Llegaron al edificio donde Virginia vivía, durante el resto del camino hubo tanto silencio, Virginia se aferró a él, no iba a llorar, no delante de ese hombre.
—Entonces, ¿seguirá el contrato o no? —exclamó ella severa.
—¿Por qué te importa tanto el contrato? ¿O es que quieres ir a los brazos de Sergio?
—¡¿Por qué es tan celoso y maniaco?! Aunque ese contrato esté vigente, puedo ir a los brazos de cualquier hombre, no lo olvide, aquí no hay amor, esas son sus palabras, ¿no?
Virginia intentó bajar del auto, cuando sintió esa fuerte mano que la retuvo.
—El contrato sigue en pie, Virginia, no voy a perder a mis hijos por tu tonto capricho.
Ella le miró severa.
—Bien, yo sigo con el contrato solo por el dinero, no lo olvide.
Él miró sus ojos fijamente.
—¿Segura que es solo por interé
