CAPÍTULO 5

1978 Words
NAJWA Mis lágrimas ruedan por mis mejillas sin descanso alguno de la impotencia y de la rabia que siento, y todo por culpa de la noticia que mi padre me acaba de dar. Pero que ni crea que voy a aceptar. Antes prefiero que me mate. ¡Ay! Perdón. No me presente. Me llamo Najwa Naif, nací en Abha esta es la capital de la región de Asir en Arabia Saudita. Vivo en la ciudad de México desde los cinco años desde que mi padre decidió montar una tienda de artesanías y ropa árabe aquí. Se estarán preguntando por qué, ¿verdad? Digamos que lo hizo para que mi madre, él y yo tuviéramos una vida mejor que en Abha, por eso vivo aquí y también por eso mi mente es más abierta y no entiendo cómo es posible que mi padre no entienda que vivimos en el siglo veintiuno y no en el siglo quince. Físicamente, soy delgada, mido 5.25 pies, mi cabello es n***o como la noche, mi piel es blanca como la leche, pero lo que más le llama la atención a la gente cuando me ve por primera vez es el color violeta de mis ojos. Yo sé que es difícil de creer que una persona pueda tener los ojos de ese color, pero según lo que les dijeron los doctores a mis padres, es que padezco del Síndrome de Alejandría o también conocido como Génesis de Alejandría. Esta mutación genética hizo que mis ojos grises cambiaran a un color violeta intenso cuando apenas tenía dos años. Salgo de la casa sin permiso alguno porque necesito tomar aire y pensar en que voy a hacer para no casarme. Así como lo están leyendo. Mi padre me acaba de dar esa noticia tan maravillosa y lo mejor de todo es que no conozco a mi prometido, ¿Cómo les parece? Pero así es la tradición árabe. Una de las tantas tradiciones que odio, como la de la sumisión y obediencia. De repente empiezo a ver todo borroso a mi alrededor y mi vista se vuelve negra… Horas después. Me siento mareada y el cuerpo lo siento entumecido como si hubiera estado dormida durante horas en la misma posición. ¿Qué me paso? Al mirarme veo que tengo puesta una bata de hospital y en mi dedo índice izquierdo tengo puesto el pulsioxímetro. - Que bueno que ha recuperado la conciencia – me dice un doctor con alegría nada más entrar a la habitación – ¿Cómo se siente? - Bien, aunque siento mi cuerpo entumecido – le digo confundida. - Eso es normal después de dos horas de siesta – me dice con diversión provocando que me sorprendan. ¡Mierda! Mi padre me va a matar. - Ya puede irse a su casa y recuerde comer saludablemente. Nos vemos el próximo mes para comprobar que todo marche bien – me dice este antes de salir de la habitación. No entiendo para qué tengo que venir dentro de un mes, pero ahora eso es lo que menos me importa. Lo que me importa es saber cómo voy a pagar el hospital, pero sobre todo como voy a salir bien librada de esta con mi padre. Después de vestirme me voy a recepción y pido mi cuenta, pero para mi sorpresa la cuenta ya había sido saldada. 2 meses después. La puerta de mi habitación se abre y veo entrar a mi madre con la bandeja de desayuno. - Buenos días, hija – me dice dejando la bandeja llena de comida en la mesilla de noche antes de darme un beso en la frente como todos los días. - Buenos días, mamá – le digo con desánimo. - Hija. Levanta ese ánimo, por favor – me pide mirándome con amor. - No me pidas eso mamá. Estoy harta de estar encerrada como si fuera una delincuente – le digo cruzándome de brazos mientras ella se sienta a mi lado en la cama. - Lo sé, hija. He tratado de convencer a tu padre de que te deje salir, pero no lo he logrado – me dice. Hace dos meses cuando llegué a la casa, mi padre estaba furioso porque me salí sin su permiso y me encerró en mi habitación como si tuviera cinco años, ni siquiera me deja ir a la universidad y eso que sabe que es mi último año de carrera. - Te lo agradezco mamá, pero no quiero que tengas problemas con mi padre por ayudarme – le digo recordando los gritos de mi padre ayer por la noche mientras discutía con mi madre. - Tú por eso no te preocupes y mejor desayuna que últimamente no estás comiendo muy bien – me dice acariciándome la mejilla izquierda con amor y de repente siento como mi estómago se revuelve cuando llega a mis fosas nasales el olor del desayuno obligándome a salir corriendo hacia el baño. No sé qué me está pasando, pero desde hace una semana tengo náuseas y cada día son peores. - ¡Hija! ¿Estás bien? – me pregunta mi madre con preocupación entrando al baño, viéndome tirada en el piso mientras vomito. - No mamá – le digo levantándome del suelo – Llevo una semana sintiéndome mal y cada día que pasa es peor – le digo antes de echarme agua en la cara y de cerrar los ojos cuando todo me empieza a dar vueltas. - Voy a hablar con tu padre para que te lleve al hospital – me dice antes de salir de mi habitación. … Al llegar al hospital, como era obvio, mi padre exigió que me atendiera una doctora, ya que la ley árabe prohíbe que un doctor pueda atender a una mujer, solo en caso de que no haya una doctora en el hospital o sea un caso de vida o muerte. Me hicieron muchas pruebas y ahora estoy esperando en el consultorio de la doctora que me atendió los resultados de los análisis de sangre junto a mi padre, puesto que los demás van a tardar unos días. - Perdón por hacerlos esperar – nos dice la doctora con amabilidad entrando al consultorio. - No se preocupe – le dice mi padre mientras esta toma asiento. - Según los análisis de sangre… Estás embarazada Najwa – me dice la doctora mirándome provocando que sienta una opresión en el pecho y que me falte el aire. - ¡Eso no puede ser! – es lo único qué logro decir. - Eso es imposible. Mi hija no puede estar embarazada – le dice mi padre – Tiene que haber un error. - Lamentablemente si lo hubo. Hace dos meses su hija fue ingresada en este hospital porque se desmayó en la calle. La persona que atendía la recepción confundió la documentación de su hija con la de otra paciente llamada Najwa Nait que tenía programada una inseminación artificial para ese día, lo que provocó que ese procedimiento se le realizara a su hija – nos cuenta la doctora. - ¡¿Qué?! Pero… ¿QUÉ CLASE DE HOSPITAL ES ESTE QUE COMETE SEMEJANTE NEGLIGENCIA? – le pregunta mi padre furioso mientras se levanta de la silla donde estaba sentado. - Créame que lo siento muchísimo – le dice la doctora. - ¡Y MÁS QUE LO VA A SENTIR POR QUÉ PIENSO DENUNCIAR EL CASO! – le dice mi padre. - Está en todo su derecho en hacerlo, pero a nombre del hospital les pide una enorme disculpa a ambos por lo sucedido. - ¿Nos podría dejar solos unos minutos? – le pregunta mi padre. - Por supuesto – dice esta antes de salir del consultorio. - Tú sabes muy bien que ese bebe no puede nacer, ¿verdad? – me pregunta inmediatamente cuando nos quedamos solos. - No voy a abortar papá – le digo con seguridad. - Sabes muy bien que si la comunidad árabe se entera va a decir que eres una ramera – me dice. - ¿Por qué no hablamos claro papá? A ti lo que te preocupa no es la comunidad, lo que te preocupa es que Hasán no quiera casarse y pierdas todo el dinero que ese matrimonio te daría – le digo. - ¡¿CÓMO TE ATREVES A HABLARME ASÍ?! – me pregunta furiosos. - ¡¿Y TÚ COMO TE ATREVES A TRATAR DE OBLIGARME A ABORTAR?! – le pregunto. - ¡TÚ VAS A HACER LO QUE YO TE ORDENO POR QUÉ SOY TU PADRE Y AHORA MISMO TE VAS A DESHACER DE ESE BEBE! – me dice señalando mi vientre con su dedo índice. - ¡NO LO VOY A HACER! – le digo colocando mis manos en mi vientre de forma protectora. - ¡SI LO VAS A HACER Y TE VAS A CASAR CON HASÁN! ¡ÉL TE VA A DAR TODOS LOS HIJOS QUE QUIERAS! – me dice furioso. - ¡NO ME VOY A CASAR CON HASÁN Y MUCHO MENOS VOY A MATAR A ESTE BEBE QUE CRECE DENTRO DE MÍ, ANTES PREFIERO QUE ME MATES! – le digo y veo como levanta su mano para pegarme. - No sé atreva – le dice un hombre en tono serio agarrándole la mano evitando que me golpee. No sé en qué momento entro este hombre al consultorio, pero su voz me suena. - ¡¿USTED QUIÉN ES Y CÓMO SE ATREVE A TOCARME?! – le pregunta mi padre furioso mientras forcejea con él. - ¡MI NOMBRE ES CHRISTIAN LOBO Y ME ATREVO PORQUE SOY EL PADRE DEL BEBE QUE ESTÁ ESPERANDO NAJWA Y NO VOY A PERMITIR QUE LA GOLPEE Y MUCHO MENOS DELANTE DE MÍ! – le dice con seguridad soltando su agarre de la mano de mi padre e interponiéndose en medio de nosotros. ¡No puede ser! ¡Esto es irreal! ¡Estoy esperando un hijo de mi crush! Desde el primer momento en que vi a Christian en televisión me enamoré de su voz y de su forma de interpretar las canciones, es más, soñaba con conocerlo algún día, pero jamás me imagine que lo conocería de esta forma. - Así que usted es el padre – le dice mi padre mirándolo de arriba abajo. - Sí – le dice Christian. - Pues váyase haciendo a la idea de que ese bebe no va a nacer – le dice mi padre serio. - Creo que se equivoca porque según lo que escuche Najwa no quiere abortar y ella es la única que tiene el derecho a decidir si sigue con el embarazo o no – le dice Christian con tranquilidad. - ¡Najwa! O terminas con ese embarazo ahora mismo o te olvidas de tu madre y de mí para siempre – me dice mi padre en un tono amenazante. - Si crees que amenazándome con eso me vas a hacer cambiar de opinión, te equivocas papá, voy a tener a este bebe, aunque el mundo entero se oponga – le digo con seguridad. - Muy bien – me dice acercándose a mí – Entonces desde este momento olvídate de tu madre y de mí. ¡Ah! Y ni te atrevas a volver a la casa – me dice antes de salir del consultorio. Una vez salió yo no pude contener mis ganas de llorar y mis lágrimas salieron en cascada. - Tranquila – me dice Christian abrazándome – ¿Estás bien? – me pregunta cuando dejamos de abrazarnos mirándome a los ojos muy sorprendido, supongo que es por el color de estos. - Sí, pero… ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Dónde voy a vivir? – digo preocupada en tono de pregunta mientras me limpio las lágrimas que caen por mis mejillas. - En mi casa – me dice. - ¡¿Qué?! – digo confundida y muy sorprendida.
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