Virginia y Octavio llegaron a la mansión, cuando los niños vieron a Virginia corrieron hacia ella.
La abrazaron en grupo.
—Mamita, ¿nos llevas a comer pastel? —exclamó Sia
—Mami, llévanos al zoológico —dijo Lyra
—¡Yo quiero ir al parque de diversiones!
—Yo también —dijo Dante
Octavio sonrió.
—¿Y a papá no le van a dar un abrazo? —exclamó Octavio, al fondo del salón, pues los niños no habían notado su presencia.
Los niños hicieron un gesto de sorpresa, y sin más, se lanzaron a abrazar a su padre.
—¡Papito! —exclamaron al mismo tiempo.
—Bueno, todo depende de Virginia, si ella quiere ir a todos esos lugares, yo los llevaré.
—¡Por fis, mamita, di que sí! —suplicó Sia con las manitas unidas y un puchero, el resto de los niños la imitaron.
Virginia no pudo negarse.
—¡Está bien!
