-¡Buenos días linda! –Saludé con animosidad a Becky cuando salí del elevador.
-¡Buenos días Leonel! –Respondió con una amplia sonrisa en su rostro.
-Te veo más animada –Le confesé con honestidad.
-Ayer hablé con la Señorita Maiden –Su entusiasmo se mantuvo intacto.
-¡Ah! ¿Sí? –Eso me interesaba. Me recargué relajado sobre el escritorio.
-Me dejará en mi puesto –Eso hablaba bien de Emma, que le diera la oportunidad de demostrarle sus capacidades en el puesto.
-Eso es bueno -Realmente me alegraba por ella -¿Dime ya llegó? –
-Acaba de llegar –Levantó ambas cejas en dirección al elevador, y me giré sobre mi propio eje para verla saliendo de la caja metálica.
Retomé la postura erguida para saludarla -¡Buenos días Señorita Maiden! –La educación ante todo.
-¡Buenos días Señor Goldman! –Correspondió a mi animosidad, solo hubiera agradecido que no me dijera señor.
-Permítame dejar mis pertenencias, para poder acompañarlo a su oficina –Su solicitud me hizo sonreír. Una pequeña muestra de su mengüe –Becky –Dejó su bolso y comenzó a quitarse la gabardina -Prepara los pendientes, al igual que una buena dotación de café; desvía el teléfono para mi extensión, porque trabajaras desde mi oficina –Me sorprendí, ella podía y sabía ser amable –Voy a acompañar al Señor Goldman a su oficina –Se giró a verme con una mirada penetrante -¡Vamos! –Extendió su brazo con dirección al elevador.
-Usted primero –Le cedí el paso.
Dio media sonrisa, que disfruté por un breve instante, porque se giró con rapidez –Gracias –Ese día llevaba el cabello suelto, lo que me hizo detectar las ondulaciones en su cabello.
Presionó el botón para solicitar el elevador, que abrió las puertas de inmediato. Eso solo se debía a que había un elevador exclusivo para presidencia, y el otro era para los empleados. Marcó el piso dos, y eso llamó mi atención, Phillip estaba un piso abajo, yo debía estar con él; como socio, accionista, como una persona de mayor jerarquía.
-Espero que sus contribuciones al corporativo nos dirigan a éxitos -Su comentario me sacó de mis cavilaciones. Le sostuve la intensa mirada, que estaba acompañada de media sonrisa. ¿Por qué? ¿Por qué esa media sonrisa atraía mi atención?
-Así será -Aseguré. No supe si era sarcasmo o lo decía enserio; pero sin lugar a dudas, haría que Maiden Co. superara su propia marca en las listas de empresas más poderosas del mundo.
Piso dos: Departamento de Sistemas. Estaba extrañado, lo admito, no tenía ni idea de lo que hacíamos en ese departamento. Me condujo por el pasillo, hacia una oficina que estaba a la mitad.
-¡Es ésta! –Abrió la puerta, esbozando una sonrisa de burla. ¡Eso era una caja de zapatos! –Al final del pasillo, hay un área de descanso, donde podrá prepararse café y dejar su comida si es que trae para comer aquí –
Volteé a verla, y le sonreí. La guerra había comenzado, y ella ya llevaba varias batallas ganadas -No se preocupe, yo puedo trabajar dónde sea y cómo sea –Por el momento, me ajustaría a todo.
-¡Me alegra! Si necesita algo, aquí a lado está Martín, él le apoyara con cualquier cosa. Ahora si me disculpa, tengo otros asuntos que atender –Y la vi salir sin querer retenerla.
¡Gorgona! Su cabello bien podían ser serpientes, porque el poder de convertir en piedra a las personas que se atravesaban en su campo de visión, ya lo tenía. Pero no me dejaría vencer, tal vez no sería Perseo para cortarle la cabeza; pero la enfrentaría como Midas, y la convertiría en una estatua de oro…
¡No, no, no! Eso la haría muy valiosa. Lo mejor sería no tocarla. Necesitaba idear un plan a la brevedad, cada vez la sensación de derrota era más intensa.
/////
Después de dar un paseo por el piso, percatándome de que solo había hombres en él, lo cual no me sorprendió del todo, me senté en la que sería mi oficina. La propuesta económica, al igual que el gran manual que supuse eran los estatutos, estaban sobre mi escritorio.
Me puse cómodo y comencé con la propuesta económica. Fruncí el ceño, su oferta no era nada despreciable; incluso era un poco más de lo que yo había pagado. Sino fuera porque mis planes eran quedarme a molestar, bien podría aceptar.
Comencé a leer el enorme libro que me habían dejado. Los estatutos de Maiden Co. Era un jodido libro que se parecía a una tesis en economía que había tenido que leer; solo para asegurarme que no tenía nada que ver con mi propuesta. Llevaba un cuarto del documento, cuando mi celular me sacó de concentración.
Mi buen amigo -¿Sí? –
-¿Ya viste las gráficas? –Cuestionó con autoridad y frialdad. Definitivamente no estaba contento con estar solo en esas reuniones.
-Sí –Mentí –¿Ya comiste? –Cuestioné, para intentar cambiar un poco su actitud.
-No. Acabo de descubrir un lugar… Interesante -Siempre que buscaba definir un objeto, circunstancia o cualquier otra cosa, debía tomarme con cuidado su definición y creerla -Está a cinco minutos de Maiden Co –
-Mándame la ubicación y hablamos de mis impresiones –Marqué la hoja en el manual, para después poder retomar mi lectura.
-Te veo en 7 minutos –Su tono autoritario regresó.
-¡No jodas! –Pero ya había colgado.
Tomé el saco, y comencé a maniobrar con el celular, para ver las imágenes que me había mandado Hugo, cuando la castaña cortó mi paso.
-¿Qué tal la oficina? –Preguntó con cinismo.
-Bien –Debía agradecerle que al menos la climatización del piso era excepcional, al ser las instalaciones de todo el equipo computacional, debía ser de ese modo.
-Me alegra que sea de su agrado –¡Hipócrita! -¿Va de salida? –Cuestionó fingiendo interés o porque andaba de metiche.
-Así es, voy a comer, y por la tarde tengo reuniones con algunos posibles clientes –La palabra clientes la hizo sonreír.
¡Joder! La sonrisa más mal intencionada, maliciosa, peligrosa que en mi vida había visto. No estoy hablando de nada s****l. Ella expiraba peligro y malicia en los negocios. Leí sus intenciones de meterme el pie, que tropezara, que me matara, que mis negocios se arruinaran; y no lo disimulaba para nada. Era una maliciosa honesta. Al menos sus expresiones y facciones lo eran.
-Lo dejo entonces –Comenzó a caminar frente a mí, con una alegría que jamás le había visto. ¡Era una desgraciada! Algo debía traerse entre manos –¡Hasta mañana! –Se desvió en las escaleras, mientras yo esperé el ascensor. Ya después me ocuparía de ella, tenía que aprovechar el viaje para revisar la información que Hugo me había mandado.
Llegué al restaurante dos minutos más tarde de lo que me dio. Y aunque revisé con rapidez los gráficos, no podía adelantarme en las decisiones. Así que tendríamos que esperar un poco más con la estabilidad de WeiCo. Y para sorpresa de Hugo, pasé la tarde en nuestras oficinas, revisando las empresas que él tenía en la lista de sugerencias.
-Mamá hoy no podré ir a cenar –Tenía que avisarle, porque Silvia me había llamado para un encuentro. Ahora sabía su nombre con precisión, solo porque ella me lo recordó.
-Leonel –Cuando me llamaba de esa manera, iba seguida de una advertencia –De verdad espero que sea por cuestiones laborales por las que no vendrás. ¿Cuándo llega Rose? –La pregunta llevaba doble propósito.
-En dos días mamá –Y precisamente por eso tenía que aprovechar.
-Está bien, te veo mañana en la noche entonces, puntual y sin excusas de nuevo –Eso significaba que no quería verme en el desayuno. Estaba molesta, y necesitaría tiempo y espacio para dejármelo pasar.
-Te amo mamá. Hasta mañana –Y colgamos.
Pasé a recoger a la hermosa recepcionista, a dos cuadras del edificio de Maiden Co. Solo para no levantar sospechas; y por el mismo motivo, terminamos enredados en un hotel.