>Primer Recuerdo - 4 años antes
— Leo ¡Suelta eso! —Intentó sacarle la tela vieja que se encontró llena de polvo y suciedad— ¡No toques nada!
— Vamos Cleo, es divertido. —Se la lanza a su cara, riéndose.
— ¡Leonardo Rossi! —Ella comienza a corretearlo hasta que lo tiró al piso— No vuelvas a hacer eso, quién sabe dónde estuvo eso.
— Ay Cleo, cálmate, no es para tanto.
>Fin del Primer Recuerdo - 4 años antes
Lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas.
Lo extrañaba demasiado.
>Segundo Recuerdo - 4 años antes
— Bueno, cuenten otro chiste. —Dice Jordan.
— Cleopatra, cuenta uno. —La anima Aaron.
— No, no soy buena contando chistes.
— Tortolitas, no sé si sabían, pero estamos acá presentes. —Le dice Leo a la pareja que se estaba besando al lado suyo.
— Chicos, no sean aguafiestas. —Les reprocha Eva.
— ¡Se me ocurrió uno! —Grita Leonardo asustándolos a todos.
— Leo, no grites que no estamos sordos. —Lo regaña Cleopatra.
— Ya cuéntalo.
— Este bello chiste va dedicado a mi hermosa amiga Cleo. —Se aclara la garganta— Eres tan bajita que para bajar de la acera tienes que llevar paracaídas.
>Fin del Segundo Recuerdo - 4 años antes
Una pequeña risa sale de ella.
Él siempre estaba inventando chistes malos para hacerlos reír o para burlarse de ella, pero igual lo amaba.
>Tercer Recuerdo - 4 años antes
— Cleo, ¡No te muevas!
— Aaron, ¡Cállate o nos van a escuchar! —Cuando ella terminó de decir esto, Aaron, inmediatamente, le tapó la boca con su mano.
Estaban escondidos debajo de las escaleras, junto a sus amigos habían pensado que sería buena idea jugar a las escondidas, aunque, cabe recalcar, el sitio es enorme y ya estaban tardando demasiado.
— Shh, ahí viene Mojojojo. —Susurra.
— Cleo. —Jordan dice su nombre canturreando — Aaron. —Ella comenzó a reírse.
— Basta, nos va a encontrar. —Le reprocha— Ya que no cierras esa jodida boca me veo obligado a hacer esto. —La besó para callarla, su corazón había empezado a palpitar a mil por hora. Lamentablemente el beso no duró mucho, debido a que una tos los interrumpió.
— ¿Qué estaban haciendo? —Les pregunta Jordan mientras subía y bajaba sus cejas de forma graciosa.
>Fin del Tercer Recuerdo - 4 años antes
Cleopatra sintió una presión en su pecho.
Abrazó sus rodillas y siguió llorando, todavía dolía.
>Cuarto Recuerdo - 3 años antes
— Leo, ¿Estás aquí? —Lo llamó mientras revisaba la fábrica— Leo, como me llegues a asustar, te juro que te dejo estéril.
Caminó un poco más hasta que vio un pequeño caminito con velas. Siguió por todo ese camino hasta que llegó a la terraza, donde todos sus amigos le habían preparado una fiesta sorpresa.
— ¡Sorpresa!
Gritaron todos al mismo tiempo.
— Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños pequeña Cleo, feliz cumpleaños a ti. —Le comenzaron a cantar entre todos.
— No lo puedo creer, los amo chicos. —Dice ella mientras se le caía una que otra lágrima— ¡Son increíbles!, pensé que lo habían olvidado...
— ¿Cómo nos lo íbamos a olvidar?, todo era parte de nuestra "pequeña" sorpresa. —Le abraza— Felices 16 años, enana.
— ¡Abrazo! —Grita Leo corriendo hacía ellos.
El abrazo se convirtió en un gran abrazo grupal, se quedaron hasta tarde comiendo, riendo y contando anécdotas graciosas. Eva se levanta de donde estaba sentada y les avisa que quería decir unas palabras, pero Leo la interrumpió y comenzó a hablar.
— Cállense y escuchen al Rey. —Se aclara la garganta y hace una reverencia— Mi bella amiga, mi diosa egipcia, mi Cleopatra, te conozco hace mucho tiempo y sé lo loca que estás, siempre has estado ahí para mí y sé que siempre lo estarás. Sé lo importante que es esta fecha para ti y quiero que sepas que, desde ahora, vas a ser la futura madrina de mi futuro hijo ¿bueno?, te quiero y feliz cumpleaños...
>Fin del Cuarto Recuerdo - 3 años antes
— Cleo, ¿Por qué estás llorando? ¿Pasó algo? —Le pregunta Aaron acercándose a ella, no sabía en qué momento había llegado.
— Se supone que yo iba a ser la madrina de su primer hijo y también se suponía que íbamos a tener un final como el de cuentos de hadas. —Más lágrimas caen— Seríamos mejores amigos hasta el final de nuestros días, nos queríamos mudar juntos y —él pasa su mano por el rostro de ella para secarle las lágrimas— y queríamos adoptar un perrito. Ahora todo eso no se podrá hacer porque él ya no está.
— Cleopatra…
La abrazó fuerte y ella comenzó a llorar sin parar, desde que él murió no había podido descargarse con nadie, siempre que lloraba lo hacía a escondidas, pero se dio cuenta que ya no más, ya no lo podía soportar.