Julieta bailó el vals, pero a mitad de la canción se detuvo.
—Ya no quiero bailar.
Pablo rodó los ojos, la soltó y cada uno fue por su lado.
Pablo fue a beber una cerveza.
Julieta no podía más, Virginia fue con ella.
—July, no te veo feliz.
—Voy a ser feliz, no te preocupes por mí, por favor, ¿tú, ¿cómo estás? Debes estar muy feliz, ¿Verdad?
Virginia sonrió, sus ojos brillaban como estrellas, cuanto anhelaba Julieta ser tan feliz, pero ahora sentía que era imposible.
Pablo y Felicia se alejaron.
—Dime, ¿Está todo listo? —exclamó Felicia
—Más que listo, tengo todo en el auto, nos quedaremos en la cabaña, y haré una fogata, luego, simplemente por un accidente, la cabaña va a incendiarse.
Felicia sonrió.
—Con mi hermanita adentro, ¡ay, pobrecito viudo! ¿Vas a necesitar consuelo?
