ANIKA Algunas veces, debo admitir, que se me pasaba la mano un poquito, nótese que solo digo un poquito, cuando trataba de solucionar los problemas, y después de tanto pensarlo y hacer cuentas rápidas para saber que los daños eran costeables para la empresa (bueno, debo admitir que esos cálculos presupuestales los hice por amor a mi jefecín) lo dejé como última alternativa. Creí que Aiden no notaría mi ausencia porque en todos estos años nunca había notado mi presencia, y era lo más lógico pensar eso. Ir al baño fue pensar, “ay, equis está fácil,” mientras tomaba mi juguito de “me vale madres porque hay cuatrocientos mil dólares en juego.” Con lo que no contaba es que el amor de mi vida me iba a estar buscando a través de mensajes como novio tóxico; ay, brincos, diera porque así fuera