—¡Escóndete debajo de la cama! El hombre tomó todas sus cosas y las metió junto con él. Felicia apenas pudo ir por su toalla, envolverse en ella, cuando Julieta entró. —¡July, llegaste temprano! Iba a bañarme. —¿A esta hora? —Sí, es que, hace mucho calor. Julieta asintió. —Bueno, prepararé algo de cenar —dijo Julieta y salió de la alcoba. La mujer cerró la puerta con llave. —Apúrate, vístete —ordenó Felicia. El hombre comenzó a vestirse a toda prisa. Felicia salió de la habitación y fue a la cocina. —Hermana, tengo antojo de sushi, del que compraste la otra vez, ¿Por qué no vas a comprarlo? Anda, ¡por favor! Julieta respiró, sonrió. —Bien, volveré enseguida. Apenas Julieta salió la mujer respiró de alivio, e hizo que su amante saliera por la puerta trasera. —Vamos, cruza