CASSANDRA El atardecer cae de a poco. Los matices crean una impresionante sinfonía sorda sobre la expansión. Sin embargo, la mezcla naranja no es alegre como el lila o el rosa. Es bonito, pero imaginar un mundo naranja hace que la tristeza se apodere de mí. Cuando eres niño, esperas con ansias un aguacero que te libre del colegio. Cuando la adolescencia te arropa, solo te empeñas en leer un buen libro mientras tomas algo caliente y, de cierta forma, no está mal huir de la realidad. ¿El problema? Bueno, cuando “la vida” te da la cara, descubres que la lluvia no es más que millones de decisiones nacientes de la bóveda celeste y que, por desgracia, acaban estrellándose contra el suelo. Se me escapa un hondo suspiro, no comprendo hacia donde nos dirigimos en este momento. Pocas veces he