En la clínica se escucharon llantos de bebés, el mismo día nacían dos bebés allí, mientras los padres caminaban de aquí para allá en la sala de espera, sus esposas estaban cansadas, pero felices de tener en sus brazos ya a sus hijos, llamaron a ambos padres que corrieron para conocer a sus respectivos hijos, Arthur Shalls y Selene García, besaban juntos a su hijo al que pusieron el mismo nombre de su padre Arthur, en la habitación contigua estaba la otra pareja de padres Mike Zagarova y Luisa Hendells y era una hermosa bebé que le pusieron de nombre Annia.
El destino les puso la misma fecha de dar a luz a ambas mujeres que vivían en el mismo edificio y en el mismo piso, la casualidad fue tanto que al salir ya de la clínica con el alta, ambas familias fueron en el mismo auto a casa llevando en brazos cada uno al fruto de su amor.
Cuando llegaron al edificio y llegaron a su piso, los otros vecinos les esperaban con una fiesta de bienvenida en el apartamento de uno de ellos, no se esperaban este recibimiento, se alegraron ambas familias, los bebés fueron pasando de mano en mano y besados por todos en sus rosaditas mejillas, una vecina se quedó al cuidado de ellos en un dormitorio hasta que sus padres se divertían en la fiesta, no molestaron para nada durmieron tranquilos los dos bebés.
Las dos familias eran muy unidas en su amistad y por ende los niños también, habían creado un lazo muy fuerte entre ellos, más parecían hermanos, Arthur la protegía en la escuela de quienes la molestaban por unas pequeñas pecas que tenía.
A veces se les metía a los alumnos de esa escuela, eran pocos, pero fastidiaban a Annia por sus pecas
—Puntitos por doquier, pequitas sin querer —le gritaban y ella trataba de no hacerles caso, pero era inútil, la encerraban en un círculo de alumnos para molestarla y a veces ella lloraba, allí es cuando se metía su gran amigo a pegar a diestra y siniestra sin importarle que sean mujeres u varones
Todos corrían y la dejaban sola porque sabían que Arthur pegaba duro y les dolía, después la abrazaba y le decía
—No llores Annia, siempre te defenderé, vamos al aula —la abrazaba y así iban los dos a clases donde nadie le decía nada porque estaba su amigo presente y su mirada era dura e imponente.
Pero cuando los dos querían portarse aventureros o traviesos buen par eran los dos, se les ocurrió hacerle una broma a la profesora de su grado la Licenciada Díaz, esperaron que sonara el timbre de recreo y ella salió hacia el salón de los profesores dejando el aula sin nadie vigilando, mientras Annia vigilaba que nadie los vea, Arthur ponía un chicle masticado en la silla donde se sentaba la profesora como estaba pintada de rosado puso un chicle de fresa, el cual se perdía en el color de la silla, salieron en polvorosa de allí, nadie se fijó en ellos.
El timbre volvió a retumbar y todos los alumnos regresaron a las clases, todos se sentaron, entonces llegó la profesora, muy inocente ella sin siquiera imaginarse lo que le esperaba, escribió en el pizarrón unos ejercicios matemáticos e hizo hincapié en que los quería resueltos antes de que termine la hora, todos se pusieron a trabajar y ella se sentó en la silla donde estaba el chicle. Allí se quedó sentada casi los 45 minutos que duraba la clase de matemática, todos entregaron sus tareas, ella se puso a calificarlos, cuando sonó de nuevo el timbre para cambio de materia, ella seguía sin moverse porque la siguiente hora le tocaba a ella de nuevo, pero al terminar de calificar pensaba levantarse para entregar los resultados y ahora sí, el relajo.
Al tratar de levantarse sintió que algo le jalaba el vestido, forcejeo hasta que se levantó y el chicle asomo en todo su esplendor, largo y pegajoso, los niños al darse cuenta se carcajearon a más no poder, ella estaba muy enojada preguntando
—¿Quién fue? Díganme, ¿quién se atrevió a hacer esto? Contesten —pero nadie decía nada porque nadie sabía quién fue
Muy enojada salió de allí tapándose la parte de atrás donde estaba pegado el chicle con una carpeta, solo les advirtió que no se muevan, que no salgan del aula, desapareció de la vista de los niños y se hizo un murmullo grande entre ellos
—¿Alguien vio algo? —preguntaba Rafael, el más aplicado de la clase y nadie decía nada
—Pero nadie se quedó aquí, debe de haber sido de otro curso para acusarnos a nosotros —dijo Luis, uno de los más malcriados
—Todos estábamos en el bar comprando, ¿verdad? —dijo Martha, la más tranquila y sensata de ese curso
—Yo estaba con Arthur comiendo en el patio —dijo Annia muy tranquila
El que era presidente de la clase se puso frente a todos y dijo muy divertido
—¿Vieron la nalga de la profesora? Jajajajaja estaba pegada con un chicle jajajaja
Y todos se rieron de lo que dijo y comenzaron todos a mofarse de la profesora
—Tenía pegado el chicle en el trasero, cuando se levantó se le pegó la silla jajaja
—Tenía hambre el culo, le dio chicle rosado jajajaja
La risa se fue tornando escandalosa en ese curso, los culpables se reían igual que los demás, sin ningún remordimiento en sus mentes.
Cuando vieron que la profesora Díaz regresaba con el director de la escuela, se callaron, había un silencio sepulcral allí, entonces el director Galler pregunto
—Alumnos quiero preguntarles ¿alguien vio si entro aquí algún alumno de esta aula o de otro curso? — solo observo a todos esperando una respuesta, la cual fue dada por el presidente del curso
—Señor director, le aseguro que nadie de aquí pudo haberlo hecho, pues todos estábamos en el bar comprando, le aseguro porque yo estaba allí haciéndolos formar para comprar y vi a todos ahí
La profesora nunca había pasado por ese percance con sus alumnos de allí y expreso
—Creo que es cierto, porque jamás me han faltado los niños de este curso
—Bueno, entonces quedan descartados estos niños, pero debemos averiguar quienes fueron, Licenciada —Pero la profesora Díaz acotó
—Director, creo que será inútil saber quién fue, dejemos esto así creo en mis alumnos, jamás se han portado mal
—Está bien, entonces niños sigan con sus clases normales adiós —Y se fue, la profesora estaba con una chaqueta larga que le cubría la parte del chicle embarrado y procedió a sacar los restos del chicle, lo arrojo a la basura y siguió con sus clases.
Se salieron con la suya el par de amigos inseparables, cuando salieron de la escuela, el padre de Arthur los iba a recoger en su auto, subieron muy tranquilos, solo conversaron el percance haciendo que se ría el mayor y ellos también, pero les aconsejo que eso estaba muy mal que a los profesores se les respeta, que no sigan esos malos ejemplos a los cual dijeron que lo harían, ambos se miraron cómplices de su travesura y sonrieron porque les salió su travesura sin que nadie hallara a los culpables