Capitulo Veintiséis

1126 Words
Me deshice del sabor amargo que tus besos dejaron sobre mi piel, pero jamás olvidaré el dolor que tu puño le causó a mi alma, ¿seguir amándote? Tendría que perder la memoria y arrancarme el corazón del pecho. Es hora El plan de Camila no era enfrentarse a Bárbara por el amor de Santiago, hacía mucho que ella lo había sacado de su corazón, pero que la tratara de esa manera sin haberla escuchado antes, le hacía botar humo por las orejas. Estaba harta de que todos quisieran pasarle por encima únicamente por no tener dinero. Ambas mujeres se mantenían la mirada: desafiante, superior, arrogante… Bárbara no logró intimidar a Camila, en cambio, Camila consiguió ponerse al mismo nivel de Bárbara al detener su ataque de una manera limpia y directa. Finalmente, Bárbara le sonrió y camino hacia ella hasta estar muy cerca, una hiena a punto de atacar a una leona. —¿No te ha olvidado? Te felicito, de verdad, pero que te mantenga en sus pensamientos no significa nada, al final del día su esposa sigo siendo yo, con quien se acuesta cada noche y se despierta cada día a su lado, soy la que porta el anillo y la mujer que la sociedad reconoce como a la señora Álvarez, esposa de Santiago Álvarez y tu querida, no eres absolutamente nadie. —Bárbara se sintió ganadora. Camila pensó que era cierto, al final del día ella seguiría siendo su esposa, y estaba segura de que una mujer como ella no estaba dispuesta a poner su vida privada en boca de la prensa, porque la destruirían. —Le repito, a mí me da igual si menciona mi nombre cuando le hace el amor a usted, su esposa, lo que me importa es que haga algo para mantenerlo alejado de mí y de mi hija, si no me veré en la obligación de hacer pública cada una de las infidelidades de su perfecto esposo. —Camila no entendía por qué se estaba enfrentando a ella de esa manera, como si aceptar la realidad le doliera todavía, ¿acaso seguía enamorada de Santiago y no lo sabía? —¿Me estás amenazando? —Los ojos de Bárbara se tornaron rojos de ira, parecía que en cualquier momento se le iría encima para estrangularla. —No es una amenaza, simplemente le estoy diciendo lo que va a suceder si su esposo continúa con la absurda idea de que volvamos a estar juntos o si se atreve a hacer algo para quitarme a mi hija. —Intento relajar su tono de voz para salir del campo de batalla y ver el modo de crear un armisticio entre Bárbara y ella—. Estoy segura de que usted hallará un modo de controlar a su esposo, de modo que todo esto se quede dónde debe de estar: en las sombras y olvidado. —No estoy acostumbrada a que personas insignificantes me digan que hacer, no sabes de lo que soy capaz —dijo plantando fijamente los ojos en Camila—, ¿de verdad crees que no sabía de tu existencia?, ¿o de la existencia de las otras imbéciles?, no me conoces, no soy tan estúpida como para creer que mi marido me es fiel. —Camila abrió los ojos de par en par al entender que Bárbara ya sabía todo lo que estaba sucediendo—. Me he deshecho de todas y cada una de las amantes que ha tenido mi esposo, pero por alguna razón que no comprendo, Santiago no es capaz de dejarte ir, sin embargo, todavía queda una opción —¿Ahora es usted quien me amenaza? —Bárbara Sonrió sin responder—. Fue un error haber venido, entiendo que no hará nada para detener todo esto. —La decepción se reflejaba en el rostro de Camila, pero nada podía hacer para conseguir que la mujer delante de ella le ayudara con Santiago, era claro que prefería mantener las apariencias. —Cuida muy bien tu espalda, a menos que no te importe desaparecer por completo de la vida de mi esposo —dijo, luego de que Camila le pasara a un lado. Camila no respondió, prefirió guardar silencio y evitar un nuevo enfrentamiento, sin embargo, se dijo así misma que ahora debía estar más atenta a todo cuanto le rodeara. Siguió todo el camino de vuelta hasta la reja la cual se abrió para dejarla salir, una vez en la calle tuvo que caminar hasta encontrar un taxi. Su plan de pedirle ayuda a la esposa de Santiago no había funcionado, por lo que ahora iría con Santiago y suplicarle si era necesario que la dejara en paz, estaba segura de que lo que a él le dolía era el ego, ella lo abandonó, se fue sin que él se diera cuenta y estuvo mucho tiempo oculta. Mientras Camila se dirigía a la empresa en la que creía que su ex era un simple empleado cuando vivía con él, Bárbara corrió a su habitación para realizar una llamada. Estaba furiosa, todo el tiempo mientras tuvo a la amante de su esposo delante de ella se tuvo que contener para no matarla con sus propias manos. La consideraba una desvergonzada, ¿cómo se atrevía a pararse delante de ella? —Es hora —dijo. —De acuerdo, ya no soporto estar sin verte —contestó la persona al otro lado de la línea—, tú dime cuando y donde. Bárbara sonrió, pronto terminaría con todo. Santiago tendría su merecido por todo lo que le había hecho vivir, por haber destruido sus sentimientos, por las lágrimas que derramó y por todo lo que tuvo que callar y soportar, por el bien de su matrimonio. —¿Recuerdas ese lugar en las montañas? El que Santiago compró hace un tiempo para tener a una de sus tantas amantes. —Claro, yo mismo fui quien llevó la compra. —La quiero ahí, junto a su mocosa, nadie puede relacionarme, puesto que mi querido esposo tiene propiedades secretas, además de que a ojos de todo el mundo desconozco sus infidelidades. Santiago poseía una docena de propiedades que mantenía en secreto, debido a que eran los lugares a los que llevaba a sus amantes, además de los departamentos que solía rentar para que estas vivieran cómodamente. —De acuerdo, pero necesito verte, tengo muchas ganas —dijo con voz seductora el hombre al otro lado. —Está bien, te veré esta noche en el lugar de siempre, yo también necesito relajarme un poco. Colgó la llamada antes de tumbarse en su cama con la mirada fija en el techo, se llenó los pulmones de oxígeno y sonrió como quien sabe que tiene la victoria asegurada. —Pronto…
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