Las puertas del elevador se abrieron, para encontrarme con que la secretaria de presidencia estaba coqueteando con un hombre. Y la escena que anteriormente me había indignado me vino a la mente: la espalda ancha, el cabello rubio y la pose presuntuosa. ¡Era el mismo sujeto! Salimos del elevador Eden y yo -Buenas tardes Señor Goldman. ¿Puedo ayudarlo en algo? –Ahí estaba de nuevo, la mirada cristalina solamente en mí. Me iba a requerir de todo mi autocontrol para no perderme en esos ojos. -Sí, me gustaría hablar de mis acciones –Eso no me daba un buen presentimiento, lo que provocó despertara doblemente mi cautela. Presenté a Eden, entramos a la oficina, para escuchar su interés en desempeñar una función en la compañía, algo que en definitiva no quería. Y a pesar de exponerle los motivos
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