Capitulo Seis

1396 Words
Saboréame lentamente… pero no dejes que me derrita al sol. Una noche muy larga Lucas se quedó pasmado por la reacción de Camila, no se esperaba que ella explotara de esa manera, sin embargo, se dio cuenta de que se había pasado de la raya al comportarse de esa manera, aunque en realidad no se podía explicar a sí mismo que fue eso que lo llevo a actuar de esa manera. Tal vez no fue la mejor manera de exponer su idea, quizás tuvo que haberse mantenido con una actitud distante, adoptar una postura profesional, sin embargo, ahora se encontraba con el rostro desencajado y los ojos puestos en la mirada rabiosa de la mujer delante de él. Por muy complicada que se hubiese vuelto la situación, Lucas no podía negar que Camila se veía adorable estando de brazos cruzados, la mirada orgullosa y la frente en alto. Sin duda no es como esas mujeres con las que solía salir hace mucho tiempo, y tampoco se parece a su ex ni a la mujer que eligieron sus padres para él. —Estoy esperando a que te largues de mi casa —espeto y coloco los brazos en jarras. —No pienso irme, tú y yo tenemos un acuerdo —dijo Lucas y se dejó caer sobre el sofá más próximo—, admito que estuvo mal que me comportara de esa manera, te pido una disculpa y te doy mi palabra de que no volverá a suceder, sin embargo, no puedo permitir que tires a la basura nuestro acuerdo, así que mejor firma el documento y continuemos con esta mentira hasta que yo crea conveniente —agrego cambiando por completo de actitud. Ya no era el hombre en apuros que se acercó a ella con esa sonrisa arrebatadora, sino un imbécil que demostraba a todas luces el cobre del que estaba hecho. —No se me da la gana seguir en este jueguito, ahora vete de mi casa —insistió ella. —No has entendido —ironizo y chasqueo la lengua—, así como puedo darte todas las facilidades para que tu hija reciba la mejor educación y explote ese talento innato que posee, también puedo cerrar cada una de las puertas a las que toques… —¡Hijo de perra! —No quería llegar a esto, pero no me estás dejando otra opción. Te ofrecí un trato agradable, me comporté como un caballero y hasta me mostré interesado en ti. —Deja los documentos sobre la mesita del centro antes de sacar una pluma del bolsillo de su saco y colocarlo sobre los papeles. —No voy a firmar nada y si te atreves a hacer algo para perjudicar el futuro de mi hija, te juro que tu jefe se va a enterar de esto —replico Camila ignorando el miedo que le subía por la garganta y le impedía respirar. —¿Yo? —inquirió alzando una ceja—. Eres tú quien coloca un enorme obstáculo en el camino de esa pequeña, firma y te aseguro que tanto ella como tú gozaran de las mejores comodidades, además no es que te esté pidiendo acostarnos, es solo fingir ante todos que lo hacemos. Las mejillas de Camila cambiaron de color súbitamente, al tiempo que sintió como se acaloraba de solo imaginar la escena íntima entre ella y Lucas. —¿Cómo puedes ser tan cruel? —increpó e hizo una pausa para organizar sus pensamientos—. Aunque la verdad es que estás acostumbrado a vivir en una mentira, te acercaste fingiendo ser una persona completamente distinta al patán que ahora tengo en frente, me arrepiento de haber aceptado ayudarte —concluyo mirándolo fijamente. —Lo importante es que aceptaste y ahora es tarde para cambiar de parecer —bufo con tranquilidad—, firma de una vez por todas, te voy a dar mucho dinero —añadió y se acomodó mejor en el sofá. Camila se cruzó de brazos y clavo su mirada en él: obstinada y decida. No obstante, el semblante de Lucas era el de un hombre acostumbrado a obtener todo lo que desea indistintamente de la cantidad de dinero que tenga que pagar. Por otra parte, Camila pensaba en el bienestar de su hija, no estaba segura de que Lucas cumpliera su palabra de hacerles daño, pero era algo que no quería averiguar, ya mucho habían sufrido cuando abandono a Santiago, volver a pasar por todo eso, empezar desde cero una vez más, no se sentía con fuerzas para hacerlo. —Está bien, pero con una condición. —Lucas sonrió—. No quiero sentir que intentas seducirme, delante de las demás personas nos comportaremos como una familia, pero en privado seremos dos extraños que tienen un acuerdo. —Está bien, es justo, pero tengo una condición más —dijo y esto no le agradó a Camila. Alzo una ceja interrogativa y se preparó para escuchar la nueva exigencia del hombre delante de ella. —Ambas se mudarán a vivir conmigo en mi casa. Si vamos a fingir que estamos casados debemos representar bien nuestro papel. —Camila se arrepintió de haber aceptado ayudarlo, un día había bastado para que toda la paz y la tranquilidad de la que gozaba de fuera por un caño. —Supongo que por ahora eres el jefe —dijo al tiempo que le señaló la salida. Lucas se puso de pie entendiendo que lo echaba, camino a paso seguro y victorioso, pero al pasar al lado de ella no pudo evitar sentirse miserable. No entendía lo que le estaba sucediendo con ella, muy pocas veces se había ocupado de las emociones o sentimientos de otras personas desde que su ex lo había engañado. —Mañana enviaré por ti, no es necesario que lleves todas tus cosas, te proporcionaré todo cuánto necesites para ser la esposa perfecta —declaró delante de la puerta abierta. Salió y se subió en su auto, condujo hasta su casa, no se sentía tan acogedora como la de Camila, pero le agradaba la decoración simple y sofisticada. Se sirvió un trago antes de ir a su habitación, en su cabeza rondaba la timidez de la mujer que en menos de veinticuatro horas había conseguido despertar el anhelo. »No puedes desviarte de tu objetivo, ella solo es un medio —se dijo, pero en ese momento dudaba de sus propias palabras. Terminó el contenido de su vaso y subió a la habitación, se duchó y se metió a la cama, pensando en que al día siguiente ese silencio que se escuchaba al día siguiente se llenaría con las voces de una madre y su hija. Por su parte, Camila corrió a la cocina luego de cerrar la puerta, rebuscó en los armarios superiores y saco una botella de vino, mintió cuando dijo que en su casa no había licor de ningún tipo. Se sirvió en un vaso cualquiera y se lo tomó de un solo trago. El corazón le latía con fuerza, las palabras de Lucas continuaban martillando su cabeza, no creí que él fuera capaz de hacerles daño, pero no podía confiarse. Aunque por experiencia sabía que todos los hombres siempre mentían, sin embargo, la seguridad con la que Lucas pronunció su amenaza bastó para hacerla temblar de miedo. Se mostró fuerte y segura, sí, pero por dentro solo deseaba correr. Guardo de nuevo la botella en el mismo lugar, lavo el vaso y subió a su cuarto, necesitaba dormir y olvidarse por esa noche de que su vida había cambiado en cuestión de segundos. >>De nuevo atada a un hombre, al menos está vez conozco la verdad y sé que puedo esperar cualquier cosa de su parte —se dijo antes de cubrirse con la sábana y cerrar los ojos. No obstante, conciliar el sueño le fue imposible, tal vez, porque en otra casa, no muy lejos de la suya, un hombre no dejaba de pensar en ella. ¿Es posible que dos pensamientos en dos seres completamente diferentes se sincronicen? Ambos han sido heridos, ambos decidieron renunciar al amor, no obstante, allí estaban, Lucas observando a través del cristal de la ventana de su cuarto como si pudiese atravesar los muros y las distancias con sus ojos, y Camila con la mirada fija en el techo de su cuarto donde se dibujaba la sonrisa seductora de Lucas.
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