nos dan de comer" Eran alguno de los cientos de mensajes. —¿Si escribo se van a dar cuenta que sos vos? Mei le sacó el celular de inmediato. —Sí, ni se te ocurra. Estoy de incógnito. —Alguien debería centrar la discusión en el valor de la comida, ese es el punto. —Ya hiciste un montón, el colegio nunca nos había preguntado nuestra opinión. —Mei la observó divertida. Podía entender el punto, pero esto tenía que cambiar algo, de otra forma no servía de nada el papel que tenían sobre su escritorio. —¿Hay alguien dentro de ese grupo que pueda centrar la discusión donde nos importa? —No me incluyas, es tu lucha. La apoyo, pero soy seguidora, no líder. —volvió a centrar la atención en el celular. ¿Era su lucha? Miró el papel que tenía frente a sus ojos. Esa noche, cenaron en silencio, ella no buscó temas de conversación e Ian no se esforzaba en hacerlo. Aprovechó que Ian lavó los platos para volver a centrarse en el trabajo práctico del cual dependía parte de su nota de matemáticas. —¿Tuviste algo que ver con esto? Sacó los ojos del libro y miró a Ian que estaba de pie a escasos centímetros leyendo el cuestionario sobre el almuerzo. —Al parecer no cayó nada bien que varios alumnos me hayan copiado la idea del táper. —Por eso te llamaron a dirección. Asintió. —Querían saber si tenía algún problema con el almuerzo. Esa idea — señaló el papel—, no fue mía, ni siquiera sé muy bien cómo responder. ¿vos que respondiste? —A los becados no nos preguntan estas cosas. — Ian dejó la hoja sobre la mesa de café nuevamente. Esto era insultante, y entraba directo en la discriminación. Ya no era un grupo de chicos contra otros, era el colegio apartando a un sector específico. —Le dije a la directora que el almuerzo debería estar contemplado en la beca, y ¿elijé seguir excluyendo? No voy a responder esto. —tomó la hoja y la rompió. —Sí no se toma en cuenta la opinión de todos no sirve. —No tenes porque meterte en todo esto. La impotencia y el enojo se apoderaron de ella, no era justo que normalicen estas cosas. —Son alumnos del colegio también, y yo no empecé esto. Ellos le dieron ese lugar, y lo iba a usar. Todo por un táper de mierda. Era una locura. La mañana siguiente, llegó más temprano al colegio y fue directo a la oficina de la directora. —Buenos días, señorita Carrizo. —la saludó cuando llegó. —¿Me estaba esperando? —Buenos días, sí. —ingresó a la oficina detrás de la mujer, y sacó la hoja que anoche había roto por la mitad. —No voy a responder esto. —la dejó sobre el escritorio, la directora sólo se limitó a observar. —Sí no se le consulta a todo el alumnado no me interesa participar. —Entiendo que es el cuestionario que enviamos ayer. ¿A quién cree que dejamos afuera? —A las personas que deben cuidar. Se dio cuenta de inmediato que sus palabras tuvieron efecto, porque tomó una postura a la defensiva, y era lo que quería, se habían comportado de una forma horrible. No sabía si conseguiría algo, pero lo iba a intentar. —Se consultó a las familias que sostienen el comedor del colegio. No podía creer lo que había escuchado. No pensó que sería tan descarada, la ira le recorrió el cuerpo, pero debía mantener la calma, tenía un objetivo. —¿Y qué pasa con el resto de los alumnos? —¿Adónde quiere llegar, señorita Carrizo? — Preguntó con tono aburrido. —Está dando por hecho que hablo solamente de las personas becadas. —¿No es así? —¿Qué pasa con las personas con celiaquía? ¿Los vegetarianos? ¿Los intolerantes a la lactosa? No sólo está excluyendo a las personas con becas, directora. El colegio no ofrece una opción para todos, y para ser totalmente honesta, la comida que ofrecen es una porquería para lo que vale. Me preguntó si mi papá no estaba conforme con la comida, la que no esta conforme soy yo, me alimento mejor si traigo comida de mi casa. —¿Qué sugiere entonces? —Primero: deje de estigmatizar a las personas que traen comida de su casa, si no va a tener en cuenta todas las variantes. Segundo: incluir el almuerzo en las becas, y tercero: si quiere hacer un cuestionario, hágalo para mejorar, y para eso, debe incluir a todos. Cuídenos. No espero una respuesta, se marchó de la oficina. Mei la rodeó en cuanto estuvo afuera. —¡Pupi eso fue increíble! Estoy con vos, a muerte. Le sonrió a su mejor amiga, habían estado hasta las dos de la mañana elaborando una forma de enfrentar a la directora mediante videollamada, y se había dado cuenta que no era sólo Ian. No termino de pensarlo, que apareció en su campo de visión. La había escuchado, de alguna forma lo sabía. Las piernas le fallaron, agradeció estar agarrada al brazo de Mei, había estado muy nerviosa, y con miedo, nunca se había enfrentado a una situación parecida. El lunes de la semana siguiente el colegio envió un comunicado a los padres informando de la incorporación de una nutricionista para darle una perspectiva sana al almuerzo. Ellos cuidaban al alumno. —¿Nos cuidan? Te robaron la idea. —murmuró Mei desde el banco a su derecha. —Sí la utilizan bien, no me importa. Pero no dice nada de la beca. —elevó la mirada hacia sus compañeros, ninguno era becado. —¡Ganaste! Es injusto que nadie lo sepa, o sea, comparto tu bajo perfil, pero es injusto también. —Mei estaba más emocionada que ella. Le faltaba una parte, no había victoria aún, aunque la incorporación de un nutricionista era excelente, se sentía orgullosa de eso, aunque no había sido su idea. Se puso de pie y salió del aula, quedaban 15 minutos hasta la próxima clase, y fue hasta el patio. Caminó sin rumbo, no sabía que estaba buscando tampoco, observó a las personas en busca de una respuesta. Todos estaban con el comunicado en la mano y hablando entre ellos, pero nada que llamara su atención. Después de unos minutos se resignó. Tomó la curva en dirección a la escalera, y chocó con alguien. Ian, pensó que había superado esta costumbre. Miró a los costados, no había nadie, y lo empujó hacia el hueco de la escalera. —Es un minuto. —dijo antes de que él pueda protestar. —¿Les dijeron algo del almuerzo? ¿Algún cambio? Ian sacó un papel del bolsillo del blazer n***o, se lo extendió y lo sujetó de inmediato. "A partir del día de la fecha el almuerzo será incorporado a la beca en un 100%, todo alumno con beca no abonará almuerzo a partir del día de mañana" —¿Ganamos? —susurró Pupi no pudiendo dar crédito a lo que leía una y otra vez. —No, ganaste. Lo miró, sabía que tenía una enorme sonrisa en su rostro, Ian también le sonreía. De forma impulsiva saltó a sus brazos mientas repetía una y otra vez —¡Ganamos! ¡Ganamos! — Tomó distancia de inmediato cuando sintió su incomodidad, había invadido el espacio personal que tan ferozmente protegía. —No lo puedo creer. Fue demasiado fácil esto, no puede ser. El parlante del patio se encendió. "Buenos días alumnos" saludó la directora, seguían en el hueco de la escalera y ambos miraron hacía arriba, como si ella pudiese verlos. "Todos ya están al tanto de las últimas modificaciones en el comedor, pasaré a detallar algunas cosas. La propuesta fue presentada en mi oficina por la alumna Guadalupe Carrizo, y entrará en vigencia a partir de la semana que viene" —Mierda. —Susurró. No quería que se sepa, le podría haber preguntado antes de exponerla así. "El menú se irá adaptando a las actividades del día. Por ejemplo, los días que hay entrenamiento de rugby o hockey, habrá una opción preparada para ese desgaste físico. También todos los días habrá una opción vegetariana, y para celíacos disponibles en el menú. A partir del viernes próximo, se expondrá en el tablón de anuncios de dirección, el menú correspondiente a la semana siguiente. Y a partir de mañana, el almuerzo será gratuito para todo alumno beneficiario de una beca. Cualquier duda, pueden consultar con sus respectivos preceptores. Muchas gracias" Se escuchaban aplausos desde el patio. —Salí primero. —dijo Ian. —Te deben estar buscando. Le asintió, no podían verlos salir juntos del hueco de la escalera, aunque no tenia muchas ganas de enfrentar a todos, odiaba que la haya expuesto de esa forma. Cuando ingreso al sector de aulas todo el mundo la observaba, pero nadie se le acercó, camino lo más rápido posible hasta que llego a la seguridad de su asiento, al lado de su mejor amiga. —A la mierda el bajo perfil. — se rio Mei. —¿Qué hiciste? — le preguntó Camila. —Nada en realidad, me cuestionaron el táper y les dije que comíamos pura mierda en el colegio. —¿Y los becados? —Solo le dije que me parecía mal que el almuerzo no este incluido como parte de la beca. —Estás rara. —fue lo único que dijo Camila antes de volver a mirar al frente. —No estoy rara. —Miró a Mei en busca de apoyo, pero solo se encogió de hombros. Hernán ingresó al aula corriendo y se le lanzó encima. —Me estas aplastando. —Amiga, hiciste historia. Esto es asombroso, alucinante, increíble, maravilloso. —Estas exagerando. —Hernán compórtate, por favor. —lo retó Camila. —¿Qué me comporte? Mi amiga acaba de cambiar la historia, no me comporto nada. ¡Pupi hiciste historia! Te lo dije, todos me escucharon, lo dije. —miró hacia atrás como buscando algo. —¿Y Joaco? Venía atrás mío. Joaquín entró corriendo. —Herny, si corrieras así todos los partidos, seriamos campeones mundiales. —¿Yo corrí muy rápido o vos estas muy lento? Joaquín le enseño el dedo medio. —En fin, ¿dónde está nuestra bolchevique? —¿Cómo fue? ¿Qué pasó? ¿Cuándo? Necesito saber todo. —exigió Hernán. Esto se iba a tornar insoportable, por eso había querido que su nombre se mantenga en secreto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD