Capitulo Trece

1261 Words
Helado, luces y diversión. ¿Quieres enamorarme? Por qué está funcionando. Solución Cuando Camila despertó ya Lucas y Sofía habían desayunado y se encontraban conversando en el despacho de él. Lucas dejó la puerta abierta, para evitar malos entendidos, estaba consciente de que la niña no era su hija y su madre era algo celosa con ella, por lo que para evitar disgustos opto por ese método. De modo que: cuando Camila bajo las escaleras pudo oír con claridad las voces de ambos. —Entonces si te gustaría salir esta tarde, solo falta convencer a tu madre —decía Lucas mientras la niña afirmaba tanto con la cabeza como con un fuerte y sonoro “sí”. Lucas le había propuesto salir esa tarde a una feria para divertirse un poco, podría subirse al carrusel o a cualquier otra atracción siempre que Camila lo aprobara. También había pensado en una posible solución para la situación de Camila, una solución que además de beneficiarlo le permitía continuar al lado de ella. —¿Convencerme de qué? —inquirió desde la puerta. —Buenos días —contesto Lucas, al tiempo que Sofía se bajaba de la silla para ir a saludar a su mamá. —¿Dormiste bien, mami? —Sofía miró a su madre con sus hermosos ojos. —De maravilla, tuve a mi princesa a mi lado toda la noche —respondió y le dio un beso. —¿Y de qué me tienes que convencer? —repitió. —Lucas nos invitó al carrusel, dijo que podía subirme a todos los juegos si tú me dabas permiso. —No cabía duda de que a pesar de ser una niña muy inteligente, su hija no dejaba de comportarse como cualquier otro niño de su edad. —Está bien, pero necesito conversar algo con el señor Cromwell en privado y luego vamos a desayunar. —Ya desayuné, Lucas me acompañó en la mesa. Camila respiro profundamente y asintió para posteriormente enviar a la niña a su habitación mientras ella conversaba con Lucas. —Antes de que digas algo, Sofía tenía hambre y tú parecías disfrutar de tu sueño —acotó Lucas recordando que había ido a la habitación para despertarla, pero al entrar y verla con la maraña de pelo extendida por toda la almohada, su cuerpo relajado y sus piernas un poco descubiertas poco le falto para cerrar la puerta con seguro y despertarla a besos. Camila le parecía una mujer hermosa, fuese con maquillaje o al natural, arreglada o recién levantada, siempre se veía hermosa. —No es sobre eso que quiero hablar contigo —dijo y tomó asiento delante de él—, ya no puedo seguir ayudándote, tengo que irme de esta ciudad hoy mismo. —Los ojos de Lucas se abrieron desmesuradamente y sin darse cuenta se incorporó de su silla. —¿Es por el sujeto de anoche? ¿El padre de Sofía? —indagó, aunque conocía la respuesta. —Sabía que era una mala idea aceptar ayudarte, Santiago es alguien con dinero y es capaz de hacer cualquier cosa para obligarme a volver con él y no pienso poner en peligro de nuevo a mi hija. No puedo. —Cásate conmigo —dijo—. Ya lo pensé, si tenemos un vínculo legal real, él no puede obligarte a nada, tampoco puede quitarte a tu hija —agregó seguro de sus palabras. —No conoces a Santiago, él es un hombre que no le importa lo que tenga que hacer para conseguir lo que quiere, lo mejor es que huya de nuevo y aleje a Sofía de él. —¿Y qué harás con el colegio de ella? ¿También lo vas a empacar en una maleta? —inquirió a sabiendas de que ese era un punto frágil para ella. Camila se mordió el labio, no había pensado en la educación de su hija. »Sé que estás asustada y te preocupa que él quiera hacerles daño, pero te juro que si te casas conmigo yo las voy a proteger a ambas. —Lucas no sabía si lo decía porque él tenía mucho que perder o si por qué en realidad no quería que ella se fuera de su vida. A Camila le pasaba algo similar, las palabras que Lucas le decía parecían sinceras y quería creer que de verdad lo hacía por ella, pero en el fondo conocía la verdad y le dolía que únicamente le estuviera ofreciendo protección por su propia conveniencia. —No, ya tomé mi decisión y hoy misma me voy con mi hija, es mejor que no sigamos complicando las cosas, veré el modo de transferir a Sofía de colegio, con el dinero que me has dado nos alcanza para estar bien por algunos meses —repitió queriendo sentirse segura, pero la verdad era que estaba lejos de sentirse así. Lucas, el hombre arrogante, se sentía indefenso ante ella y aun así no estaba dispuesto a dejar que se fuera. En varias ocasiones se preguntó que le estaba sucediendo, porque no podía simplemente obligarla a cumplir su orden como lo hacía con las demás personas. Después de todo, ella era una empleada, pero no la veía como tal. —Te vas a casar conmigo, ya lo decidí y si no aceptas entonces no te pagaré absolutamente nada —decretó—. No puedes decirle nada de esto a mi jefe, eso te pondría en una situación bastante complicada, podrías perder a tu hija. —De nuevo volvía a ser ese hombre que ella detestaba, pero de cierto modo tenía razón, Lucas podía protegerla. —¡Firmamos un acuerdo, ese dinero me pertenece, ya hice lo que me pediste, no puedes obligarme a continuar en esta falsa! —exclamó. Lucas sonrío de medio lado. —Eso no me detendrá. No tienes los medios para hacerme cumplir el acuerdo, además te estás yendo antes de que yo pueda encontrar un modo de terminar con esto. —Los ojos de ella se cristalizaron causando que el corazón de Lucas estallara. No quería comportarse de esa manera con ella, algo dentro de él lo impulsaba a protegerla, pero para eso debía retenerla a su lado a toda costa. —Nunca debí acceder. ¡Eres un maldito infeliz! —Las palabras de Camila fueron como un puñal para Lucas. No obstante, él se mantuvo firme. —No tienes otra salida, tu mejor opción soy yo y tienes que aceptarlo. —Se acercó a ella como un depredador. La atracción que había entre ellos era peligrosa, el deseo, las ganas de ser tocados, el recuerdo de sus besos. Todo se hacía palpable en medio de la tensión que se había generado entre los dos. —No sé lo que me sucede contigo, no quiero ser un imbécil, pero me descontrolas y no puedo permitir que te vayas de mi lado —dijo estando muy cerca de ella. De pronto alguien llamó a la puerta, Lucas maldijo en silencio y se alejó para gritar un "pase" a quien sea que haya interrumpido. La empleada se asomó y dijo que una persona lo buscaba y antes de que pudiera preguntar quién era, Santiago entró al despacho dejando en shock a Camila, que de nuevo palideció al ver a su ex. Lucas se cuadró de hombros para enfrentarse al tipo delante de ellos. Por su lado, Santiago solo tenía ojos para ella, su mirada enardecida le hacía estremecer hasta en lo más profundo de su débil alma y fue cuando Camila comprendió que necesitaba realmente de la ayuda de Lucas.
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