Narra Renzo
— Tú me presentaste a tus hermanos— dice, con voz mansa otra vez. Desearía que no hiciera eso; es como si se estuviera escondiendo como un mecanismo de defensa y eso me molesta muchísimo.
—Sí, lo hice, porque necesito que sepan que tengo el control de esta situación.
—Pero no. No me voy a casar contigo y mucho menos a tener tu bebé.
—Ahí es donde te equivocas. ¿Recuerdas algo de la otra noche? Ella no se mueve. Le hago un gesto de nuevo y, finalmente, camina hacia la silla que Saul dejó libre y se sienta en el borde como si estuviera a punto de salir corriendo—.Recuerdas lo que hicimos.
Sus mejillas se ponen rojas. Es tan jodidamente sexy que podría arrastrarla a mi regazo y llevarla aquí mismo.
—Sí, lo recuerdo. Gracias por recordármelo.
—También recordarás que no usé
