Una cena incómoda

1703 Words
De esa manera Jorge y Ana empiezan a hacer presión sobre el mayordomo para que les dé una respuesta aclaratoria, y así, poder desenmascarar al sujeto en cuestión. Por más que el mayordomo intenta hacer comentarios evasivos, no logra desviar la atención de los hermanos. Cada vez aumentaba más la presión, pues el padre también quería respuestas. Tras varios minutos en silencio Leopoldo por fin enfrentó la situación, dijo que tenía un fuerte temor a lo que la sociedad de afuera quería imponerle; las normas, costumbres, ideologías, creencias y demás aspectos que forman la cultura, eran para Leopoldo una excusa para determinar y manipular los comportamientos del hombre. Por esa razón, prefería vivir en la zona rural, allí nadie tenía motivos para molestarlo o inculcarle dogmas predeterminados. La respuesta del mayordomo fue respetada por la familia, de hecho, Jorge pensaba que se había zafado de una manera muy inteligente.  Sin embargo, otra cuestión inquieta a los hermanos, a saber, el tiempo que el mayordomo llevaba con la familia, pues desde que tenían consciencia de su existencia el mayordomo siempre ha estado presente en el núcleo familiar. Cuando le preguntaron sobre dicho asunto de inmediato Ruth se entrometió, argumentando que la familia de Leopoldo ha sido muy allegada a todo el árbol de familia materna, por esa razón la relación se conservaba. Incluso desde antes de conocer al padre, Ruth ya estaba en compañía del mayordomo siempre como consejero y amigo. Él era una persona que siempre había estado para apoyarla, aun en los momentos más difíciles, como la pérdida de su hermano Juan Enrique Prieto. La atención de los hermanos se desvió un poco cuando el padre mencionó lo difícil que ha sido la vida de la familia de Ruth, pues muchas tragedias familiares les han ocurrido a los Prieto por medio de cada generación, solo esperaba que esta fuera la excepción.  Isidro, el padre, les contó acerca de la desgraciada suerte de esa familia, donde siempre uno de los hijos de la familia Prieto sufría un extraño accidente, lo más inquietante de todo es que nunca ha podido descubrirse quién es el culpable de tremendas atrocidades. La última de las víctimas fue el tío recién mencionado, Juan Enrique, caso que no ha tenido solución, ni la tendrá, indica con tristeza el padre. Frente a todos estos comentarios, se puede notar que Ruth se encuentra un poco tensa, refiere que hablar de las desgracias familiares no es su tema preferido a la hora de la cena, pero al ver el gran interés que tienen los niños decide aclararles la importancia de la presencia de Leopoldo. Soporta su idea en la cuestión de la inseguridad, pues teniendo en cuenta todos los incidentes que han ocurrido con la familia, es necesario que exista a una persona alterna que cuide de ellos. ¿Quién mejor que Leopoldo? Una persona que siempre ha sido muy solitaria y que precisa del acompañamiento de personas que comprendan su diferente forma de ser. Con esta intervención no pierde Ana la oportunidad de preguntar sobre el pasado de Leopoldo en referencia a su familia. ¿Quiénes eran? ¿Por qué la familia Serrano nunca había conocido a alguno de los integrantes del Clan de Leopoldo Pascual? ¿Se avergonzaba de sus familiares? ¿Tenían algún pasado oscuro? ¿Estaban todos muertos? ¿Era Leopoldo un niño adoptado a causa del abandono de sus padres? ¿Por qué nadie en el pueblo conoce a la familia Pascual? ¿Eran de otro pueblo? Con mucha cautela y decencia Ana preguntaba al mayordomo todas sus inquietudes. No le dio chace de responder una por una cada pregunta, en vez de eso, Leopoldo tendría que dar una larga explicación. Antes de que Leopoldo pudiera decir algo Ruth hizo nuevamente una intervención, puesto que le parecía maleducado de parte de Ana todas las preguntas realizadas a Leopoldo, parece como si se tratara de una especie de emboscada, por eso dio a Leopoldo la opción de no responder. Contrariamente, el padre se mostró en desacuerdo con Ruth, ya que las inquietudes de los niños eran para él muy importantes y totalmente válidas. Es más, el padre no comprendía como él antes no se hizo los mismos cuestionamientos. Había vivido toda su vida con un completo extraño, del que no sabía ni su origen ni el mínimo conocimiento sobre su árbol genealógico, un hombre que fue acogido porque Ruth llegó con él, pero del cual nadie nunca se preguntó nada. Por ese motivo alentó y le exigió al mayordomo una respuesta a todo lo que los niños preguntaran. Sin otra salida, Leopoldo inició su historia. No sin antes hacer Hincapié en la desconfianza de Ana, quién según las preguntas realizadas, parecía ya haber averiguado por Leopoldo a través de otros medios. Ana simplemente guardó silencio y lo miraba con curiosidad, sin negarle su gran desconfianza. Leopoldo empezó a contar datos sobre su infancia, la cual hasta donde recordaba había sido tranquila hasta que sus padres murieron, razón por la cual fue criado por otras personas que se hicieron cargo de él. Esas personas tenían parentesco con la familia de Ruth y vivía en el mismo bosque, también le enseñaron todo lo que sabe sobre la vida. Su educación, aunque fue empírica, le permitió conocer sobre muchas ramas del conocimiento, tales como la ciencia, la química, las matemáticas, la literatura y la filosofía. Esta última le forjó ciertos ideales, entre ellos el impulso a llevar una vida ascética, libre todo placer corporal. Con esa corriente justificó un poco sus hábitos alimenticios y la no inclusión en paseos familiares, para él eso era algo innecesario, el cuerpo no necesitaba de esas cosas para vivir. Su enfoque estaba más direccionado a vivir de la manera más tranquila posible, sin interesarse por deseos banales que podían conducir su espíritu a la perdición. Menciona además que sus padres adoptivos tenían un régimen alimenticio muy estricto que solo a él le inculcaron desde pequeño, hace énfasis en que el resto de las personas no tenían dicho régimen, es como si lo hubieran estado cultivando para librarlo de la enfermedad.  Sus padres adoptivos no eran muy conocidos en el pueblo ni en los lugres cercanos,  mantenían un poco aislados por el miedo a que alguien pudiera corromper a Leopoldo. Esto debido a que cuando Leopoldo era un niño estaba en auge el reclutamiento de jóvenes para que trabajaran con los carteles de la droga. Estos pequeños eran utilizados para transportar pequeñas cantidades de droga y distribuirla sin llamar mucho la atención, además, si habían problemas con las autoridades, por el hecho de ser niños no podían ser llevados a prisión. Esta situación mantenía a los padres de Leopoldo muy preocupados, ya que siempre veían en él la luz de una persona buena y especial. Así fue justificada la aislada vida de Leopoldo desde niño, cuando sus padres fallecieron, él quiso seguir viviendo lejos de todo lo que pudiera ser un problema para su vida. Relata que permaneció algún tiempo solo, mientras pensaba qué iba a hacer con su vida, pues por más ermitaño que se veía, la soledad no era su mejor opción. No solo porque a veces se le hacía necesario conversar con alguien, sino también porque nunca fue bueno para la cocina. Con los días se encontró a Ruth en el bosque, ella estaba lavando la ropa en el rio mientras él se dirigía a pescar algunos peces para su almuerzo improvisado y no muy sabroso. Allí comenzó una conversación acerca de las cosas cotidianas, del bosque, de la espuma del rio, de cuál era la mejor hora para pescar, entre otros. En ese entonces Ruth vivía con su madre y sus hermanos, tras varios minutos de conversación en los que Leopoldo pescó cinco peces, Ruth le hizo una invitación para que almorzaran juntos. Él le había confesado su fracaso con la cocina, entonces hicieron un trueque, él le daba los pescados a cambio de un delicioso almuerzo. Antes de ir le conto a Ruth sobre su régimen saludable, cuestión frente a la que Ruth no tuvo inconvenientes. De esa manera se empezó a forjar la relación, explicaba Leopoldo, notando que la familia se convencía de su historia. Con los años Ruth conoció a Isidro, padre de sus hijos. Empezaron a vivir juntos solo después de estar casados. Así se empezó a constituir la familia, la casa en la que habitaban en la actualidad fue construida por el padre con la ayuda de Leopoldo. Cuando su relación con Ruth inició Leopoldo se presentó como un gran amigo y colaborador, al inicio no se fue a vivir con los recién casados, pero luego, cuando el padre salía a trabajar para poder conseguir los alimentos, Ruth se sentía sola y desprotegida en casa. Por ese motivo Leopoldo le hacía frecuentes visitas, en las cuales le colaborada con las cosas de la casa que requerían de un poco de fuerza, como ir al pozo por agua, mover los muebles de la casa, bajar algunos frutos necesarios para la preparación del almuerzo y asear un poco los baños. Isidro podía notar la gran ayuda que era Leopoldo en su ausencia, motivo por el cual le propuso vivir en la casa Serrano, lugar que Leopoldo también había ayudado a construir. A cambio de ayudar con las labores del hogar, Leopoldo podría vivir y comer allí, como si todos fuera una gran familia. El mayordomo aceptó sin ningún reparo, al otro día ya tenía todas sus pertenencias instaladas en la casa. Así empezaron a crecer los hermanos, viendo a Leopoldo como una gran ayuda para la familia. Como sus hijos cada vez estaban más grandes, la madre podía hacer más cosas del hogar, así Leopoldo salía a trabajar con Isidro para tener mayor productividad en el campo, y por ende, mayores ingresos. Frente a esas declaraciones los hermanos quedaron un poco desarmados, pues el mayordomo había dado cuenta de casi todas las dudas que tenía Ana. A pesar de eso, Ana tenía una última pregunta, a saber, sobre el documento de identidad falso de Leopoldo. Le confesó haber averiguado en la registraduría del pueblo y no haber encontrado ningún dato, asunto que es extraño y lleva a la desconfianza. 
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