Virginia entró a la celda, cuando vio a esas mujeres, eran cuatro, la miraron de arriba abajo.
Ella entró, se sintió tan asustada, hundió la mirada.
—¿Y tú? ¿quién eres, palomita? Miren, miren, ¡qué monada! —exclamó una de las mujeres, que, sin reparo, se acercó y tocó sus cabellos.
La chica le miró con algo de temor, sonrió.
—Yo… me llamo Virginia —dijo asustada, no sabía si esas mujeres eran peligrosas, ella había visto muchas historias en televisión, que mostraban a gente en prisión siendo violentas, tenía miedo.
—¿Y qué? ¿A quién mataste?
Virginia saltó los ojos, con miedo, luego las mujeres se largaron a reír.
—¡Deberías ver la expresión de tu rostro! ¿Crees que somos asesinas? Pues no, eh, solo nos atraparon peleando en la lotería del mercado rodante, ¡esta mujer hizo trampa!
