Romina Luego del rescate de Mónica pudimos terminar de trabajar y lo que pensaba era correcto, la chica era perfecta para el trabajo, me gustaba la manera en la que se desenvolvía. Luego apareció Collins, no sé que hizo para deshacerse de los invitados, sin embargo pedía hablar conmigo. —No veo de que podamos hablar, señor Collins — hablé sin verlo pendiente de recoger las carpetas que habían quedado en la mesa con las demás chicas no calificadas. Mónica se escabulló sin que me diera cuenta, luego le canto sus tres cositas. —Solo quería llevarte, ¿estás molesta? —pregunta ladeando la cabeza. — No tengo por qué estar molesta, señor Collins— estaba más que molesta, pero conmigo misma como si eso fuera mi problema. —Bien, si no hay problemas vamos y en el camino te comento de que quier