Todos los derechos reservados. Novela registrada bajo el número 2112029955488
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Eran las diez de la mañana cuando Esteve llamó a Rachel, la noche anterior también la había llamado justo antes de dormir.
— ¡Hola! — su voz sonó como un rayo de sol, sin ocultar la emoción de volver hablar con ella. Rachel iba camino a su curso de peluquería que empezaba en media hora.
—
Hola, Esteve. Buenos días. — contestó nerviosa, intentando que no se escuchara el ruido de los coches.
—
¿Puedo verte ahora? Justo estoy saliendo de mi oficina, voy cruzando por el ascensor donde nos vimos la primera vez. ¿En que área trabajas tú? ¿Estás aquí?— desde que Esteve llegó a la oficina, su primer pensamiento solo fue ella, y en las pocas horas que llevaba en la oficina, no hacia mas que pensar en Rachel.
Hasta que la llamó.
Las manos de Rachel temblaron casi dejando caer el celular. No tenía respuesta para eso, cualquier mentira que ella dijera ahora, seria más fácil de descubrir, pues él estaba allí, podía confirmar lo que ella decía.
Intentó calmarse para ver que podía inventar. Conocía muchos nombres por las oficinas que limpiaba, pero no sabía a quien él conocía o a quien no. A lo mejor decía algo y se desbarataba su mentira.
— Ahora estoy fuera. — después de una larga pausa eso fue lo único que se le ocurrió. — Estoy al frente. Salí a recoger algo.
—
¿Te alcanzo? — la emoción no podía ocultarla en su voz, quería verla.
— Mejor no.— puso la mano sobre su frente sintiéndose mas nerviosa por lo que estaba haciendo, realmente quería verlo.
—
Rachel, dijiste que no me ignorarías en la empresa. — se quejó el.
—
No es eso, solo que ahora estoy ocupada.
—
¿Podemos almorzar juntos?
—
Creo que no.— dijo con voz queda.
—
Escucha, no se si estas tratando de ignorarme, después de lo bien que la pasamos, me vas a disculpar si estoy siendo un poco pesado, pero no puedo solo dejar que me ignores. Seré más directo, ¿cuando nos volveremos a ver? Quiero verte, si no quieres, es mejor que lo digas ahora. Nos ahorraremos muchas cosas. — hizo una pausa, algo nervioso. Quería volver a verla y quería que ella dijera lo mismo.— ¿No quieres que nos vean juntos en el trabajo? Eso puedo entenderlo. Solo dime otro lugar.
—
Esteve… si quiero verte. Pero no en la empresa. — podría ser una buena salida para ella o una excusa perfecta.
—
Lo respeto. No lo volveré a mencionar. ¿Donde nos podemos ver? ¿Que tal una cena hoy? A las diez.
—
Está bien. A la diez, después te digo donde nos vemos.
—
Gracias, Rachel.
Rachel colgó el celular y se apresuró para no llegar tarde, ya que el día anterior había faltado.
Suspiraba todo el camino por el encuentro con Esteve.
Cuando entró a las instalaciones se llevó una no agradable sorpresa.
— Buenos días, Rachel. – la saludó la maestra mientras todas la miraban. Cada una de sus compañeras tenía a otra persona delante para realizarle un procedimiento. Rachel no entendía. — Ayer faltaste y te estuve llamando, hoy tenías que traer a una modelo para poder hacer el procedimiento. ¿Se te olvidó que ahora estamos en prácticas?
Efectivamente, se había olvidado de eso.
— Lo siento. No pude venir ayer y no recordé que ya empezaban las practicas.
— Es la tercera vez que faltas a clase, te pierdes de conocimientos que luego te pueden ser muy útiles.
Las dos veces anteriores había sido porque fueron solicitadas para trabajar en la empresa después de una fiesta que estos habían tenido allí, algún tipo de reunión. Tenían que limpiar después de que terminara y al otro día ella estaba muy cansada como para levantarse después de haber terminado de trabajar a las dos de la madrugada.
Lo peor era cuando tenían que limpiar después de algún evento, solían terminar muy tarde.
Aquella mañana solo era práctica. Y ella no había llevado a nadie, por lo que no tenia nada que hacer allí.
Miró el reloj, solo eran las cinco de la tarde, todavía faltaban otras cinco horas para verla. Recorrió el pasillo varías veces, mirando hacia las oficinas, se suponía que trabajaban en el mismo piso, pues el la había visto allí, en su piso, el día del ascensor.
Volvió a la oficina impaciente, bajo el ojo de su secretaria, quien nunca lo había visto así de impaciente.
Sacó su móvil y miró su número.
“¿Debo llamarla otra vez? Tiene que estar ocupada.” Pensó. Aún así, marcó, sin tener contestación, decidiendo enviar un mensaje.
“¿Dónde nos vemos? ¿A dónde quieres ir?”
Esperó por un largo rato con el teléfono en la mano, a la espera de una respuesta.
—
Esteve, ¿vienes un momento?
— No puedo, ahora estoy ocupado.— contestó en automático y siguió mirando el teléfono.
— Esteve. — aquella era la voz de su amiga, Loren. Cerró la puerta y caminó hacia el.— Ni siquiera sabes lo que quiero, pero ya has dicho que no.
— Porque estoy ocupado, no necesito saber lo que necesitas si estoy ocupado.
— ¿Y en que estas ocupado?— inquirió, ya que solo miraba la pantalla de su celular sin hacer nada mas.
— Espero una respuesta muy importante. — Sonrió al pensar en su nombre, le gustaba, le gustaba ella y al sentirse así solo con un solo encuentro, de haber creído en el amor a primera vista, estaría considerando esa posibilidad, pues no era normal como se sentía.
“¿Amor a primera vista?” Ya la palabra no le parecía tan absurda.
— Mmm, ¿puedo saber de que se trata?
— No. — contestó cortante, a la espera de que ella saliera y de que Rachel contestara. Loren solía ser muy pesada y de vez en cuando se aprovechaba de la amistad que tenia con Steve, fuera de lo laboral. Una llamada entró de ella mientras él observaba la pantalla.—¡Hola! ¿Te he interrumpido de algo importante? — se paró de su silla y le abrió la puerta a Loren para que se fuera. —¿A dónde quieres ir?— miró a su amiga salir y cerró la puerta detrás de esta.
— A donde tu me quieras llevar— contestó ella.
— ¡¿De verdad?! Me llegan muchas ideas. ¿Tiene que ser una cena?—quiso saber, para desarrollar las ideas que le venían a la mente.
— Pero será a la diez, tampoco hay muchas cosas que hacer.
— Puede ser antes, si quieres.
— No, no. A esa hora está bien. — tiempo de sobra para terminar de limpiar y vestirse adecuadamente.
— ¿Qué estas haciendo ahora? Falta mucho para verte, ¿tienes mucho trabajo? ¿A que área perteneces? — Rachel guardó silencio mientras se removía en su cama. — Lo siento, nuevamente lo hice.
— ¿Podemos vernos a la diez al salir de la empresa?
— ¿Te quedas a trabajar hasta tarde hoy?
— Si, eso creo.
— Haré lo mismo, nos vemos en el ascensor.
— Hasta luego, Esteve.
— Hasta luego.
Rachel observó su pequeña habitación, era muy consciente de su realidad y no se avergonzaba de quien era, pues consideraba que los esfuerzos valían la pena aunque no estuvieran dando frutos y ella y su papá se esforzaban mucho por sobrevivir.
Esteve no le había dicho a donde iban, miraba la ropa que recién terminaba de lavar y buscaba algo decente que ponerse.
No quería mentirle, sobre todo por el caliente que sentía en el pecho al hablar con el, ademas de que no se consideraba una mentirosa, pero ya lo había hecho y ahora tenía miedo.
Pero no era su intención engañarlo.
Si tan solo aquella noche en el ascensor el la hubiera reconocido… Pero no lo hizo y ella tampoco dijo lo contrario, solo siguió con lo que el había supuesto.
— Rachel, ¿no vas a prepararte?
— Si, solo estaba buscando ropa.
— Ponte el uniforme, así no desgastas las pocas que tienes.
— Me cambio allí.
— Ah, por eso ahora usas ese bolso mas grande. — se sentó en la cama junto a toda la ropa que tenia ella esparcida. — ¿Estas teniendo mucho trabajo? Tienes que usar siempre guantes o dañaras tus preciosas manos.
— ¿A quien le importan mis manos?
— Tal vez a ese chico con el que te quedaste la otra noche, o chica. No lo se.
— Es un chico. — levantó el vestido algo arrugado que tenia en sus manos. — No es nadie, solo alguien que me gustó muy deprisa.
— Protección, no lo olvides.
Y entonces lo recordó, aquello tan importante que había pasado por alto.
¡Dos veces lo hizo sin protección!
Raul era un hombre de cincuenta y cinco años que vivía solo con su hija desde que su madre murió, cuando Rachel tenia siete años. Le enseñó cuanto pudo y le dio todo lo que estaba entre sus posibilidades, pero el trabajaba construcción y sus posibilidades no eran tantas, por lo que Rachel no fue a ninguna universidad, pues incluso para ir a la pública tendrían que hacer un esfuerzo sobrehumano al cambiarse se ciudad, sus ingresos eran muy ajustados y Rachel no intentó lo que sabía que no podría. Desde antes de tener la mayoría de edad ya trabaja. Ahora que tenia un trabajo mas o menos decente decidió estudiar peluquería con los ahorros que sacaba de su sueldo.
No era alguien ambiciosa, sus aspiraciones no eran muchas y sabía conformarse con demasiada rapidez, lo de ser testaruda ella no lo conocía.
Pero aquella noche, en el ascensor, sintió la atención de Esteve sobre ella y se aferró a eso, sin saber que lo necesitaba tanto.
Su padre y ella se tenían plena confianza, siempre habían tenido una comunicación bien abierta, el era su mejor amigo como también su padre.
— Protección. Quizás esta vez llegue mas tarde, no me esperes despierto. Saldré con él luego del trabajo.
— ¿Cuál es su nombre?— quiso saber Raul.
— Esteve.
— ¿Solo Esteve?
— Por ahora solo Esteve, algo me dice que será algo que no trascenderá. — miró un pantalón, podría ser una buena opción, solo faltaba combinar la parte de arriba.
— Sabes que eres una mujer maravillosa, nadie puede decirte lo contrario y menos hacerte ver menos que a nadie.
— Lo se, papá. No te preocupes, no se trata de eso. Ahora voy a tomar baño para prepararme.
— Te quiero, Chel, que no se te olvide.
— Y yo a ti, no te preocupes. Se lo que hago.
Después de elegir el top y una chaqueta, se metió a la ducha.
Habían entrado a la empresa, llevó una mascarilla y un pañuelo para el pelo.
— ¿A caso vas camuflada o que? Te ves ridícula.
— Estoy un poco resfriada, Maia, eso es todo.
— Mmm, ya veo. ¿Nos vemos a la salida?
— No lo creo, nos veremos mañana. Si sales primero, no me esperes.
— Pero no te gusta que te dejen sola.
— ¡Bien que lo hiciste la otra noche! Ya no me da miedo.
— Si tu lo dices…— las dos compañera se dividieron y Rachel, ya con su uniforme puesto, empezó a limpiar, fijándose en cada nombre de las oficinas y buscando por si había una foto de estos, viendo cada puesto.
Solo faltaban dos oficinas para llegar a la del CEO y ella estaba muy nerviosa. Ajustó su mascarilla y colocó bien su pañuelo en su cabello.
Comenzó a sentir un cosquilleo por la espalda, producto de que ya iba a entrar a su oficina. Abrió la puerta despacio pero no había nadie, sacó su móvil y miró la hora.
Nueve y trece de la noche.
Comenzó a limpiar con prisa sin quitarse la mascarilla, quería terminar con tiempo para prepararse con tranquilidad. Barrió, despolvó la estantería, sacó la basura y justo cuando estaba terminando de secar el piso, la puerta se abrió.
— ¡AAAAAAAAHHH!— Gritó a todo pulmón al asustarse, pegando un salto y soltando la fregona.
— ¡Lo siento! No quise asustarte. No fue mi intención. — Esteve entró y caminó para acercarse a ella, pero luego notó que el piso estaba húmedo y retrocedió. — Yo… me disculpo, debí entrar con más cuidado.
Rachel se agachó a recoger la fregona y se dio la vuelta, quedando de espaldas a el.
— Soy algo asustadiza, no hizo usted nada malo, solo abrió la puerta. — intentó poner la voz lo mas gruesa posible.
— ¿Podría pasarme mi móvil que está dentro de ese cajón en el lado derecho de mi escritorio?— miró su escritorio y se acercó a el, tocando el cajón y abriéndolo. En el estaba el celular de Esteve y varios sobres blancos, ahora tenia que acercarse a entregárselo. Caminó con la cabeza agachada y le extendió el celular. — Gracias. Y de verdad, lo siento por el susto. — Esteve se marchó y enseguida el móvil de Rachel comenzó a vibrar, sabia que era él.
Comenzó a secar el piso con prisa y después corrió con las cosas para llevarlas al cuarto de limpieza.
Tomó su bolso y se metió al baño.
Al mirarse al espejo, con el pañuelo en el pelo, la mascarilla para ocultar su cara, se sintió muy ridícula.
“¿Tengo que llegar a esto?”— se preguntó, decidiendo que sería la ultima vez que lo vería.
Soltó su pelo y retiró la mascarilla, comenzó a maquillarse. Se cambió el uniforme y se colocó los zapatos, poniéndose por ultimo la chaqueta.
Aquel era el único ascensor de esa área, fue en su dirección y ya lo podía ver, esperándola.
— Buenas noches— saludó él de primero, sonriéndole y acercándose para abrazarla.—¿Puedo darte un beso?
— H—Hola Esteve. — logró decir, justo cuando sus brazos la arrollaban y su fresco perfume entraba por su nariz. Levantó el rostro y también le sonrió. —Si. —aquello fue la respuesta su pregunta.
Esteve bajó sus manos a la cintura de ella y acercándola la besó, tocaron sus labios y ambos lo fueron separando hasta que el beso comenzó, sintió la humedad de los de ella y los suyos fueron más a fondo, su mano subía por la espalda de Rachel y ella se aferró a sus hombros, fue bajando sus manos por el pecho de el, acariciándolo, tocó su rostro y al final dejó ambas manos en sus hombros.
— Tenía deseos de verte, se que he sido un poco molesto hoy, pero la idea de que estuvieras tan cerca y que no nos encontráramos me dejó algo inquieto.
— Lo siento.
— No te disculpes. ¿Salimos?
— Si. — ella presionó el botón y el ascensor no tardó en llegar. Se colocó en una esquina y Esteve puso ambos brazos sobre la pared, a cada lado de ella, acercándose.
— ¿Quieres que salgamos?— preguntó sin mas, dando un veloz beso sobre su mejilla. —¿Quieres salir conmigo?— volvió a preguntar.
Rachel tenia una sola respuesta para eso.
— No nos conocemos, Esteve.
— Y hemos hecho cosas mas importante sin conocernos.
— Y—Yo…
— Te estas poniendo roja, Rachel. —acercó su rostro al de ella y luego sopló un poco de aire sobre su cara. —Creo que tienes calor. —bajó por los brazos de Rachel, acariciandola con sus dedos hasta llegar a sus manos, entrelazó sus dedos y después levantó sus manos junto con las de ella, colocándola sobre su cabeza, los labios de Rachel se separaron, deseando ser besada pero sin atreverse a dar el primer paso. El ascensor se abrió y estos no se movieron, volvió a cerrarse y él la besó, pero fue corto. Retiró sus manos de las de ella y después se alejó, presionando nuevamente el botón.— Podemos conocernos, no tengo tanta prisa. Empecemos esta noche. Conozco un lugar donde hacen las mejores hamburguesas del mundo y no estoy exagerando.
— ¡Me entran ganas de comérmelo! — dijo en voz alta, tocándose los labios. Esteve se dio la vuelta y se aproximó hacia ella, elevándola por el costado.
— ¡¿A quien quieres comerte?!—preguntó al tiempo que la elevaba por los aires y giraba con ella.
— ¡¡La hamburguesa!!— dijo entre risas, sintiendo el aire en su cara y las manos de Esteve sostenerla con firmeza. El la bajó y después la abrazó.
— Se que es muy rápido, pero siento que puedo ser yo mismo contigo, Rachel. No sabes cuanto agradezco que hayamos coincido en ese ascensor.
Esteve le abrió la puerta del coche y salieron de allí.
No era un lugar ostentoso, habían unas pocas personas y al parecer Esteve iba con frecuencia, pues el mesero lo llamó por su nombre y lo llevó una mesa apartada, como si fuera la de el.
— Lo mismo de siempre, Joel. Doble ración.
— ¿Bebidas?
— Creo que le podría gustar la mía.
— Enseguida. — y se retiró.
— Es un lugar agradable. — sonaba una música suave, parecía pop. Rachel miraba el lugar mientras el la miraba a ella.
— ¿Cuándo es tu cumpleaños?
— El veintinueve de abril.
— Es decir, que tus veinticuatro años son recientes.
— Si. Hace dos meses. ¿Cuándo es el tuyo?
— El veintiuno de enero. ¿Tienes novio?
— No. ¿Estas casado?
— Soy soltero, aunque dentro de poco no será así. ¿Con quien vives?
— Con mi padre. ¿Y tu?
— Solo, tal vez también es por poco tiempo— iba poniendo cada vez más nerviosa a Rachel, pero ella disimulaba. — Ahora ya nos estamos conociendo. — las bebidas llegaron primero. Eran dos batidos de diferentes frutas naturales. Ella lo probó. —¿Te gustan?
— Está muy rico.
— Quería comentarte algo. — dijo, ahora en tono mas serio. —La otra noche lo hicimos sin protección, solo quiero que sepas que no soy alguien sexualmente muy activo, es decir, no suelo ir por ahí teniendo relaciones sin protección y aunque te suene algo tópico, no suelo tener relaciones sexuales de manera tan alocada y sin ningún tipo de cuidado con diversas mujeres.
— Yo tampoco suelo hacer eso, no se que me pasó ese día, cada vez que lo recuerdo me siento un poco avergonzada.
— Pero no me estoy arrepintiéndome de nada.
— Yo tampoco…
Cuando las hamburguesas llegaron, eran enormes, tenían una capa de todo. Esteve las miró hambriento y comenzó a comer.
El sabor para Rachel, fue totalmente diferente a cualquier hamburguesa que había comido antes y aunque se la encontró enorme, terminó comiéndose toda.
Se quedaron charlando un poco mas y luego ella lo guió hasta su casa, eran casi las doce de la noche por lo que el insistió que no se fuera en taxi.
— Puede que los últimos días me comporte de manera insistente, me disculpo por adelantado, intenta soportarme un poco, hasta que se me pase la emoción y me acostumbre a ti.
— Lo intentaré— dijo entre risas al ver la cara de avergonzado que ponía él.
— ¿Cuál es tu nombre completo?
— Rachel Adams.
— Esteve Clarkson, tu futuro novio. — mordió su labio inferior, preguntándose si tendría que pedir permiso otra vez para besarla o ella se atrevería a hacerlo. Pero Rachel solo se aproximó para abrir la puerta, el se acercó con rapidez y la detuvo. Lo preguntaría. —¿Puedo besarte?
— Si, Esteve.
— ¿Pero quieres que nos besemos?— miró sus labios así de cerca, también quería que ella quisiera besarlo.
— Deseo que me beses, pero no me atrevo a besarte.— confesó, quien no quería bajar del coche sin aquel beso de despedida.
— Inténtalo, también puedes tomar la iniciativa. — Rachel se fue acercando a sus labios y cerró los ojos. Pero fueron los labios de el los que se movieron primero, lentos, cautelosos y con delicadeza, después de varios segundos Rachel decidió tomar la iniciativa, poniéndole mas movimiento al beso, el cuerpo de Esteve volvió a su lugar en el asiento y con el se llevó a Rachel, que se acomodó deprisa sobre el, sus manos viajaron debajo del top que ella llevaba y comenzó a besar su cuello, levantó la tela que ocultaba sus senos y se introdujo el primero en la boca, mirando los gestos de placer que hacía Rachel. — Rachel…— volvió a besarla dejando que su lengua se cercara a la de ella, desabrochó su pantalón e introdujo su mano. — Rachel.
Pero ella estaba sumergida en el placer, escuchaba su voz, pero las sensaciones de su cuerpo le impedían responder. Esteve siguió moviendo su mano y ella moviéndose con él, sintió como el chupaba sus pezones y entre jadeos y suspiros, el sumergió sus dedos mas en ella, Rachel echó su cuerpo hacia atrás, tocando sin querer el volante y mientras su vientre se contraía, el claxon del coche hacia ruido frente a su apartamento. Se apartó después de unos segundos, recostándose a el.
— Esto…— su pecho subía y bajaba, el olor de Esteve la embriagaba y lo liviano que se sentía su cuerpo después de correrse, la estaba llevando a dormirse.
— Shh…. Respira. — acarició su espalda y cubrió sus senos nuevamente. — Esto que hacemos, es cosa de parejas, tal vez ya estamos siendo una, saltándonos algunos pasos, pero no siempre tenemos que respetar el orden de las cosas.— la sintió muy relajada, sus ojos estaban cerrados.— ¿Te has dormido?
— Estoy… muy …cansada.
— Si te duermes aquí, te llevaré a mi casa.— acarició su pelo, deseando que eso pasara, pues aun no olvidaba la figura de ella sobre su cama.
— Entonces mejor me marcho ahora. — tocó el rostro de Esteve y besó su nariz. — No podemos vernos todos los días.
— ¿Por qué no? Estoy casi seguro que tu quieres verme tanto como yo también lo quiero.
— Eso es cierto, pero tengo otras cosas que hacer.
— No nos vemos en horario de trabajo.
— ¿Dónde yo trabajo?— preguntó ella, todavía sobre sus piernas.
— En la empresa. — respondió, pareciéndole muy obvia la respuesta.
— ¿Sabes en que área trabajo?
— ¿Eso importa? ¿Es algo que debería saber? No me lo has dicho, te lo he preguntado antes.
— Esteve Clarkson, quien te viera diría que no eres así, tan tú. — podría decirse solo a simple vista que una persona exigente, malhumorada, superficial y algo fastidioso, pero estaba pareciendo todo lo contrario. —Me gustas.
— Eso es porque contigo soy muy natural y eso fue algo que me atrajo al momento, no me siento con la presión de impresionar o agradar. No soy el CEO para ti, solo Esteve.
— Esteve. — miró por la ventana hacia su edificio, podía ver la luz encendida en la habitación de su padre.—Nos vemos en otra ocasión.
— Me aseguraré de que eso pase. —acurrucó su rostro entre sus manos y le dio el último beso antes de que ella saliera.
Rachel había dicho que esa seria la ultima vez, pero sabia que no.
Esteve sabia que tal vez se estaba lanzando muy deprisa, pero consideraba que si caía, el golpe valdría la pena.
Se quedó observando hasta que ella entró, observó su erección y entonces se marchó.