El día siguiente, Janet le enseña a escribir a Killand y se sonríe cuando coge mal la pluma, y le expresa:
— Así no, mira como lo hace Zafiro.
Killand observa a Zafiro, la cual escribe su nombre completo en repetidas ocasiones, y dice:
— Es que la señorita Zafiro ya tiene práctica.
Zafiro le dice a Killand:
— Si, Janet me estuvo enseñando en Cartagena por eso tengo más facilidad. Para todo esto de escribir, hasta ya aprendí a ordeñar vacas.
Janet le dice a Zafiro:
— Todavía te falta aprender a ordeñar un poco.
En ese instante, Janet se pone en la espalda de Killand y coge su mano derecha, y le dice:
— Empuña bien la pluma.
Killand le hace caso y sostiene bien la pluma, pero es intimidado por la belleza de Janet, y se pone nervioso.
Zafiro se queda viendo el rostro de Killand, y le expresa a Janet:
— Voy a fuera a recibir un poco de aire fresco.
Janet le responde a Zafiro:
— Ve, pero no te pierdas… más tarde pienso ir por unos vestidos al centro del pueblo.
Zafiro se emociona con eso, y se va contenta afuera de la casa, mientras Janet le sigue explicando y enseñando letra por letra a Killand.
En la cárcel, Melissa discute fuertemente con un militar, el cual no la deja entrar a ver a Esteban.
Melissa coge fuertemente de la camisa al militar, y le dice:
— Quien se cree usted para no dejarme ver a mi marido.
Dos militares más aparecen, y ayudan al otro militar. Quitándole de encima a la mujer.
Melissa no puede entrar e irremediablemente se va sin antes insultarlos.
En la celda, Benítez se arrepiente de lo que hicieron, y comienza a llorar como un niño, diciendo:
— Voy a morir joven. Y aun no me he casado.
Batista y Alonso están sentados. Cuando Esteban le dice a Benítez:
— Deja de llorar y acepta la realidad como un hombre.
Alonso le dice a Esteban:
— Déjalo en paz.
En el Arca, Killand no se puede concentrar bien en la escritura. Cuando Janet le dice:
— ¿Qué te sucede?, no has avanzado nada killand.
— Es que no he podido concentrarme pensando en algo.
— ¿En qué?
— No entiendo como una mujer tan bella como usted está sola.
Janet se pone triste y se acuerda de la roca que cogió hace tiempo, la cual la ha hecho ver morir a muchos seres queridos, y que la tiene en una inmensa soledad.
Killand nota la tristeza de Janet, y le expresa:
— Perdóname por a ver dicho eso, yo soy muy imprudente.
— Killand, mañana seguiremos en esto, vete al trabajo.
— Bueno… ¿se molestó conmigo?
— No, solo es que quiero estar sola.
— Está bien.
En ese momento, Killand sale de la casa preocupado por el estado de ánimo de Janet, y le dice a Zafiro:
— Señorita Zafiro, vaya a la casa y mire a ver que le sucede a su mamá.
Zafiro suelta su caballo, y le reclama a Killand:
— ¿Qué le hiciste?
— Nada, yo solo estaba escuchando sus indicaciones.
De inmediato, Zafiro corre hacia la casa, mientras Killand se queda mirando el caballo de Zafiro.
El hombre que reparte el correo, llega al Arca y le entrega una carta a Manuel. Y luego se va.
En la casa, Zafiro le dice a su mamá:
— ¿Ya estas lista para que salgamos?
— No estoy lista, pero si gustas puedes salir tú, Margot te acompañará.
— Me gustaría recorrer Pedraza sola.
— Claro que no, si quieres salir, es mejor que lo hagas acompañada.
— Entonces, lo voy hacer contigo, yo todavía no le tengo tanta confianza a Margot.
Manuel entra a la casa, y le dice a Janet y a Zafiro.
— Buenas, llego un correo del general.
Janet coge la carta, y le dice a Manuel:
— Ahora que querrá el general.
Janet abre la carta, y se pone a leerla con detenimiento, y luego dice:
— Me está invitando a la ejecución de la familia Vargas.
Zafiro le dice a Janet:
— ¿Lo que hicieron da para ejecución?
Janet le responde:
— Si el general lo decidió, es porque lo ve necesario. Aunque yo voy a ir a decirle que les perdone la vida.
Manuel le dice a Janet:
— Recuerde que esos sujetos mataron a Emilio con esa Serpiente, y robaron el cargamento, el cual ya recuperamos.
Janet piensa:
“Por qué Killand tuvo que removerme la tristeza que llevo dentro, no quería pensar en que volveré a quedarme sola”
Manuel y Zafiro ven a Janet un poco ida. Cuando este le dice:
— ¡Janet!, ¿qué piensas de lo que dije?
— ¿De qué hablas Manuel?
— No, déjalo así, yo me voy a trabajar.
Zafiro le dice a Janet:
— ¿Qué te sucede?
— Ve y dale de comer a los pollos o a los cerdos, necesito estar sola un momento.
— Está bien.
En ese instante, ante la mirada de todos los trabajadores, Janet se va a la quebrada.
Alika termina de trenzar a Ashanti, y le dice:
— Ya terminé, ahora vamos a trabajar.
— Hoy no tengo ganas de hacer nada.
— ¿Estas enferma hija?
— No, solo que no quiero ver a nadie.
Janet llega a la quebrada y sin pensarlo dos veces, se quita el vestido. Y luego se mete al agua, y nada por varios minutos.
Killand se escapa de su trabajo para seguir a Janet. Cuando Abu, quien también está enamorado de Janet, lo sigue por todo el bosque.
Minutos después, Janet se cambia nuevamente. Y se sienta en una roca. Cuando Killand aparece por su espalda con unas flores, y le dice:
— Hola.
Janet se asusta y al ver a Killand, le pregunta:
— ¿Desde cuándo estas acá?
Killand le da unas flores a Janet, las cuales recogió por el camino, y le responde:
— Yo llegue ahora, no se preocupe señorita, yo nunca la irrespetaría.
Abu se llena de envidia y se enfurece al ver que Killand le entrego flores a Janet.
En ese instante, Janet huele los claveles, y le dice a Killand:
— ¿Por qué las flore?
— Para disculparme por lo que le dije ahora rato, vi que se puso muy triste.
— ¿Solo por eso?, yo creo que guardas algo más que no quieres decir.
Killand se sonríe un poco de los nervios que le han vuelto, y le responde:
— Tiene razón, tengo algo que decirle, pero no sé cómo expresárselo, porque usted es la dueña de todo esto. Y yo solo soy un simple esclavo.
Janet se levanta de la roca, y le dice:
— Ya les he repetido que ustedes para mí no son esclavos… ustedes ya son parte de la gran familia que alberga el Arca, y como tal, todos tienen el mismo derecho de ser libres.
Killand coge las manos de Janet:
— ¿Usted se enamoraría de una persona como yo?
— Claro, no veo nada de malo en eso, eres un hombre muy guapo y cualquier mujer se enamoraría de ti.
— Pero yo solo quiero que usted se enamore de mí.
Janet se sonríe bastante, y le dice a Killand:
— Lo estaba sospechando desde hace tiempo.
Al ver que Janet se sonríe, Killand le dice:
— Ve lo que le digo, a usted esto le parece muy gracioso, yo soy poca cosa para usted… no debí fijarme en alguien tan importante…
Janet le tapa la boca a Killand con su mano izquierda, y luego le dice:
— ¡Calla! Yo seré tu mujer si aceptas una condición.
— ¿Cuál es la condición?
— Desde ahora en adelante te llamaré Joaquín.
— Acepto cualquier condición que me pongas, solo quiero estar con usted y amarla.
De inmediato, Janet le da un beso a Killand, y luego lo ve como al Joaquín que la enamoro, y le dice:
— Qué bueno que volviste aparecer, Joaquín…