—Sasha…—me había vestido, estaba sentado recostado a la puerta por si se le ocurría salir. Ella estaba en la cama, esperaba desnuda a que yo la acompañara. Sabía que solo era su deber y ella se lo tomaría muy en serio, pero eso no significaba que me tenía que agradar su decisión. ¡Solo llevaba unos pocos meses soltera! Ahora se casaría otra vez, era como si el destino de Lisa fuera pertenecer a hombres poderosos y ambiciosos, como si fuera su deber ser el p**o, la moneda de cambio, aquel premio que se ofrece por algo. Un trofeo. —No digas mi nombre. —¡Estoy muy ansiosa! ¡Tenía que decírtelo! Sasha…tenía que decírtelo. Al menos valora eso, te soy sincera. —¡¿Y de qué me sirve?! ¡¿De qué me sirve ser el primero en saber que Pablo quiere casarse contigo o que tú vas a aceptar?! Di
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