CAPÍTULO 10

1951 Words
NAJWA Tengo que decirles que Christian cocina muy bien, es más, les digo que los Shakshuka le quedaron mejor que los que hace mi madre, pero no se lo vayan a decir a esta porque me mata. - ¿Estás lista? – me pregunta Christian del otro lado de la puerta después de dar unos pequeños toquecitos en esta. - Sí. Ya salgo – le digo terminando de ponerme arreglarme el cabello. - Te esperamos en el garaje. Ya llevo yo tu mochila – me dice. Nada más salir me encuentro con mi madre y Panchita. - Que tengas un bonito día, hija – me dice dándome un abrazo y un beso. - Toma – me dice Panchita entregándome un táper – Tu madre me contó que tienes muchas náuseas, así que te prepare un poco de fruta. Estoy segura de que te va a ayudar con esos malestares. - Gracias – le digo con una sonrisa – Las veo luego. Hoy regreso a mis clases en la universidad después de dos meses y no puedo negarles que estoy un poco nerviosa por eso. Subí a la camioneta con la ayuda de Christian y este inmediatamente la puso en marcha. - Gracias por llevarme a la universidad. - No tienes nada que agradecerme, además mi reunión es en la cafetería que está en frente de la universidad – me dice. - Gracias de todos modos – le vuelvo a decir. Quince minutos después estábamos estacionando la camioneta justo al lado de la cafetería. Christian me ayudo a bajar mientras Fernando iba a comprar una cajetilla de tabaco. - ¡Christian! – escuchamos como una voz femenina lo llama – ¿Qué haces aquí? – le pregunta con curiosidad mientras le da un abrazo. ¡No puede ser quien estoy pensando! - Tengo una reunión aquí – le señala la cafetería – Pero qué bueno que te veo porque te quiero presentar a Najwa – le dice y al voltearse para verme ambas nos sorprendemos. - ¡Dalia! – digo. - ¡Najwa! – dice antes de abrazarme. - ¿Se conocen? – nos pregunta Christian con curiosidad. - Sí. Najwa y yo somos amigas, además estamos en el mismo salón de clases – le cuenta Dalia con una sonrisa. - ¿Y ustedes de qué se conocen? – le pregunto a Dalia mientras veo como Christian se acerca a un hombre de unos treinta años, moreno, ojos negros, alto y complexión fuerte. - Cuando mi madre murió dejo a Christian como mi tutor legar y desde entonces vivo en su hacienda. Pero tú mejor cuéntame, ¿por qué no habías venido a la universidad? – me pregunta con curiosidad - Es una historia muy larga. Mejor luego te cuento – le digo cuando veo a Christian acercarse nuevamente a nosotras y está asiente en respuesta. - Me alegra que se conocen porque entonces te va a dar gusto saber que Najwa y su madre a partir de hoy van a vivir con nosotros en la hacienda – le dice Christian. - ¡¿Qué?! ¡¿Cómo?! – pregunta muy sorprendida, pero también muy contenta. - Y eso no es todo. ¿Te acuerdas que hace dos meses me hice unos estudios de fertilidad? – le pregunta. - Claro que sí. ¿Ya encontraste a la…? – le pregunta, pero se detiene antes de terminar la frase – No me digas que Najwa es… – dice mirándonos a ambos con los ojos queriéndosele salir de órbita, pero no es capaz de terminar la frase. - Sí, Dalia – le dice Christian – Najwa es esa mujer y además está esperando un hijo mío. - ¡¿QUÉ?! – chilla emocionada. - No grites – le digo mirando para todos lados. - Me dejaste sordo – se queja Fernando. - Para que veas que se siente, escucharte cantar – le dice Dalia haciéndome reír. - Ja, ja, ja. Qué chistosa – le dice Fernando. - No se vayan a pelear, por favor – les pide Christian. - Eso no va a pasar porque Najwa y yo ya tenemos que entrar a clases – le dice Dalia mientras me agarra del brazo para irnos – Hasta luego. - ¡Dalia! – la llama Christian evitando que nos vayamos – Ni una palabra de esto a nadie – le dice Christian. - No te preocupes que de mi boca no va a salir ni una sola palabra, pero… ¿Eres consciente de que no van a poder ocultarlo toda la vida? – le pregunta y Christian y yo nos miramos el uno al otro. - Lo sé – le dice Christian. CHRISTIAN La reunión con el dueño de la Tequilera Honor fue una pérdida de tiempo tal como lo pensé porque no quiso mejorar la oferta. - ¿Qué vas a hacer? – me pregunta Fernando con curiosidad. - Pues renovar el contrato con Lorenzo – le digo con resignación. - Si no te hace gracia tener que renovar el contrato con el padre de Lorena, piensa en la idea de Najwa – me dice. - La idea me gusta, el problema es que no cuento con el capital suficiente para comprar las máquinas que se necesitan – le digo con toda sinceridad. - Puedes vender el departamento de Nueva York, la casa de la playa o pedir un préstamo bancario. - Ni loco, voy a hacer eso – le digo rotundamente cuando me llega una idea a la cabeza – Lo tengo. Conociendo a Lorenzo debe de estar como loco buscando un proveedor nuevo, así que si le digo que estoy dispuesto a renovar el contrato por un año más con la condición de que quiero un diez por ciento más por cada envío de agave no se va a negar – le digo mirando a través de la cristalera de la cafetería como se acercan Dalia y Najwa, la cual viene llorando. Inmediatamente, me levantó y salgo de la cafetería corriendo seguido de Fernando. - ¿Qué paso? ¿Por qué estás llorando? – le pregunto preocupado nada más llegar hasta ellas. Najwa no me dice nada, solo me abraza mientras se ahoga en llanto. - El director le dijo que no podía volver a la universidad porque su padre había anulado su matriculación – me cuenta Dalia. Esto ya me lo veía venir, por eso hice que la reunión fuera en esta cafetería para estar al pendiente por si esto llegaba a pasar. - Ya no llores por algo que tiene fácil solución – le digo y esta deja de abrazarme. - Eso mismo le dije yo – dice Dalia. Al ver sus lágrimas caer no puede evitar limpiárselas con mis pulgares dándome cuenta de que tiene una piel muy suave. - ¡Ven! Vamos a arreglar eso ahora mismo – le digo. - ¿Cómo? – me pregunta confundida. - Voy a pagar tu matriculación – le digo y esta me mira sorprendida. - No. No puedo aceptarlo – me dice negando con su cabeza – No quiero seguir abusando de tu generosidad. - No estás abusando de mí porque no me lo estás pidiendo, sino que esto lo hago porque quiero igual que le he pagado toda la universidad a Dalia – le digo para tranquilizarla, aunque la situación con Dalia es completamente distinta. - ¡¿Qué?! ¡¿Es broma?! – pregunta sorprendida. - No amiga. Lo que Christian te acaba de decir es cierto. Gracias a él estoy a punto de cumplir mi sueño de ser arquitecta y tú tienes el mismo sueño que yo, así que no tires a la basura todo el esfuerzo que has tenido que hacer durante estos años y acepta que Christian te pague lo que falta para que nos graduemos – le pide Dalia – Además te tengo que confesar algo. - ¿Qué cosa? – le pregunta Najwa. - ¿Te acuerdas que hace dos años más o menos te pedí que me ayudaras con mi proyecto de fin de carrera? – le pregunta Dalia y está asiente en respuesta – Pues resulta que en realidad me ayudaste a remodelar la hacienda de Christian al completo – le dice. - ¡¿Qué?! – decimos sorprendidos Najwa y yo al mismo tiempo. - Así como lo oyeron los dos – nos dice – Y el estudio de grabación que tanto te gusto lo diseño completamente Najwa – me dice provocando que mire a Najwa. - Entonces eso quiere decir que yo estoy en deuda contigo – le digo – Tú dirás como lo arreglamos porque no me gusta deberle dinero a nadie. - Visto de esa manera entonces acepto que me pagues lo que falta de matriculación – me dice. - Vamos – le digo ofreciéndole mi mano. Esta la mira con dudas, pero al final pone la suya encima de la mía provocándome una sensación que nunca había sentido antes. Caminamos hacia la universidad tomados de la mano y una vez dentro nos dirigimos a la administración donde se pagan las matriculaciones. Al llegar vemos a la persona encargada de la administración de espaladas a la ventanilla hablando por teléfono. - Por supuesto que la escuche y me parece una de sus mejores canciones. Es que no puedo dejar de cantarla – escuchamos que le dice a la persona con la que está hablando. - Hola – le digo, pero no me hace ni caso y sigue con su conversación. - Yo también me muero de ganas de verlo y escucharlo – le dice a la otra persona. Miro a Najwa incrédulo y esta se encoge de hombros. - Disculpe. ¿Podría atendernos? – le pregunto. - No ves que estoy hablando por teléfono – me dice sin voltearse. Esto es increíble. - Nada amiga, un alumno pesado – dice y yo miro a Najwa, la cual se está riendo – Como te estaba diciendo, yo me encargo de conseguir las entradas para ver a Christian Lobo. Así que está maleducada es fan mía. Comienzo a cantar a capela un poco del coro de la sinvergüenza provocando que esta se voltee y me mire. Cuando lo hace veo sorpresa en sus ojos. - ¡Chris... Christian Lo… Lobo! – dice tartamudeando colgando el teléfono. - No soy Christian Lobo, soy el alumno pesado – le digo con ironía. - Perdón. No quise decir eso – me dice apenada. - La verdad es que no me interesan tus disculpas. Vine a pagar lo que falta de la matriculación de la alumna Najwa Naif – le digo serio. - Dame un minuto, por favor – me pide antes de teclear en su ordenador – Mil cuatrocientos setenta dólares. - Muy bien. ¿Puedo pagar con tarjeta? – le pregunto y está asiente en respuesta. - Aquí tienes – me dice entregándome el justificante de p**o una vez realizado. Me volteo y le doy el justificante de p**o a Najwa. Esta lo agarra y lo guarda. - ¡Ah! Una pregunta – digo volteándome para verla a los ojos – ¿Qué crees que pasaría si mi querido amigo Luis Moreno se enterara de que te la pasas hablando con tus amigas en horas de trabajo? – le pregunto viendo cómo se pone blanca como el papel. Me doy la media vuelta y salgo junto con Najwa de la administración sin esperar una respuesta de su parte. - ¿Quién es el tal Luis Moreno? – me pregunta Najwa con curiosidad. - Es el director – le digo. - ¿Eres amigo del director? - No, solo se lo dije para asustarla, a ver si ahora trata mejor a la gente.
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