En ese instante, Leonardo se regresa dónde está su padre, y le expresa:
— Después de esto… después de esta atrocidad que acabas de cometer, considera en estos momentos, que ya no soy tu hijo.
Úrsula le dice a Leonardo:
— No exageres.
Timoteo le dice a Úrsula:
— ¡Cállate!
En ese momento, Anastasio se levanta de su silla, y le expresa a su hijo:
— Nunca serás un rey con esas actitudes, tienes que ser un buen rey. Para gobernar con mano dura.
— Pues nunca lo seré papá, esto que hiciste no tiene nombre.
Euclides entra al palacio y al ver tantas personas mirando una extraña caldera, se acerca a un militar, y le dice:
— ¿Qué está pasando aquí?
— El rey acaba de matar a una persona con aceite hirviendo.
Asustado, Euclides dice:
— Mejor espero en la carroza.
En ese instante, el caldero comienza a moverse con gran fuerza. Haciendo que Euclides y varios militares griten:
— ¡Se está moviendo el caldero!
El rey y los demás se quedan viendo el caldero, el cual se mueve extrañamente.
En ese momento, Janet pone sus manos en el borde del caldero y sale a flote. Para pegar un grito estruendoso.
Totalmente aterrorizados, todos en el reino quedan viendo algo impensado.
Sin su piel y con quemaduras desastrosas, Janet sale del caldero y cae sin vida al suelo.
Sebastián llega a la plaza también. Y queda atónito al ver un cadáver despellejado y quemado en el suelo.
El rey se vuelve a sentar y pone su mano derecha en su corazón, y dice:
— Me he llevado un susto de muerte, ese grito fue infernal.
Conmocionado, Timoteo dice:
— Es muy extraño todo esto… que ella tuviera la fuerza de salir de esa caldera… regularmente tendría que quemarse adentro.
Úrsula y Leonardo se quedan observando. Cuando Euclides le grita al rey:
— Señor, ya tengo la carroza estacionada.
El rey le dice a Euclides:
— Ahora no, no vez que estamos ocupado.
Sebastián comienza a ver algo en el pie derecho de Janet. Y comienza acercarse lentamente. Cuando Ragel le dice a Sebastián:
— ¿Qué haces mensajeros?
Sebastián mira al comandante y con su mano derecha le muestra el pie derecho de Janet, diciendo:
— ¡Mire!
Ragel mira la pierna de Janet, y ve como poco a poco la carne de esa parte comienza a regenerarse.
Leonardo le dice a Ragel:
— ¿Qué sucede?
Sebastián responde por Ragel, quien esta conmocionado por lo que está viendo:
— La carne del cadáver se está moviendo.
El rey les dice a todos:
— Debe de estar agonizando, no presten atención a eso.
Euclides también se acerca a Janet, y dice:
— Esto es otra cosa.
En ese instante, Janet vuelve a la vida. Y vuelve a gritar en el suelo. Haciendo que Ragel, Sebastián, Euclides y más de veinte militares corran de miedo, y se queden observando desde lejos.
El rey y los demás están asombrados por lo que están viendo cuando Mara vuelve a salir y ve a Janet desfigurada, y dice:
— ¿Qué es esto?
Úrsula les dice a todos:
— ¡Es una hechicera!
El rey dice:
— Pero… ¿qué magia es esta?
En ese instante, la carne de Janet se regenera a un más rápido y su cuero cabelludo vuelve a su normalidad estando completa en menos de dos minutos.
Completamente desnuda y casi de rodillas, Janet se levanta. Cuando el rey y todos los hombres del reino quedan encantados por la belleza de ella.
Temblando de miedo, Ragel le dice a Janet:
— ¿Quién eres tú?
— No merecen que les diga mi nombre. Por el maltrato que me han dado.
Mara le dice a Janet:
— Eres una bruja, ¡fuera de este reino!
Leonardo se queda apreciando la belleza de Janet y su larga cabellera. Cuando el rey baja dos escalones, y le dice a Janet:
— Nunca habíamos visto lo que acabas de ver, nos tienes anonadados. Y quiero hacerte una propuesta.
Timoteo le dice al rey:
— Cuidado hermano, quédate ahí donde estas, no sabemos qué más puede hacer esta mujer.
Janet le dice al rey:
— Yo solo quiero salir de aquí sin hacerle daño a nadie, ¿será que eso es posible?, o me van a obligar a derramar la sangre de uno o varios de ustedes.
Úrsula le dice al rey:
— Acaba con ella Anastasio, ella es una bruja peligrosa. Y nos matará si no hacemos algo ahora.
El rey mira a Úrsula y a todos los demás, y les dice:
— ¡Cállense!, que estoy hablando yo.
Úrsula no obedece al rey y les grita a los militares:
— ¡ACABEN CON ESA BRUJA!
De inmediato, tres militares atacan a Janet, pero esta vez Janet se lanza contra uno y le quita su espada. Para luego herir a los otros dos con su buena técnica.
Janet le pone la espada en el cuello del militar que desarmo, y le dice al rey:
— Si no quiere que lo decapite aquí mismo.
El rey le dice a Janet:
— Mi propuesta es que te cases conmigo, yo necesito una mujer como tú.
Todos quedan aterrados con el rey. Cuando Leonardo le expresa:
— Ahora si te enloqueciste, esto es lo más absurdo que te he escuchado.
El rey no le hace caso a Leonardo, y le dice a su mensajero:
— Sebastián:
— Si señor.
— Ven acá y entra al palacio. Para que le digas a Mina que traiga un vestido para esta mujer.
— Está bien.
Con mucho miedo, Sebastián pasa por donde esta Janet y entra al palacio. Cuando Janet le dice al rey:
— ¿Qué pretendes?
— Lo que te dije, quiero casarme contigo.
Úrsula le dice al rey:
— ¿No te importa que sea una hechicera?
Janet se enfada, y le dice a Úrsula:
— ¡YO NO SOY HECHICERA!
El rey le expresa a Janet:
— Hechicera o no, yo quiero casarme contigo.
Janet le pega aún más la espada en el cuello del militar, y le dice al rey:
— Yo solo quiero irme de aquí.
En ese momento, Sebastián trae un vestido blanco. Y se acerca al rey, diciéndole:
— ¿Este está bien?
El rey coge el vestido, y luego le dice a Sebastián:
— Llévaselo.
— ¡Yo!
— Si, tu.
Con mucha cautela, Sebastián se acerca un poco a Janet. Y le tira el vestido, diciéndole:
— Póntelo.
Janet suelta al militar, quien sale corriendo de Janet. Cuando esta se pone el vestido.
Euclides le dice a Ragel:
— He comprobado que es verdad de todo lo que dicen del rey.
— Ten cuidado de lo que hablas del rey, es mejor que te quedes callado.
Janet empuña la espada que le quito al militar. Cuando el rey le expresa:
— ¿Cómo te llamas?
— Mi nombre es Janet.
— Janet, me has impactado con tu belleza y habilidades mágicas. Y por eso quiero que seas mi esposa… te cumpliré un deseo, el quesea.
— ¿El quesea?
— Si Janet, pide lo que quieras.
Janet se queda pensando y se acuerda de Joaquín. Y de los portugueses, y le dice al rey:
— Solo me casare contigo si cumples estas dos condiciones.
El rey se acerca a Janet. Cuando Timoteo le dice:
— No te acerques a ella.
El rey le dice a Janet:
— ¿Cuáles son esas condiciones?
— Te vas a olvidar culpables de lo que paso en el barco el Clavel. Esa historia termina aquí.
El rey se queda pensando, y le responde a Janet:
— Hecho, no tocare nunca ese tema en el reino, jamás se nombrará el Clavel desde este momento.
Úrsula le dice a Timoteo, a Mara y a Leonardo:
— Hay que hacer algo, esa hechicera ha embrujado al rey.
En ese momento, Janet le dice al rey:
— Y la otra condición es: Que me encuentres a una persona, la cual yo he estado buscando por mucho tiempo. Y no la he podido encontrar.
— ¿Quién es esa persona?
— Su nombre es Joaquín Fernández… si eres capaz de encontrar y traerme a este hombre, yo seré tu esposa.
Con mucha curiosidad, el rey le expresa a Janet:
— ¿Para qué quieres encontrar a ese hombre?
— Para una venganza…