El sonido de la pasión susurra tu nombre, lo dulce de la vida está en tus labios, la fría necesidad se derrite al sentir tu piel. Nunca antes la vainilla me supo mejor que al tomarla de tu boca.
Bésame
Camila estaba sentada en el piso con la espalda apoyada a una de las columnas de la cama mientras se cubría el rostro con ambas manos, delante de ella estaba el cofre de madera abierto, la llave reposaba en la cerradura y varias fotografías y hojas de papel estaban regadas en el piso.
Lucas sintió que su corazón se le oprimió al ver tanto dolor dibujado en un cuadro. Miro las fotografías al acercarse y vio a personas desconocidas para él, en algunas pudo reconocerla a ella siendo más joven, sintió curiosidad por las hojas de papel que reconocía como cartas, pero decidió enfocarse en la mujer destrozada que tenía delante.
—Camila… —Lucas no encontraba las palabras correctas para decir—. Tienes que ser fuerte, no estás sola y yo no voy a permitir que nada te suceda. —Se agachó al lado de ella y tomó sus manos.
No entendía por qué la aparición de su ex le causaba tanto dolor, se negaba a creer que ella aún lo amaba y por eso estaba de esa forma.
—No escuche a mis padres cuando me advirtieron que Santiago no era un buen hombre, no quise hacerles caso —dijo con voz quebrada—, creía que ellos solo querían tenerme encerrada en una burbuja y entonces los desafié pensando en que algún día ellos se darían cuenta de que estaban equivocados y ahora…
—Eras joven, todos cometemos errores, él se aprovechó de ti, de lo que sentías. —En ese momento, Lucas recordó que él también había sido víctima de una mujer que únicamente jugó con él, que se aprovechó del amor que sentía por ella.
Sintió como propio el dolor que se reflejaba en su rostro.
—Les dije que estaban muertos para mí, que nunca dejaría a Santiago y que con él sería todo lo feliz que jamás había sido por culpa de ellos. —Camila tomó una de las fotografías en la que se veían a dos personas maduras abrazando a un adolescente de unos diecisiete años—. Sofía no conoce a sus abuelos, ellos dijeron que nunca los volviera a buscar y me desheredaron cuando les dije que me había casado.
—Cuando se está enfadado se dicen muchas cosas que no son verdad, ya no estás con ese imbécil…
—Nunca me van a perdonar que les haya fallado como hija —gimió cortando las palabras de Lucas—, además, Santiago ahora está de nuevo en mi vida, mi hija está en mi contra y ambas le tenemos miedo… ella vio como su padre me golpeaba la noche antes de escapar… no puedo permitir que él nos lastime, pero estoy cansada de estar sola, de no tener en quien apoyarme y también tú apareces en mi vida para convertirla en un caos, por tu culpa Santiago nos encontró —agregó y Lucas tuvo que darle la razón, sí él no se les hubiese acercado ese día ni la hubiese presionado para que aceptara su propuesta ni la hubiese llevado a esa fiesta, él estaría desempleado seguramente, pero ellas estarían a salvo.
—No puedo devolver el tiempo ni hacer que las cosas cambien, pero sí puedo convertirme en la persona que necesitas para apoyarte. —Esta vez Lucas no se sorprendió de sus palabras a pesar de no haberlas planificado, tampoco estaba pensando en su propio beneficio, únicamente deseaba ser el hombre en el que ella pudiera confiar y con el cual pudiera contar para todo lo que necesite.
Él deseaba protegerlas, cuidarlas y darles el mundo de ser posible.
—Tú únicamente estarás a mi lado mientras te sea útil, cuando ya no me necesites me echarás y eso también le hará daño a mi hija, soy un fracaso como madre, solo le causo dolor a Sofía.
—Las mujeres no deben ser perfectas en ningún aspecto: ni como mujer, ni como madre, ni mucho menos como profesionales, son seres humanos y los seres humanos se equivocan, Sofía es una niña muy inteligente y estoy seguro de que aunque algunas situaciones sean demasiado para ella si tú estás a su lado podrá superarlo. —Camila se quedó en silencio mirando la fotografía en sus manos, Lucas pensó que esa era su señal para salir de la habitación, por lo que se puso de pie para irse, pero antes de que se pudiera incorporar del todo, ella lo tomó de la mano.
Sus miradas se cruzaron, la electricidad sacudió las fibras de sus cuerpos, Camila tenía los labios entreabiertos y con los ojos le suplicaba que no se fuera. Lucas tiró con fuerza de ella y la obligó a ponerse de pie. En silencio unos ojos negros se perdían en la profundidad de unos ojos azules, sus caras estaban demasiado cerca, sus alientos se mezclaban y la necesidad se convertía en una fuerza intensa e imparable.
—Bésame —pidió en un susurro que se perdió en la boca de Lucas antes de que terminara de sonar.
Lucas sintió la suavidad salada en sus labios y deseó jamás dejar de besarlos, al tiempo que Camila se ponía de puntillas y enrollaba sus manos alrededor del cuello de él. Lucas la sujeto de la cintura y la pego aún más a su cuerpo, quería tenerla toda, sentir su calor, hacerle el amor a su boca, hacerla explotar de pasión al acariciar su lengua con la suya.
Camila tenía la mente nublada, no podía pensar solo sentir. Se abrazó al fuerte cuerpo que la sostenía y que la estremecía cada vez que sus manos se cerraban más y más en torno a su cintura, de pronto el calor la absorbió por completo, su sangre se agolpaba con furia en su pecho, gimió dentro de la boca de Lucas y ella acalló en la profundidad de su garganta el gruñido que este soltó desde su pecho.
Sin soltarse danzaron sobre las cartas y las imágenes dispersas en el piso. Ella se aupó sobre el cuerpo de él con su ayuda y continuó fundiéndose en el magnetismo de sus cuerpos, se entregó al deseo, a la atracción, a las ganas que él despertaba en su interior con solo mirarla.
Lucas se olvidó de sus reservas, de su renuencia a los sentimientos, al trato que habían firmado y se centró solo en ese momento, el momento en el que un hombre y una mujer renunciaban a la cordura y se dejaban arrastrar por sus instintos.