Capitulo Treinta y Uno

1153 Words
Eres tú, la catarsis de mi alma, te necesito para controlar al demonio que se agita dentro de mi pecho cada vez que veo como tus lágrimas caen al piso y no son de felicidad. Llamadas sin responder El día transcurrió como de costumbre, Camila estuvo muy ocupada en su trabajo, algo que agradeció, porque debido al hecho de estar ocupada su mente no tenía tiempo para pensar en nada, por lo que se le fue el día sin que se diera cuenta. No se preocupaba por ir a recoger a Sofía al colegio, ya que Lucas había ordenado que el chófer fuera por ella todos los días, lo que la hacía sentirse tranquila y segura. Por otro lado, Lucas también se encontraba a tope con los asuntos de la empresa, ese día debía ocuparse de los nuevos juegos que habían desarrollado antes de distribuirlos, además de atender a su jefe y darle cuenta de cómo estaba llevando la empresa. Al señor Miller no le quedaban dudas de que haber elegido a Lucas para el puesto de CEO había sido la mejor decisión, los números de la empresa jamás habían estado mejor y se daba cuenta de que los empleados estaban a gusto con la gerencia, pese a que Lucas suele ser un hombre bastante exigente. Sin embargo, en medio de todas sus obligaciones, Lucas se tomó un par de minutos para llamar por teléfono a Camila, pero por mucho que insistió, ella nunca respondió a sus llamadas ni a sus mensajes. Por lo que optó por concentrarse en el trabajo para poder terminar con cada compromiso temprano y de ese modo pasar a recoger a su esposa, ya se le había hecho una costumbre, le gustaba verla salir y caminar hacía el auto, al principio solo lo hacía por aparentar que eran la pareja más perfecta de todas, no obstante, con el paso de los días verla ir hacia él se había transformado en un sueño del que jamás quería despertar. —Señor, acaban de informar que se presentó un problema con uno de los trabajadores —dijo su secretaria luego de ingresar a la oficina. —¿Puede esperar? —Ya era hora de ir por su esposa y no quería distraerse con algo que seguramente no era tan importante. —Tal vez, pero creo que debería verlo usted mismo, me dijeron que es grave —Miró la hora en su reloj, faltaban veinte minutos para que Camila saliera de su trabajo, en ese punto estaba seguro de que no llegaría a tiempo por ella. —De acuerdo, llama a mi esposa y dile que tardaré un poco en pasar por ella, que me espere —pidió y se dirigió al lugar del incidente. Tal como había informado su secretaria, uno de los trabajadores sufrió una lesión sería debido a una sobrecarga que provocó un corto circuito. Por suerte, el empleado continuaba con vida pese a su herida y solo esperaba por atención médica. A Lucas no le quedó más remedio que quedarse a esperar que la ambulancia llegará para que lo trasladasen al servicio médico. Todos los empleados contaban con un excelente seguro gracias a la empresa que siempre apostaba por la seguridad y el bienestar de sus empleados. Luego de que se lo llevarán llamó a su jefe y le contó lo que había sucedido mientras caminaba hacia su auto, de nuevo miro su reloj y se dio cuenta de que casi había pasado una hora. —Te mantendré al tanto Roberto —dijo con intención de cortar la llamada. —Espero que ese hombre se encuentre bien, nunca antes había sucedido algo así en la empresa. —Aunque su jefe tenía razón, Lucas no le tomó tanta importancia, había trabajadores nuevos y por lo general son los que siempre quieren sobresalir para convertirse en los favoritos—. Tienes que investigar cómo fue que hubo un corto circuito y hacerte cargo de que la familia de ese trabajador cuente con lo necesario mientras él esté en recuperación —añadió con pesar. Cómo ya les había dicho antes, el jefe de Lucas era un hombre muy bondadoso y con una enorme estima por la familia, cercano a sus empleados y siempre dispuesto a tenderles la mano. —No te preocupes por nada, solo quería que estuvieras información, ya pedí que alguien se haga cargo y yo mismo voy a supervisar que todo se haga como es debido. —De acuerdo —contestó su jefe y luego de un par de minutos se despidió, por lo que Lucas al fin pudo correr hacia su amada. Sin embargo, al llegar al lugar donde su esposa trabajaba encontró que ya estaba cerrado, no la vio a ella por ninguna parte, por lo que supuso que se había ido a casa harta de esperar. Dejó caer los hombros al tiempo que un gran suspiro se escapó de entre sus labios. Condujo rápidamente, ansiaba verla, abrazarla, besarla. Ahora que Sofía sabía que realmente su madre y él estaban juntos, no había ningún motivo para ocultarse, podía tenerla entre sus brazos en cualquier momento, sentir su aliento golpear su cara, perderse en el azul de su mirada, en el calor que emana su piel. Sacudió la cabeza y salió de sus pensamientos al llegar a su casa. —¿La señora ya se encuentra en la casa? —le preguntó al chófer al encontrarlo frente a la puerta principal. Los ojos del chófer se abrieron de par en par. —No, señor, creí que usted iría por ella —balbuceó con nerviosismo —Sí, pero llegue tarde y creí que tú... ¿Sofía en dónde está? —En el colegio me dijeron que su tía había ido por ella por orden de la señora. —Lucas dejó de respirar al oír esas palabras, todo se volvió n***o ante su mirada mientras la ira empezaba a recorrer cada una de sus venas. —El maldito hijo de perra las secuestró —declaró en un tono que provocó que el chófer se estremeciera al sentir el frío de la muerte en cada sílaba. Lucas sacó su teléfono y marco el número de Camila, pero despegó el aparato de su oreja al escuchar que el teléfono de su mujer sonaba en manos del hombre delante de él. —La señora lo dejó olvidado dentro del auto desde ayer, yo no lo había visto hasta hoy cuando fui por la niña y empezó a sonar —explicó al tiempo que se lo tendía a su jefe. Lucas lo tomó y se dio cuenta de que había muchas llamadas perdidas y notificaciones de mensajes sin abrir, también vio que la batería estaba casi muerta. Lo apagó y se lo guardó en el bolsillo de su pantalón. Su cerebro empezaba a calentarse y solo podía pensar en una sola cosa: matar a Santiago si se atrevía a ponerle una mano encima.

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