Samantha se puso a tartamudear, tenía que ser cautelosa a la hora de responder, los ojos de Alexander se mantuvieron impertérritos en su rostro. —¿Por dónde comenzar?— pensó. —No se a que se refiere su excelencia— contesto con temblor en la voz. —El médico me informó de las lesiones, ¿algo que quieras decirme?— posando la mirada en sus ojos. —Este.. cómo sabe estuve mucho tiempo recluida en un Hospicio, allí recibí castigos muy severos que me dejaron secuelas. Lamento no habérselo dicho— ocultando la mirada. —Por favor, si te sientes mal, hazme saber— respiró— me retiro, buenas noches. Samantha echó un suspiro de alivio, tenía tanto que ocultar qué su vida se había convertido en una mentira. Sí el Duque supiera su pasado la repudiaria y la echaría, ella no quería alejarse del pequeño