ANIKA Aiden llegó con una bebida de unicornio de esas con un montón de azúcar y colorantes artificiales. O sea, en pocas palabras me olvidé del asunto de Mishell tet**as operadas, joder, como no hacerlo si amors se estaba forjando el don de hacerme sentir bien con tantos detalles que me derretían. Fruncí los labios con la finalidad de ocultar mi sonrisa, pero fracasé estrepitosamente en cuanto lo dejó sobre mi escritorio. Sumí mis labios y tomé la bebida en mis manos porque en verdad amaba la malteada unicornio. — ¿Cómo sabes que la malteada unicornio me gusta? —. Me llevé el popote, o la pajita, como muchos le llaman, a los labios para darle un enorme sorbo. — Porque es con lo que siempre llegabas de la escuela cuando Perla te invitaba a comer a la casa con nosotros —. Casi me atra