Un ruido de raspado provenía de su izquierda, o directamente de delante de ella. No estaba segura de cuál. Cerró los ojos y sacudió violentamente la cabeza de un lado a otro. Sólo quería que esto acabara. Sólo quería que esta pesadilla terminara. Algo le rozó la planta del pie. Abrió la boca; el fajo de trapos le impedía emitir sonido alguno, pero gritó de todos modos. Podría haber sido una pluma, un dedo, un rabo. No tenía ni idea de qué le había pasado por encima. No saberlo era lo peor. Su imaginación tomó el control de su mente. Vio cosas que no existían escondidas en la mazmorra. Sabía sin lugar a dudas que siempre estaba siendo observada, acechada. Rápidamente levantó las piernas y acercó las rodillas al pecho. Los músculos de los brazos y la espalda protestaron. El movimiento re