Capítulo Dos

1299 Words
El coche no se encontraba muy lejos de allí, al subirse, Cleopatra en el copiloto, Aaron comienza a hablar. — Ahora sí, necesito que me escuches atentamente y no me interrumpas, este tema nos incluye a ambos. —Dice mientras ella se acomoda— Hace unos pocos días quedé en verme con Jordan. — ¿Jordan no estaba en Alemania? —Le pregunta, interrumpiéndolo. Se supone que antes eran amigos, pero cada uno se fue por su rumbo. — Nuestro Jordan volvió de Alemania hace algunas semanas y quiere que nuestro grupo de amigos se junte otra vez, aunque no creo que sea buena idea. — O sea, ¿nos abandona y luego quiere hacer como si no hubiese pasado nada? — Cleopatra. —Cuestionó en tono serio, se estaba frustrando por las interrupciones constantes. — Está bien, sí, sigue contando. — Bueno, ¿Recuerdas a Luciano? — Sí, lo recuerdo, él era el hermano mayor de Leo. — Jordan me contó que lo vio hace poco en el pueblo y que habló con él sobre el accidente. — ¿Luciano sigue viviendo en este pueblo? ¿No se había mudado también? — No, él vino a visitar a unos viejos amigos, según Jordan. —La mira cansado— ¿Ahora sí puedo seguir contando sin interrupciones? — Si, puedes seguir, perdón. — Según lo que me comentó, creo que Luciano le había dicho a Jordan que estuvo averiguando sobre lo que pasó en el accidente, —Aaron se frena— tienes que prepararte para lo que voy a decir, —le avisa— según lo que él consiguió averiguar, habían provocado el accidente y la policía no se dio cuenta de ese gran detalle. —Se gira en el asiento para mirarla, pero ella se encontraba mirando un punto fijo procesando todo lo que acababa de escuchar— ¿Es mucha información o me estoy explicando mal? — Es mucha información, estaba más que segura que me ibas a contar que dejaste a alguna chica embarazada o no sé, pero te aseguro que no me esperaba todo esto. —Hace una seña con la mano englobando todo— ¿Las chicas saben sobre esto? — Luego hablaré con Eva y Hanna, pero lo principal es que tú lo sepas. ¿Prefieres cambiar de tema o que te lleve a algún lado? — Sí, por favor. —Le contesta— ¿Podrías llevarme a una hamburguesería? Me muero de hambre. Aaron acepta y comienza a conducir a una hamburguesería que todos conocían. Cleopatra, intentando ser disimulada, se fijó en él, viendo lo mucho que había cambiado en estos años que pasaron. Ahora tenía el cabello bien cortado y de color n***o azabache, también noto que había estado entrenando de hace tiempo, esos brazos no se formaron de la noche a la mañana. — ¿De verdad te escapaste de tu casa? —Se escuchó de fondo, sacándola de sus pensamientos, eso le hizo recordar que debía prender su teléfono. — No, sinceramente no. Mi madre sabe que hay días donde se necesita tiempo sola, además, ya soy mayor, no necesito ir avisando a cada lugar que voy. —Le responde y el tono de llamada se comienza a escuchar en el coche, al responder le contesta su mejor amiga gritando. — ¿Ahora dónde te has metido, Cleopatra? Son las tres de la mañana. —Grita y ella, en un movimiento instintivo, se aleja el móvil de la oreja para no quedarse sorda. — Lo mismo de siempre, Emma, salí a caminar un rato, tuve otra pesadilla. — ¿A quién se le ocurre salir a caminar a las tres de la mañana? Cleopatra, tienes que dejar de preocuparnos de esa forma. —Le responde y ella frunce el ceño, Aaron la miró confundido— Tu bella madre me ha llamado hace más de media hora preguntándome por ti. — No pensé que se asustaría, sabe que siempre salgo a la noche cuando tengo pesadillas. —Le contestó— Además, le dejé mensajes. — Bueno, no creo que un “Vuelvo pronto” sea un buen mensaje para decirle a tu madre. — Ya entendí, ¿Tienes algo más para reprocharme? —Pregunta cansada y hay algo que le resulta extraño— ¿Qué es lo que estás haciendo despierta a esta hora? — Estoy en algo que se llama meditación, tendrías que probarlo. — ¿Meditación o masturbación? — Meditación tonta, aunque sé que no puedes creerlo, yo medito casi siempre. — ¿Casi siempre o una vez al mes? —Contesta con una risa, por el altavoz se pudo notar el respiro frustrado de su amiga. — Olvídalo, no lo entenderías. —Dice— Pásame tu ubicación, iré a buscarte. — No necesito que vengas a buscarme, ya tengo a alguien que me puede alcanzar hasta mi casa. — ¿Disculpa? ¿Acaso saliste a buscarte un polvo de medianoche? ¿Con quién estás? — No, no es un polvo, luego te explico, te veo mañana. — Pero… — Te quiero, adiós. —Cuelga la llamada y se da la vuelta para mirar a Aaron— Listo, ya saben que estoy sana y salva. — ¿Esa quién era? — Se llama Emma, mi mejor amiga. — No me suena su nombre, ¿Dónde la conociste? — Es una larga historia que otro día te contaré, por cierto, tú no me has contado nada sobre ti o sobre tu vida ahora. — No hay mucho qué contar, había entrado a una universidad que está fuera de la ciudad, pero este año la dejé porque era muy exigente y no me iba tan bien. Y eso solamente, después no he vuelto a tener novia. — Qué extraño, Aaron Hendry sin novia. —Dice Cleo en un intento de ser sarcástica, pero para su mala suerte, por el tono en el que lo dijo, sonó a celos. — Tendrías que alegrarte, pero bueno. —Responde restándole importancia— El cambio más brusco fue esto —señala su cabello— desapareció ese cabello rubio que tanto detestaba. — Eras rubio natural, no te tendrías que quejar de eso. — ¿Qué hacías sola en la fábrica? —Cuestiona. — Casi todos los días salgo a caminar por la noche y suelo terminar cerca de allí, hoy fue la primera vez que entré luego del accidente. —Responde y suspira— Además, estuve muy estresada últimamente, tendría que estar averiguando sobre a qué universidad me gustaría ir o que quiero hacer de mi vida ya que terminé el instituto, pero aún no lo sé y mi madre lo único que hace es insistir. — Te entiendo, me pasó lo mismo cuando terminé el instituto hace dos años, mis padres querían sacarme de casa lo antes posible. ¿Sabes? No es una decisión que se tenga que tomar a la ligera, ya que todo va a su tiempo y eso puede llegar a definir tu futuro. —Le responde, pero ella se pierde en sus pensamientos nuevamente. Cualquier persona que lo vea por primera vez pensaría que es el típico chico que no rompe ni un vaso, pero se la pasa rompiendo la vajilla entera. — Cleopatra, ¿me estás escuchando? —Pasa su mano por delante de la cara de ella, sacándola de ahí. — Claro que te estaba escuchando, interesante lo que me has dicho. — ¿Interesante que se haya muerto mi perro? — ¿Qué? —Pregunta ahogándose con la saliva, Aaron se empezó a reír como un loco— ¡No te rías! — Cleo, tú más que nadie sabe que no puedo tener un perro, soy alérgico. —Le dice y se sigue riendo. — Gracias por recordarmelo, ahora te regalaré uno para tu cumpleaños, idiota.
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