2 2 ROMINA Mónica llegó a lo mucho tres minutos después y nos preguntó si estábamos bien. — ¿ Estás bien?— Preguntó con su carita de hada preocupada — Paco llamo y dije que el ascensor había perdido energía. Mónica sabe de mi aberración a los lugares reducidos y oscuros, trate de tragar con dificultad y no por estar encerrada en un ascensor, el beso aún resuena en mi mente como un Gong en el que las imágenes de ese beso se repiten una y otra y otra vez hasta la eternidad, su sabor ventilado y como a café por el desayuno aún persisten en mi lengua y creo que cepillarse no va hacer que me olvidé de como sabe o como se sintió. — Estoy... — carraspeo y me muevo incómoda por mis arruinados bragas. Sólo bastó un mísero beso para eso — bien, bien... Asustada yo, odio los elevadores por lo mi