bc

Los placeres del Lobo Feroz

book_age18+
815
FOLLOW
5.5K
READ
HE
kicking
city
like
intro-logo
Blurb

Merida sale una noche con su mejor amiga a las vegas y está decidida a solo una cosa; acostarse con un completo desconocido. En el casino conoce al famoso hombre que lo llaman Lobo y le interesa, le atrae, le gusta, así que va con él a su habitación a pasar la mejor noche de su vida.

Pero ahora debe enfrentar su realidad.

Que ella tiene novio y está apunto de casarse.

chap-preview
Free preview
Capítulo 1: Dormir con un desconocido
Capítulo 1: Dormir con un desconocido El vestido rojo ceñido a mi cuerpo que llevo pertenece a mi mejor amiga Grecia que me ha persuadido de salir esta noche. Me paró en medio de la habitación del hotel que mi mejor amiga Grecia y yo compartimos, e intento bajarlo un poco al sentir que literalmente me roza el culo. Ni siquiera sé si me puedo sentar sin que se me vean las nalgas, esto es algo que yo clasificaría como putivestido. —Sexy Paola, muy sexy —dice Grecia haciendome un guiño. Me volteo intentando ver la espalda del vestido en el espejo, demasiado provocativo, demasiado puto. —Parezco puta —digo. —Hay una linea, entre parecer puta costosa y puta barata —dice Grecia—. Tú luces muy costosa. Le giro los ojos, no sé si es una clase de cumplido o no. Mal no me queda; sé que no, pero tampoco es algo que usaría para ir a la misa o... para algo decente como mi trabajo, siempre uso trajo, el tipo de traje que casi te hacen olvidar que eres una mujer, o que tienes un interés s****l. —No seré capaz de comer nada —me quejo, es que está demasiado ajustado, no llevo ni sujetador, solo unas delgadas bragas. —Es las vegas nena —me suelta—, no comas nada hasta volver. Solo la recuerdo diciendo que me tengo que acostar con un desconocido, que necesito probar, pero realmente no me llama la atención. Todo esto es por ella. Suspiro, mientras estoy aquí, al menos quiero disfrutarlo. * * * No estoy acostumbrada a esto. Me siento incomoda. Los hombres miran todo de mí, siento que incluso el vestido se me rompió y de hecho me ven las bragas no estoy segura, me toco pero no, la tela está bien y es resistente. Las mujeres están viendo, también. Algunas miradas son críticas; otras, envidiosas. Parte de mí quiere ir de prisa a través de la sala pero el vestido me mantiene lenta y cuidadosa, caminando despacio. Debí ponerme una faja a ver si con eso si lograba respirar bien. Un hombre camina a mi lado y sus ojos recorren mi cuerpo de arriba abajo sin siquiera hacer el mínimo intento de ocultar su deseo. No miento, me siento poderosa y bella, es extraño, es nuevo, me gusta y me asusta. ¿Acaso piensan que soy puta? Miro sobre mi hombro y me doy cuenta que ha dejado de mirarme cuando me alejo de él. Arrogante, me gusta pensar que un hombre como él pudiera fijarse en alguien como yo. Entramos a la mesa, ya que estamos aquí, lo minimo que podemos hacer es apostar. Iniciamos con lo minimo; 100, me inclino y siento que se me sube el ruedo, me lo bajo rápido. Trago con fuerza y me enfoco en la mesa. No soy exactamente una experta en el juego pero Grecia es peor, no logra ninguna y sigue apostando. Ella luego de unos segundo se fastidia y va a otra mesa, yo me quedo aquí porque he tenido suerte; poca, pero suerte en fin. —Esta parece una buena. Me doy vuelta justo cuando un hombre vestido pulcramente, está sencillo pero se nota que está costoso, solo jeans y una franela negra se sienta a mi lado. Sus brazos musculosos se nota que va al gimnasio, su cabello con algunas canas, pero que a pesar de darle un aspecto más mayor se ve muy elegante. Sus ojos grises me ven, y yo miro rápidamente a otro lado. ¿Me habría visto mirarlo? Una mujer se le acerca al hombre y le sonríe. —Señor Lobo, feliz noche. ¿Señor Lobo? ¿Quien podía llamarse así? —Igualmente. Empezaré con cinco mil. —dije el lobo. Entre más lo veo, más pienso que es una clase de lobo feroz, porque su mirada y su forma de actuar es muy determinada. Veo como una pila de fichas negras y púrpuras son colocadas delante de él. Esta no es la manera en que la gente normalmente consigue sus fichas. Yo en cambio dejo una humilde apuesta de doscientos dólares y el distribuidor reparte las cartas. Comienzo con un cinco y un as. Este no es un mal principio. El Lobo Feroz no tiene tanta suerte con sus diez y seis. Toco ligeramente con mi dedo al lado de mis cartas y me dan otra. El Lobo Feroz hace lo mismo. Mi carta es un cuatro. Sonrío para mí. Estoy en una buena racha. O al menos pensé que lo estaba hasta que al Lobo Feroz le entregan un cinco. Nadie dice nada, pero las fichas son empujadas en su dirección. Cuando el distribuidor añade unas fichas a mi montón, un pequeño reconocimiento de mi triunfo contra la casa, el Lobo Feroz se inclina hacia mí y me retraigo confusa, pero lo escucho decir: —¿Que tal si lo hacemos mejor? ¿Uh? Casi me doy la vuelta a ver si me habla a mí, en efecto; es así. —Creo que eso es lo que estábamos haciendo. —respondo. Miro mis fichas, no porque tenga que contarlas, sino porque estoy demasiado perturbada para mirarlo directamente. —Mucho mejor —dice—. Si tengo una mejor mano, dejaremos la mesa y podrás tomar una copa conmigo. ¿Qué dices? Frunzo el ceño, no me parece mala idea... —¿Y si tengo una mano superior? —replico gustosa. Él sonríe un poco, tiene una sonrisa que parece tenebrosa y a la vez muy atrayente. —Entonces beberé contigo. —responde. Sonrío con superioridad, me siento con suerte y entusiasmada en las vegas. —Si gano, vamos a tomar una copa aquí en la mesa y seguiremos jugando —replico. —Toda una empresaria —dice el Lobo. Claro, yo amo negociar. No lo miro, pero puedo sentir su mirada y su sonrisa. La energía que emana de él es bastante atrayente; atractiva, pero también un poco oscura. Me gusta eso. Se reparte unas cartas más. Consigo un tres y un seis mientras el Lobo consigue a un rey y un cuatro. Golpeo mis uñas contra la mesa de fieltro verde. El señor Lobo gesticula para que también le den carta. Esta vez es él quien llega a veinte. Yo ni siquiera llego a dieciocho. He perdido. Alzo la vista cuando él se levanta y me ofrece su mano diciendo: —¿Vamos? La palabras de Grecia invaden mi mente con lo de dormir con un desconocido... Ahora no sonaba tan disparado. Recojo mis fichas y dudo un poco para que no se me vean las bragas cuando me levanto de la mesa. Él no me apura, vamos primero al cajero, donde puedo cobrar mis fichas, luego vamos a la escalera mecánica. Estar con él se siente extraño porque no lo conozco y a la vez siento que puedo confiar en él. ¿Me habré vuelto loca? La gente nos mira, se siente bien estar con alguien tan fuera de mi liga, como un sueño, algo que no pasa usualmente. Me gusta. Esta noche no era yo. Pero no me iría a la cama con él, solo pienso que beberemos, coquetearemos, y luego vamos a desaparecer de la vida del otro como el humo de un fuego controlado. —Aquí —dice él cuando nos trasladamos a un bar con las paredes de vidrio. Él se acerca a la barra y yo intento de que no se me vean las bragas cuando me subo al taburete. Saco mi celular para enviarle un mensaje a Grecia de mi paradero, pero antes de que incluso pueda introducir la primera palabra, el mesero nos atiende. —Un vino para la dama —dice el lobo. —No —digo —. Whisky. Solo lo pedí porque quiero llevarle la contraria. El Lobo me mira, y sonríe, ordena un whisky para cada uno. —¿Entonces… —dice mientras el camarero se aleja—, vienes muy frecuente por acá? Le envio rápidamente mi dirección actual a Grecia y lo vuelvo a mirar. —No realmente. —¿Qué buscas? —me pregunta. ¿uh? Creo que mi cara muestra la pregunta que mis labios no formulan y él continúa diciendo: —Normalmente no te vistes así. Traen nuestras bebidas y él paga, a continuación, me mira. —¿Cómo sabes lo que normalmente visto? —pregunto. —No sabes caminar con tacones. Uhm. Que observador. —Y si te vistieras así todo el tiempo, estarías acostumbrada a la gente mirándote. Tú no lo estás. —Se inclina hacia adelante. Demasiado observador. Comienzo a mirar a otro lado pero toma mi barbilla en su mano y la sostiene de modo que yo lo tengo de frente directamente. —Tu rostro está rojo, estás evidentemente nerviosa. Me siento desnuda. Que me toque me pone más nerviosa. Debería alejarme. No debería dejar que siguiera tocandome la barbilla ni mucho menos dejar que su pulgar suba por mi labio como lo está haciendo ahora. Estoy frente al lobo; me siento pequeña frente a un Lobo Feroz y a la vez me gusta que sus ojos muestren deseo en devorarme. ¿Pero qué estoy pensando? No lo conozco. No debí escuchar a Grecia y a sus consejos de acostarme con un desconocido. Despacio, muevo mi mano a la suya y luego la alejo de mi rostro. Pero no lo dejo ir. Me gusta la sensación de ella: fuerte y rugosa... Tocándome, sus dedos dentro de mí... Detengo mis pensamientos. ¿Qué estoy haciendo? —Mi nombre es Mérida —le digo. —¿Quieres saber mi nombre? —pregunta—. ¿Mi nombre real? Me doy cuenta inmediatamente de que no quiero. No quiero saber quién es él. Ni siquiera quiero saber quién era yo ayer o quién seré mañana. Solamente quiero saber quién soy ahora. —No suelo hacer esto —susurro. Pero incluso cuando lo digo sé que hablo de esta noche y que es... diferente. Este hombre, no es como el hombre que recorrió mi cuerpo con sus ojos. Me está analizando, en su rostro puedo ver mi propio deseo. Él no es más que mi fantasía y la química... la intensidad que existe entre nosotros... es intensa. Me atrae mucho. —Me gustaría prepararte algo de comer —dice. Sé que me está invitando a su habitación. Echo un vistazo alrededor del bar. Nunca he tenido una aventura de una sola noche hasta hoy.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Bajo acuerdo

read
9.2K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
167.3K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
51.3K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
86.4K
bc

Navidad con mi ex

read
8.8K
bc

Tras Mi Divorcio

read
510.5K
bc

Yo, no soy él

read
88.4K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook