Mykal nunca se sintió más libre que cuando estaba en la silla de montar. Babe corría como el viento. Le encantaba la sensación de su pelo echándose hacia atrás y sus ojos llorosos por la velocidad del galope. Sentía los oídos fríos, casi entumecidos, pero no le molestaba. Disfrutó de toda la experiencia, especialmente del sonido constante de sus cascos en el suelo. Era una música calmante y tranquila para sus oídos. En el ahora, se dio tiempo para perderse. Dejó que su cuerpo se recuperara del uso excesivo de la magia y que su mente vagara mientras intentaba no concentrarse en los acontecimientos. Matar gente le afectaba al corazón. Era granjero, lo único que quería era cultivar alimentos y cuidar del ganado.
No había ni una sola nube en el cielo que impidiera a la luna, rodeada de una ga
