Felicia miró a Julieta.
—Creo que se desmayó. Es ahora o nunca, Pablo.
Fueron a vestirse, tomaron sus cosas, listos para irse.
—Cierra las ventanas y la puerta trasera, bien, que esta perra no salga —dijo Felicia.
El hombre cerró las ventanas, pero no la puerta, lo olvidó.
Cuando la mujer volvió dijo que todo estaba listo.
—¡Hazlo!
Felicia se acercó a la puerta, Pablo tomó un pedazo de periódico encendido con fuego, lo lanzó sobre un mueble de madera, comenzó a arder.
Salieron de prisa, mientras el humo se extendía.
Julieta estaba en el suelo, se removía, miró como ellos se iban, su mirada estaba nublada.
—¡Felicia…!
—Nos vemos en el infierno, hermanita.
La mujer salió y cerró la puerta con llave. Julieta comenzó a toser, tuvo terror, miró a todos lados, se levantó como pudo, r
