El beso parecía eterno, Octavio no podía alejarse un segundo de esos labios que eran tan dulces, suaves, lo incitaban a más, no podía controlarse. Pero, la voz de Melody vino como una ráfaga intrusiva contra su pensamiento. Se detuvo y miró esos ojos brillantes. Virginia estaba recostada, cuando sintió que se alejaba, alzó su mano, como si lo invitara a volver a ella, era una oferta muy tentadora, Octavio creyó que no resistía, aferrado a su juicio. —No te vayas, mi copito de nieve, necesito otro besito —dijo lanzándole un beso, la chica se rindió, cerró los ojos y se quedó dormida. Octavio la miró, estaba de pie al borde de la cama, podía sentir como todo su cuerpo reaccionaba a Virginia, excepto su mente gélida que le exigía hacer lo correcto. El pobre hombre sacudió la cabeza, com