Detrás del telón.

1353 Words
El ambiente se sentía muy pesado entre los hijos de aquel, Ceo imponente y Samira. Yesi y Monic tomaron asiento, junto a la madre de Samira, en otro sofá está Carmen y Paola, y Samira estaba sentada junto a Alejandro. luego de saludarse todas, Paola y Carmen trataron de no causarles problemas a Samira, omitieron cualquier comentario, que pueda meter en problemas o discusión a su amiga, si Samira no hablaba, ellas no tenían porque abrir el pico. —Eres muy hermosa, me encanta tu bronceado y tu pelo rizado—le dice Yesi a Samira, cuando Hugo la ayudó a sentarse en el sofa. Ambos hermanos, no le quitaban los ojos de encima a Samira. —Muchas gracias, tu pelo también es hermoso—responde Samira tratando de sonar lo más tranquila, sin que los nervios salgan a flote. Samira se siente como si estuviera en medio de una jauría de lobos que quieren devorarla, ella no volvió a mirar a la cara a ninguno de los dos hermanos. — ¿Quieren un trago antes de cenar?—pregunta Alejandro a sus dos hijos. —Si me hace falta uno—dice Matías. —Me apunto—señala Hugo pasándose una mano por la cabeza. Alejandro en automático los ha arrastrado al área del pequeño bar, ella mantiene las orejas más en la conversación de ellos, que en la conversación de ellas. —¿Casi estás dando a luz?—pregunta Paola. —Si en tres semanas aproximadamente. —Wao, eso es muy cerca—pregunta Carmen. —¿Ya sabes si es niña o niño?— pregunta la Charol. —Es un niño hermoso, ya lo ví en 3D—dice orgullosa. —Cuando me case con Matti le diré que vivamos aquí en vez de Japón, me encanta su país es primera vez que vengo y creo que me quedaré jijiji. — Manhattan es una ciudad que nunca duerme— dice Paola. —Si estoy de cuerdo contigo—dice Monic. Las mujeres hablaron de cómo estuvo su vuelo, mientras degustaban unas bebidas, las únicas que no estaban tomando alcohol eran Charol la abuela de Samira y Yesi la esposa embarazada de Hugo. —¿Que quieren tomar?—pregunta Alejandro a sus dos herederos. — Whisky—pide Matías —Lo mismo para mi padre—habla Hugo. Ambos jóvenes veían a su padre muy feliz, no recuerdan la última vez que sonreía tanto. Matías no deja de ver a Samira en ese vestido azul, se ve tan apetitosa, después que no pudo localizarla, Matías se acostaba con muchas mujeres, pero ninguna lo hacía sentir como Samira lo hizo sentir en tan poco tiempo, esa conejita le dió agua a beber, cuando mandó al chófer, este le llamó que no había nadie en el apartamento, y cuando él la llamaba ella colgaba la llamada, y nunca respondió ningunos de sus mensajes, aquello Matías lo sentía como un reto, cada día la deseaba más, hasta que su padre le dijo que acompañe a los inversionistas a Tokio, ya que el no podía, con razón su padre le había dado esa tarea, es posible que ya el conocía a Samira de alguna forma. El no tuvo más remedio que irse a Japón, pensó que algo le había pasado a Samira, pero como nunca supo dónde trabajaba, no se molestó en buscarla mas, y esas emociones que sintió por ella quiso enterrarlas comprometiéndose por beneficio mutuo con la hija, de uno de los inversionistas de su padre. Por otro lado Hugo, no levanta la vista, con tantas emociones encontradas, su mente está hecha un lío, la mujer que ama está comprometida con su padre, y la madre de su hijo está frente a la que fue su amante, ahora Samira será su madrastra. —«¿Cómo diablos es esto posible?»—pensaba Hugo. —¿Y cómo la conociste, padre?—pregunta Hugo. —Bueno...la conocí por primera vez en la gala tecnológica y luego...en un parque...la salve de ser ahogada jejeje—Alejandro siente que no necesita que sus hijos sepan del oscuro pasado de su futura esposa, además tampoco quería decir que de cierto modo la segunda vez de su encuentro el parecía más un acosador que un Ceo. Por otro lado, en el grupo de chicas. —¿Siempre eres tan callada?—pregunta sin filtro Yesi a Samira al ver que parece no le interesa nada de lo que hablan. — Si... por lo general me gusta más escuchar—responde de inmediato mientras trata de verse amable y alegre. —¿Y de que familia eres?—la pregunta del millón de dólares le lanza a propósito Yesi—nunca te había visto en ninguna de las reuniones de la alta sociedad. Samira no se extraño de esa pregunta, pues muchas veces cuando salía con Alejandro muchas de sus amistades preguntaban eso, sino era a Alejandro directamente, las mujeres la abordaban con decenas de preguntas, Samira se limitaba a responder lo básico como le había dicho Alejandro que lo hiciera. Solo tenía que decir que había estudiado en el extranjero desde pequeña, no tenía que omitir la muerte de sus padres, ni de su abuelo si ella no quería. En ese momento, Hugo escucha la pregunta de su esposa a Samira, se pone de pie de un salto. —¡Ya ...tengo hambre!...¡¿en esta casa no me han preparado nada?! jejeje—El no quería qué su mujer estuviera indagando, una porque sabía que Samira es humilde, y dos porque tantas preguntas solo pondrían el ambiente mucho peor. Las mujeres voltearon cuando Hugo dijo aquellas palabras, Carmen y Paola, supieron que a Hugo no le convenía ese interrogatorio que quería inicial su mujer. —Si...será mejor que pasemos al comedor amiga yo también estoy hambrienta—dice Paola. —¡Juana puedes servir, vamos para allá!, jejeje yo estaba tan absuelto que me olvidé que tenemos una embarazada y visitas, más adelante hablamos de negocios. —Si, señor Valdivia.—responde la sirvienta. Todos pasaron al gran comedor de 10 puestos, en el techo encima de este descansaba una gran lámpara en vitrales y cristales muy hermosos, había una repisa con fotografías de Samira y Alejandro, y de la abuela. La decoración era elegante sin caer en lo extravagante. Alejandro dirige la mayoría de los temas en la conversación familiar, Monic preguntó sobre la niñez de su prometido a lo que Alejandro estaba más que encantado, de contarles todo, aunque Matías, ponía gesto de no estar de acuerdo, nunca fue muy hablador, y solo él echo de que era huérfano de madre, hizo que se cerrará más con la gente, Matías solo se concentro en aprender lo que le habían dicho y comportarse como el buen modelo de hermano mayor, para ser el ejemplo para su hermanito. La abuela de Samira también contaba anécdotas de Samira cuando era pequeña, y sus padres la llevaban de vacaciones a su casa, cosas que hizo que las mejillas de Samira se sonroja. —¿No tienes apetito, mi muñeca bella?—Pregunta Alejandro al ver que Samira, solo probó la entrada y el plato fuerte. Ese hombre la derretía cuando la llamaba su muñeca bella, pero en aquel momento, Samira no estaba segura de cómo reaccionaria, su prometido si llegara a enterarse, de que ella se había ido a la cama con sus dos hijos. —Estoy bien... es solo que almorcé tarde y no tengo mucho apetito—dice Samira, mirándolo a los ojos. —Tienes días comiendo así poquito mi niña, debes alimentarte bien—habla su abuelita, con una gran sonrisa. —A menos que estés embarazada querida Samira y no lo sepas—dice Monic en modo broma—Ya tenemos una embarazada casi dando a luz, y si tenemos esposos sería algo natural, ¿verdad vida mía?—se recuesta del hombro de Matías que esta. Matías y Hugo que escucharon esas palabras, se atragantaron al mismo tiempo, Matías con la copa de agua, y Hugo con un trozo de carne.
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