Llegué a las 9 de la mañana a las instalaciones de Maiden Co. Me paseé por las oficinas: contabilidad, facturación, sistemas, legal, compras. Toda el área administrativa estaba inmersa en otra cosa, antes que en su trabajo. En algunos departamentos, donde la mayoría eran mujeres, hablaban entre ellas, y me recorrían desvergonzadamente con la mirada, para después escucharlas a mis espaldas enumerando mis atributos físicos. Me gusta, lo aceptó; pero no en un Corporativo, ni en horario laboral.
Mi celular vibró en el bolsillo de mi pantalón, y a decir verdad, ya se había tardado en llamarme -¿Sí? -Comencé a caminar hacia las escaleras, apartándome de la colonia de suricatas chismosas.
-¿Me quieres hacer el favor de decirme, por qué no has llegado a la oficina? –Escuché en mi oído la voz molesta y llena de reproche de Hugo.
-Porque estoy trabajando –Utilicé un tono de indignación, pero estaba divirtiéndome con él.
-¿Cómo que estás trabajando? ¿Dónde estás trabajando? –Cuestionó desesperado e incrédulo.
-Estoy haciendo investigación de campo en Maiden Co –Revelé sonriendo, aun cuando él no podía verme, estaba seguro que detectó la mofa.
-¡Déjate de pendejadas Leonel! ¡Tenemos programada la visita a MM Enterprise! –Explotó con furia, aumentando mi nivel de satisfacción.
-Va a ser una junta aburrida; así que solo mándame las gráficas cuando las presenten –Solicité con amabilidad. Y la verdad era que no tenía ganas de estar presente en esa reunión.
-¡Joder Leonel! ¡Pero no me digas que no te lo advertí! –Y colgó.
Hugo era un sujeto fácil de molestar, especialmente cuando tenía que ver con trabajo y dinero, lo que me facilitaba la diversión a costa de él. Subí alegre al piso de presidencia, quería hablar con Phillip para comenzar una estrategia contra la castaña, bruja despechada; pero, no conté con que de nuevo su sola mirada me convertiría en piedra al instante.
La puerta metálica se abrió, di dos pasos hacia la oficina, y frente a mí estaban Phillip, la castaña y el pelirrojo de la primera vez. Los tres voltearon a verme, pero mis ojos solamente viajaron a la maldita bruja. Ni yo mismo sabía por qué. Ella tenía un magnetismo, un poder, o me había hecho un jodido hechizo; que de verdad no podía evitar verla.
Detecté la ira, la severidad, la satisfacción de su mirada en la fracción de segundos que me dedicó; eso me hizo percibir la tensión en el ambiente de inmediato, y mi presencia no la detuvo para continuar con la discusión.
-No me interesa en lo más mínimo Phillip. La presidencia es ahora mía –La dureza y frialdad de sus palabras oprimieron el espacio.
-Es que no eres la socia mayoritaria Emma –Respondió titubeante, después de cruzar una breve mirada apenada conmigo. Tal vez no esperaba que yo estuviera siendo testigo de su "despido."
-Lo soy. Entre más rápido lo aceptes, menos doloroso será para ti –Le sugirió descaradamente.
-¡Tú madre me ha firmado una carta poder para manejar sus acciones, y con las mías, me hace ser el socio mayoritario! –Phillip alzó un poco la voz para darle batalla; no obstante, ella lo iba a volver a paralizar.
-Te equivocas Phillip, puedes opinar para decidir lo que es mejor para las acciones de mi madre; pero eso no te da el derecho a la presidencia –El argumento determinante, que la declaraba victoriosa una vez más.
-Eso no es cierto –Dijo con incredulidad el pobre "chavo-ruco".
Emma se giró a ver al pelirojo -Lo es Señor Trick. Los estatutos de la empresa son claros en ese aspecto -Intervino de inmediato.
-¿Y qué mierda se supone que voy a hacer Emma? –Phillip se dirigió a ella, pero con molestia.
-Por lo pronto, sacar tus cosas de la oficina –La castaña ironizó, y comenzó a caminar hacia el elevador; pasándome de largo, ni siquiera me miró de nuevo – La quiero desocupada para el mediodía -
-¡Te vas a arrepentir de esto Emma! –Le gritó encolerizado, pero ella desapareció en el elevador.
Me acerqué a él -Vamos a la oficina Phillip, y hablemos –Caminé tomándolo del hombro. Realmente él me apenaba.
-Es que ya no la reconozco –Habló con indignación –Cuando la conocí, era la niña más dulce y apacible –Pues precisamente porque era una niña; además se la había llevado a la cama, seguramente su juicio estaba nublado. Pero me guardaría mis comentarios –Quiere despojarnos de nuestros bienes, quiere entorpecer la venta de las acciones, sin respetar la decisión y voluntad de su madre; para poder retirarnos en un lugar más tranquilo –Le sonreí a Becky, que tenía una expresión abochornada. Y es que haber presenciado y escuchado la acalorada discusión, no debió haber sido grato para ella –Porque su salud es delicada, ya sabes –
-Nunca hemos hablado del asunto, y no he querido preguntar para no ser imprudente o insensible con el tema de Susan –Entramos en la oficina, y yo cerré la puerta detrás de mí.
-Ni siquiera los médicos han podido diagnosticarla. Antes de que enfermara, estaba estresada constantemente por la empresa y Eric ha sido un dolor de cabeza ininterrumpidamente –Apostaba porque había sido él, quien lo sacaba de los aprientos –Todo empeoró con el regreso de Emma. Ni siquiera ha querido verla –
-Supongo que tú no la has buscado –Necesitaba saberlo; pero tenía que ser sutil, no podía decirle que estaba enterado de su romance.
-La verdad es que lo poco que la he visto ha sido aquí en las oficinas. Independientemente de que Susan no quiera verla, ella tampoco la ha buscado –Toda su confesión la había sentido honesta. Tal vez lo de su aventura había sido un desliz. Cualquiera puede tenerlo. Él lucía que lo había superado, y el actuar de Emma la hacía parecer despechada.
-Será mejor que saquemos tus pertenencias. ¿Tienes asignada otra oficina? –Le cuestioné con preocupación.
-Un piso abajo. La que es de Emma –Para mí, eso era una broma de mal gusto.
-Quiero ayudarte Phillip. Si lo piensas tú tienes la última palabra. Tu voz vale por dos accionistas, tienes la mía y creo que también la de Eric. Emma no podrá hacer nada negativo con la empresa. Si su objetivo es llevarla a la quiebra, no podrá hacerlo –Le expresé mi opinión. Porque aunque ella tuviera la presidencia, nosotros éramos mayoría. No le iba a ser fácil actuar con todos en su contra.
-¿Qué sugieres? –Preguntó con interés.
-Expongamos su falta de conocimiento y experiencia –Obviamente no tenía educación, no sería fácil para ella llevar las riendas de la presidencia –Te aseguro que en cuestión de días renunciara y tendrás de nuevo la empresa bajo tú poder –Y así podríamos retomar nuestras negociaciones.
Dio una profunda respiración, considerando mis palabras -Por el momento, creo que eso sería lo mejor-
Recolectamos sus pertenencias en silencio.
-Déjame despedirme –Me quedé de pie a un lado de la puerta antes de abrirla, con fastidio. El “chavorruco” estaba dramatizando mucho el asunto.
Un sollozo llamó mi atención, un par de lágrimas salían de sus mejillas y su expresión lo hacía lucir realmente afectado. ¡Joder! Hugo tenía razón: era demasiado drama.
-Será mejor que nos vayamos Phillip, casi es mediodía –Le informé.
-Gracias –Abrí la puerta y salimos de la oficina.
Becky no disimuló su aturdimiento e incredulidad; sin embargo, no pronunció palabra alguna, lo cual agradecí. Podía ver al hombre llorando desconsoladamente en los brazos de la pobre secretaría, porque en ese momento necesitaba desahogar sus penas.
Bajamos un piso. Era un lugar amplio que contenía un enorme vestíbulo, y a decir verdad tenía el mismo encanto y atractivo que la oficina de presidencia.
Caminamos por el lado derecho de la recepción central, que no tenía a nadie, tal vez porque era la hora de la comida. Había tres escritorios, incorporados de manera sublime al exterior de las oficinas que contenía el piso. E igual, estaba desértico.
-Vamos a comer –Me invitó.
-Créeme que me encantaría acompañarte Phillip, pero tengo unos negocios que atender –Sí, iba a exigir participar activamente en el corporativo.
-Te entiendo –Dijo desganado, abatido.
-De verdad, discúlpame –No quería lidiar con su congoja, no era bueno consolando a la gente.
Salí de ahí, hacia el piso superior. Había resuelto hacerle la vida imposible a la castaña.