— Pero… ¿Qué tontería es esa? Pues claro que no estoy enamorada de él – dijo Kaia, negando con la cabeza y molesta por la insinuación de su amiga. — ¿Cómo podría enamorarme de alguien como él? De verdad, Madeleine. Tienes unas cosas…. — Pues pareces celosa – se cruzó de brazos. — ¿Yo? ¿Celosa? – chasqueó los dientes. — ¡Por favor, Madeleine! Yo quiero a Oscar y quiero casarme con él. Y si lo convenzo… puede que tengamos un hijo. Quiero vivir una vida feliz con Oscar. Es con el que quiero estar para el resto de mi vida. — Aunque tengas tantas ganas de ver a Oscar, sé que tienes miedo de que no vuelva ¿cierto? — Exactamente – dijo con los ojos entrecerrados. El ascensor se paró minutos después. Habían ido sin darse cuenta a la última planta, donde se encontraba el despacho de Stefan y d