Los azares del destino y las jugarretas de la vida pueden ser increíbles para algunos. Muchos se niegan a creer aquello que está fuera de su entendimiento, y deciden pretender lo que se oculta en las sombras. Pero ¿cerrar los ojos es igual a desdibujar la realidad?
Una historia que pocos creerán está a punto de ocurrir en estos momentos lector, y todo a una mujer que no sospecha sobre su porvenir. ¿Fortuna o desfortuna será lo que le ocurrirá? Eso lo descubrirá más adelante.
Por los momentos se encuentra entregando un pedido a domicilio en un edificio de fachada descolorida. Es su entrega número quince del día. Una pizza de un restaurante local cuyo dueño le daba buenas propinas al final del mes. Era un abuelo italiano amable. No todos eran así, la mujer había conocido la amargura del carácter humano desde muy pequeña, las secuelas del alcohol en un padre y las consecuencias del maltrato en una madre.
También había conocido lo que era el hambre, lo que era el frío, lo que era trabajar desde que era una niña en la calle. Aun así, su alma, los colores de su alma eran radiantes y cegadores. Tenían fuerza y vitalidad para una vida longeva, para un par de vidas longevas en realidad.
Su nombre es Karina. Karina Gómez, tiene 26 años, ojos y cabello castaño, mide 1,85 aunque siempre coloque en los formularios 1,80; y pesa 86 kg, aunque siempre ponga en los formularios que 80 kg. No tiene muy buena autoestima, no se considera hermosa, no se considera femenina siquiera. Su cuerpo está acostumbrado al trabajo duro, está amoldado a la necesidad. Sus manos callosas por limpiar pisos de oficina los fines de semana; y su piel quemada por recibir tanto sol, la delatan.
Pero es también curiosa la percepción que tiene de sí misma. Orgullo. Karina está orgullosa de quien es. No podrá tener mucho dinero, pero tiene el suficiente para vivir. No podrá tener una gran apariencia pero tiene salud en cada gramo de su cuerpo. No podrá tener familia, pero se tiene a sí misma, ella es fuerte, todo lo puede.
Tal cual le ha demostrado a Antonio. Hoy es el día más esperado por Karina en el mes: su cita con Antonio.
Emocionada y expectante por la charla que tendrían, comienza a conducir su bicicleta alejándose del edificio en el que entregó la pizza. Es un día caluroso para Karina. Tanto que necesita aflojarse la chaqueta fosforescente de su uniforme, nunca dejando de pedalear, no podía llegar tarde.
Se lamentó de su situación actual, estaba en una bicicleta porque le habían robado su moto hacia unas semanas. Sin embargo, como en cada oportunidad que se le presentaba una desgracia, Karina buscaba la parte positiva. Esta vez era que sus piernas estaban tan tonificadas que si le llegasen a robar la bicicleta, haría entregas trotando.
Optimista como ninguna otra es esa mujer. Pero ¿por qué? ¿Qué hace ser a algunas almas más fuertes que otras? ¿Qué es lo que las hace tener tonalidades diferentes? ¿Era terquedad por no darse por vencida con el mundo en contra? ¿Era esperanza por un porvenir mejor? ¿Era amor por ese hombre fuera de su alcance? Sea como fuese, Karina tenía un sitio al cual llegar con rapidez.
Lástima que nunca llegaría. O por lo menos, no siendo la Karina Gómez que les presenté en este breve prólogo.